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"Con el testamento solidario ayudaré a investigar el alzhéimer que sufrió mi padre"

Jordi Castejón es testador de la Fundación Pasqual Maragall: le mueve el impulso de colaborar en la investigación de la enfermedad que marcó a su familia

Testamentos solidarios: crece el número de españoles que eligen esta opción para legar su herencia

Jordi Castejón muestra una foto de su padre, que falleció de alzhéimer y que le inspiró para hacerse testador solidario.

Jordi Castejón muestra una foto de su padre, que falleció de alzhéimer y que le inspiró para hacerse testador solidario. / Elisenda Pons

Ángeles Doñate

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"Tengo miedo de sufrir alzhéimer: tengo todos los números", explica Jordi Castejón, que hace 19 años perdió a su padre por culpa de esta enfermedad. O mejor dicho, le perdió mucho antes, cuando Manuel Castejón, el hombre que había sido su héroe, dejó de ser él y se transformó en alguien desconocido, agresivo, con la mirada perdida e incapaz de reconocerlo. "Estuvo hospitalizado en el Clínic por una neumonía. Estábamos en la habitación y empezó a gritarme: 'espera, espera que venga mi hijo y ya verás lo que te hace'. Me había confundido con un ladrón", comparte este funcionario de 66 años, que confiesa con la voz algo rota que "todavía hoy, cuando debo tomar una decisión, pienso en lo que haría mi padre, como si le pidiese consejo".

Cuando su padre murió, Jordi quiso hacerle un homenaje. "No sabía cómo. Pero un día leí un artículo sobre una persona había hecho un testamento solidario. Empecé a buscar información sobre testamentos, donaciones… hasta que encontré lo que buscaba".

Para mantener la memoria de su padre, la que este perdió al final de sus días, Jordi decidió hacerse testador solidario de la Fundación Pasqual Maragall: "No me he deshecho de los bienes heredados. Así que es como si mi padre hiciera este testamento: era un hombre solidario y colaboraba con quien le pedía. ¿Qué mejor forma de recordarlo?".

"Mi padre colaboraba con quien se lo pedía. ¿Qué mejor forma de recordarlo?"

Jordi Castejón

Jordi está casado y tiene dos hijos. "Mi mujer, que está de acuerdo, será quien avise a la entidad", explica antes de admitir que no se ha planteado si su decisión le gusta al resto de familia. "Ves gente que tiene alzhéimer, has sufrido cosas similares, te toca la fibra y actúas", razona, convencido de su acción: "Haces un testamento universal, que llegará a mucha gente".

"No sé si me tocará a mí o a mis hijos, pero con el legado habré puesto un granito en la lucha contra la enfermedad"

Jordi Castejón

Vivir el alzhéimer de cerca le supuso una transformación personal. "Es una enfermedad devastadora. Es muy crudo vivirla de cerca", cuenta antes de apuntar que las cosas hace 20 años no eran como ahora. Sin hermanos y con su madre ya fallecida, Jordi afrontó solo la enfermedad de su padre. "Lo pasé solo, sin saber qué hacer, dónde llevarlo y cómo encontrar una solución. Era una desesperación. Yo quería que estuviera bien cuidado". No fue fácil encontrar esos recursos: "Pedía ayuda a los asistentes de los hospitales o trabajadores sociales del barrio… me buscaba la vida. Me sentí desamparado, desatendido, inútil... Ahora hay un punto de partida: la Fundació Pasqual Maragall. Es importante atender al enfermo, al actor principal, pero también a los actores secundarios, los cuidadores y familia. La parte emocional es una carga pero la económica...", comparte Jordi para explicar el trasfondo de su decisión.

"Mi marido y mi hermana murieron de cáncer. Con el legado quiero agradecer la labor de los sanitarios y ayudar a investigar"

Carmen Llopis

Lo más duro, recuerda, fue ver cómo se apagaba: "Viví su deterioro diario. Era una persona activa, siempre dispuesta a entrar y salir… Aún se me pone la piel de gallina. Era un hombre que se dedicaba al transporte, tan fuerte que cogía una nuez y con los dedos la rompía. Al final de su vida, era incapaz de sostener una cuchara. Y llegó un momento en que se olvidó de respirar".

Esta experiencia le transformó: "No soy el mismo. He hecho el testamento solidario porque me afectan más las cosas: antes llevaba una coraza. Con mi mujer, procuramos hacer las cosas día a día. Por eso, cuando me llegue el alzhéimer, si me llega, habré disfrutado de forma consciente. Entonces, quiero dar el menor trabajo posible y que los míos estén atendidos, con alternativas. No hay antídoto, pero habré vivido feliz. Y si no me toca a mí pero les toca a mis hijos… habré puesto un granito en la lucha contra la enfermedad a través del legado".

Testadora de Vall d'Hebron Campus

Una experiencia personal también ha marcado a Carmen Llopis. A sus 83 años, esta mujer madre de tres hijos se ha hecho este año testadora solidaria de Vall d’Hebron Campus. ¿Los motivos? "Personales: en ese hospital trataron de cáncer a mi marido, que lo contrajo por culpa de la uralita en su trabajo, y a mi hermana. Ambos murieron. En el hospital les atendieron con mucha humanidad. Quiero agradecérselo a los profesionales".

También por su hija María, que hace 10 años se enfrentó a un cáncer de riñón, del que ahora está recuperada. Es por todo eso que ha querido colaborar activamente en la investigación contra el cáncer. "Aquello que pensamos que no nos ha de pasar, por desgracia, hay muchas familias que lo viven, que padecen o mueren de cáncer. La nuestra lo ha sufrido. Aunque yo ya no esté, pienso que se debe continuar luchando por la investigación, colaborar, porque los gobiernos, que deberían invertir en ciencia, investigación y salud, no lo hacen suficientemente", argumenta Llopis. Su familia la respeta. "Los hermanos lo hemos hablado: respetamos y compartimos su decisión. No hay más que decir", remacha María.