Movilidad vacacional
Costa Brava en verano: 220 taxis y 70 VTC para una población que supera el medio millón de habitantes
Volver de noche a casa o moverse por el Empordà, una aventura diaria marcada por la carestía de transporte colectivo
Nueva batalla en el transporte: las VTC clásicas claman contra las "furgonetas pirata" para turistas
La movilidad entre Barcelona y la Costa Brava, un verano más en el atolladero
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
Seis de la mañana. Una discoteca de la Costa Brava situada a tres kilómetros del municipio más cercano cierra sus puertas. El personal de seguridad va desalojando el lugar, y la chavalada, con mayor o menor equilibio, y mientras la luz del sol empieza a intuirse, inicia el camino de vuelta a casa. A un lado, en el aparcamiento, una hilera de coches con un padre o una madre que ha venido a recoger al niño o a la niña. Suelen esperar fuera del vehículo, con ojeras, moviendo la cabeza, buscando a la criatura. También esperan algunos taxis y un par de VTC. Cuenta un chófer que cada fin de semana se repite la misma situación: "Se tiran encima del capó para que les llevemos, pero vamos con una reserva previa. No podemos. La demanda supera de muy largo la oferta y la alternativa, que cojan el coche borrachos, debería hacernos pensar". Para que se hagan una idea del tamaño de la cosa, en toda la Costa Brava, desde Blanes hasta Portbou, hay 227 licencias de taxi (solo en Barcelona son 10.521), y la demarcación de Girona tiene inscritas 92 credenciales de VTC, de las que solo 70 están operativas.
Josep Duran trabaja en el sector desde 2003. Gestiona dos taxis y cuatro permisos VTC en la Costa Brava, algo impensable en la capital catalana, donde le llamarían traidor, 'botifler', o cosas peores. Pero aquí las cosas funcionan de manera muy distinta. Explica que los taxis "se hacen de oro entre mayo y octubre", mientras que la otra mitad del año atraviesan un cierto desierto laboral porque el forasterismo todavía no se ha desestacionalizado y el público local no suele recurrir a sus servicios. O no lo suficiente.
Sus VTC apenas trabajan con turistas. Su clientela es básicamente empresas de la zona que necesitan trasladar a directivos; altos cargos, admite, que a veces le piden que vaya a buscar a sus hijos a esas discotecas veraniegas. "Es cuando más nos damos cuenta de la situación. La buena noticia, comenta, es que los jóvenes son mucho más responsable con el consumo del alcohol y la conducción". O esa es su sensación. Por eso el hecho de que le pregunten tantas veces de madrugada dónde se puede llamar para reservar un taxi o una VTC le genera sentimientos encontrados. Feliz porque no conducen bebidos; triste porque no hay alternativa para ellos. "Les pedimos que no conduzcan pero no les metemos ni taxis, ni autobuses, ni VTC. Y si no vienen sus padres, solo les queda andar", y no son precisamente 500 metros, porque estas discotecas suelen estar en lugares alejados de todo para molestar lo menos posible a los vecinos".
Carta al director
Una lectora mandó a finales de junio una carta al Entre Todos de EL PERIÓDICO con un título que dejaba poco margen a la duda: 'En la Costa Brava necesitamos VTC para las noches de verano'. Poría abrirse un debate sobre la invasión de 'pixapins' durante el estío, pero no es este el centro de la cuestión, como sí lo es que todo este volquete de visitantes, gusten o no, necesitan moverse de alguna manera. "Salir de fiesta en la Costa Brava es sinónimo de conducir o hacer turnos con tus amigos para ver quién conduce y no bebe", rezaba la misiva, firmada por Ariadna García. "Sí, hay oportunidad de mercado y necesitamos VTC en la Costa Brava durante la temporada de verano. Para disfrutar de las noches sin preocupaciones, sin accidentes y bajo un consumo más responsable", concluía.
Los datos aportados por el Departament de Territori son reveladores: 227 licencias de taxi en toda la Costa Brava, desde Blanes hasta Portbou, y 92 credenciales de VTC en la demarcación de Girona. Todo esto, para una población de unos 650.000 habitantes y que carece de transporte ferroviario en su núcleo más habitado y turístico. Con estas cifras, en los últimos tiempos cada vez es más habitual ver VTC de Barcelona trabajando en las zonas más concurridas del litoral de Girona. Son credenciales que no han podido renovar su permiso para hacer servicios urbanos y que tienen que buscarse la vida con carreras interurbanas, que sí están permitidas por ahora.
Se queja Duran de que las leyes "se hagan pensando siempre en Barcelona, sin tener en cuenta las peculiaridades del resto del territorio". "No podemos hacer, por ejemplo, un servicio desde la estación del AVE de Girona hasta cualquier hotel de la misma ciudad. o un traslado desde Lloret a otro punto de la misma ciudad. No tienen ningún sentido. Has intentado solucionar un problema de Barcelona y te has llevado a todos los demás por delante".
Negocio difícil
Roman Llort, portavoz de la asociación VTC Gran Turismo, que engloba a las licencias tradicionales, asegura que si no se ha producido una migración masiva de VTC desde Barcelona hasta la Costa Brava o a la Costa Daurada es porque "es difícil que salga a cuenta". "Las de plataforma -Cabify o Bolt- sí lo están haciendo porque pueden mover 50 coches de aquí para allá y buscan conductores de la zona, pero que uno de Barcelona suba o baje para trabajar todavía no está sucediendo de manera masiva", resume.
Las reservas de VTC deben quedar registradas. Por eso cuando uno de los vehículos de Duran recoge a un cliente de madrugada, le resulta imposible volver a por otro. "Solo podría volver si hace la reserva 'on line' y la puedo registrar vía web. Para eso, alguien tiene que entrar el pedido en el registro del Ministerio de Transportes para que luego se compruebe que el servicio se realiza". Esto obligaría a tener a alguien en una oficina realizando todas esas gestiones, a las cinco de la madrugada, mientras el conductor va arriba y abajo. "No es para nada operativo, ni práctico, ni adaptado a la demanda y a la realidad".
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