Entrevista

Amin Sheikh, superviviente de las calles de la India: "Me enorgullece decir que fui un niño basura"

Malvivió en el asfalto de Bombay de los cinco a los ocho años, donde le violaron y drogaron. Ahora regenta un café que ayuda a jóvenes vulnerables

Amin Sheikh, el pasado lunes en la cafetería Laie de Barcelona.

Amin Sheikh, el pasado lunes en la cafetería Laie de Barcelona. / Manu Mitru

Elisenda Colell

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La cita en la cafetería Laie de Barcelona le entusiasma. "Es la mejor cafetería-librería de Barcelona", opina Amin Sheikh. El lugar le recuerda al Café Barcelona, el negocio que él mismo ha fundado en Bombay (India) para los niños de la calle como él. De pequeño a Sheikh le llamaban niño-basura. El libro que ha escrito sobre su vida le ha traido estos días a la capital catalana. Asegura que Barcelona, ciudad que siempre soñó conocer, le ayudó a abrir los ojos.

Antes de empezar, ponga aquí su nombre para escribirlo bien.

Es curioso. Antes nadie me llamaba Amin. Me llamaban niño-basura. Nadie me quería tocar: estaba sucio, olía muy mal...

Amin Sheik fue un niño de calle en la India y ahora ha fundado una cafetería para niños en su situación.

Amin Sheik fue un niño de calle en la India y ahora ha fundado una cafetería para niños en su situación. / Manu Mitru

¿Conoció a sus padres?

Sí, se casaron en un matrimonio de conveniencia sin conocerse. Él vivía en una fábrica. Ella tenía 17 años. Su luna de miel fue en la fábrica. Un año más tarde nací yo, y después vinieron mis dos hermanas. Vivíamos en una chabola en muy malas condiciones.

¿Y entonces qué pasó? ¿Le abandonaron?

No. A los cinco años trabajaba vendiendo té por la calle, cobraba dos céntimos por 10 horas. La gente me empujaba, me pegaba... Un día se me rompieron todos los vasos. Tuve tanto miedo... mi madre me castigaba con brasas en los pies, mi padrastro me pegaba con bambú o un cinturón. Tenía mucho miedo de todos y me escapé corriendo hasta la estación. Allí había otros niños que comían de la basura.

¿Se quedó en la calle con cinco años?

Sí. Esa noche lloré mucho. Un hombre me violó. Yo no entendía por qué lo hacía. Me lo hizo cada noche. Me costó mucho protegerme. Me pegaba, me daba drogas para que me durmiera... Mira, no siento pena por la gente mala. Como yo hay millones de niños a diario.

Amin Sheik, el pasado lunes en Barcelona.

Amin Sheik, el pasado lunes en Barcelona. / Manu Mitru

Pero su suerte cambió.

Un día ocurrió la magia. En Europa no creéis en la magia, porque lo tenéis todo, pero yo sí creo. Me reencontré con mi hermana. La querían vender como esclava sexual, pero un taxista la ayudó a escapar. A la mañana siguiente, un ángel vino a verme: la hermana Seraphine. Me dijo: 'cariño, ¿cómo estás?'. Yo le lanzé una piedra, le dije 'o te vas o te mato'. No confiaba en nadie, no creía que alguien me pudiera querer. Con el tiempo, me llevó a un orfanato de los jesuitas catalanes. Tenéis que estar orgullosos del sitio donde vivís.

¿Como se combate la desconfianza de los niños de la calle?

No confías porque nadie ha hecho nada por ti. La libertad es la única opción. Yo me escapé alguna vez del orfanato, hasta que me di cuenta que era el único lugar donde todo podía cambiar. Pero el problema no es de los niños, es de los padres. Ellos los traen al mundo pero se olvidan de su responsabilidad. Si no sabes estar a su lado, no puedes tener hijos. Tratamos a los niños como una flor de nuestro jardín, pero hay que enseñarles a crecer. Si no, el jardín se convierte en una jungla.

Amin Sheikh, en la librería de la cafetería Laie, en Barcelona.

Amin Sheikh, en la librería de la cafetería Laie, en Barcelona. / Manu Mitru

¿En el orfanato pudo ir a la escuela?

Sí, el orfanato cambió mi mundo. La profesora me llamaba 'burro', era el más mayor pero no había ido nunca a la escuela. Pero para mí la educación es la equidad y la humanidad. Los que tienen dinero tienen educación, y el resto serán sus esclavos. La gente va a la Luna, a Marte... pero nos da igual si hay gente en la calle que no tiene para comer.

¿Su hijo conoce su historia?

Sí, y está muy orgulloso. Él ha estado algunos días en el orfanato viendo cómo vivía su padre.

Ha sido un cambio radical...

Sí. Mi hermana es enfermera, trabaja para Médicos sin Fronteras. Yo fui taxista, caí en el mundo de las drogas, volví a la calle... pero la gente del orfanato me encontró un trabajo. Estuve con un pintor de Bombay, era su chico para todo. Con él conocí a gente de todo el mundo. Por primera vez me preguntaban por mi nombre, me abrazaban... Así fue cómo conocí a muchos catalanes, y en 2003 mi jefe me regaló mi sueño, un billete a Barcelona.

Amin Sheikh, el pasado lunes en Barcelona.

Amin Sheikh, el pasado lunes en Barcelona. / Manu Mitru

¿Qué le pareció la ciudad?

Que no sabéis apreciar lo que tenéis. Aquí descubrí que es el amor de una familia, que yo tenía derechos. Fui a ver a clientes que había conocido en la India. Me recibieron con la mesa llena de comida. Me acuerdo que yo me iba a sentar en el suelo y ellos me dijeron: 'no, no, en la silla con todos'.

Volver a la India no debió de ser fácil.

Mi jefe me dio la libertad. Hice de guía turístico y conocí a muchísima gente. Los catalanes que conocí en todo este tiempo me ayudaron a escribir mi libro y fundé mi café.

¿Como funciona el proyecto?

Acogemos a niños de la calle que ya han cumplido los 18 años. El 80% vienen del orfanato y el 20% de chabolas. Todo el mundo quiere acoger a los niños, las oenegés son un negocio... pero el problema está cuando estos niños ya son más mayores. Somos el primer café de la India en el que puede entrar todo el mundo, en el que el agua es gratuita... He expulsado a más de 20 clientes por tratar a los chicos como esclavos. Siete niños han llegado incluso a la universidad.