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Guía para detectar y desmontar el discurso del odio

Los ultras exprimen el trauma de Ripoll con el yihadismo

La sede de Aliança Catalana, en Ripoll.

La sede de Aliança Catalana, en Ripoll. / DAVID APARICIO

Serena Iordache

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El discurso de odio en redes no cesa, pero en campaña electoral se entremezcla con la comunicación electoral y mediática. En Catalunya, desde que Sílvia Orriols, candidata del partido Aliança Catalana, ganó las elecciones municipales en Ripoll (10.641 habitantes) basando su campaña en difundir mensajes en contra de la comunidad musulmana, la mayoría de medios de comunicación ha hablado de ella ya sea para darle voz o para preguntarse cómo ha podido lograr un resultado así.  

El caso de Ripoll puede tener sus propias singularidades, como que los terroristas de los atentados del 17A en Barcelona y Cambrils llegaran de ese municipio. Sin embargo, este tipo de discurso está a la orden del día en redes sociales y suponen un riesgo al ser repetidos y difundidos por líderes de opinión o representantes públicos porque normalizan la discriminación hacia ciertos colectivos, según advierte un estudio académico publicado en el British Journal of Political Sience. Los migrantes en general, y los musulmanes en particular, son el objetivo de gran parte de estos discursos en la actualidad. 

Estas son las cinco principales narrativas falsas que más se escuchan.

Mito 1: “los inmigrantes delinquen más”

Es una de las creencias más extendidas, ya que, al ver que las personas de origen extranjero están sobrerrepresentadas en las estadísticas de detenciones y condenas, se asocia directamente la nacionalidad o el origen de las personas con la delincuencia.

Sin embargo, como ha explicado la policía catalana en más de una ocasión a Verificat y también demuestra la evidencia empírica en la materia, la delincuencia es multicausal y el origen de una persona no influye en la potencialidad de cometer un delito, como concluye una revisión académica a nivel internacional. Las condiciones socioeconómicas explican mejor que la procedencia la delincuencia, es decir, “la probabilidad de que un inmigrante con buenas oportunidades laborales sea delincuente no es mayor que la de un nativo en las mismas condiciones”, señalaba un estudio de 2019.

Mito 2: “reciben más ayudas públicas”

También se dice que los inmigrantes reciben la mayoría de ayudas, en detrimento de las personas de nacionalidad española. Pero los extranjeros no tienen más facilidades para pedir ayudas públicas ni para conseguirlas. De hecho, muchas ayudas requieren de un padrón o un permiso de residencia para solicitarlas, hecho que excluye a muchas personas migradas. 

La gran mayoría de ayudas sociales se dan por las condiciones económicas del solicitante y la población extranjera en riesgo de pobreza o exclusión social duplica la española, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Aun así, las ayudas que reciben los extranjeros no son proporcionales a esta tasa de riesgo de pobreza. El 73% de los perceptores de rentas mínimas son españoles, según el último Informe de Rentas Mínimas de Inserción de 2021 y la mayoría de los usuarios de los servicios sociales también son de nacionalidad española (83,5%), según la Memoria del Sistema de Información sobre los Usuarios de Servicios Sociales de 2020.

Mito 3: “El gobierno crea un efecto llamada”

Otra de las narrativas estrella es el supuesto “efecto llamada”, al cual se recurre para culpar al gobierno de aplicar unas políticas migratorias muy laxas que permiten e incentivan la llegada de migrantes a España. Aunque se rebajaran las condiciones para entrar en un país, algunas rutas para llegar hasta allí conllevan muchos riesgos: más de 26.000 muertos y desaparecidos en una década intentando llegar a Europa, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (UNHCR). ¿Son entonces las políticas migratorias las que impulsan a los migrantes a venir a nuestro país? 

Realmente no. Hay muchos factores que pueden determinar que alguien deje su hogar: los posibles conflictos y la falta de derechos en ese país y especialmente los ciclos económicos. No obstante, lo que sí que no parece tener una importancia relevante son las políticas que aplica el país de destino, según un estudio publicado por la Cambidge University Press y como también indica el informe del Defensor del Pueblo de 2019.  

Mito 4: “Hay una invasión migratoria y un reemplazo demográfico”

“Invasión migratoria”, “migración masiva” y “ola migratoria” son expresiones muy utilizadas que crean un estado mental de alarma, “la sensación de que se está ante una amenaza”, según explicaba hace unos meses en un artículo de Verificat la doctora en Sociología, Antía Pérez. Sin embargo, hablar de invasión y reemplazo es erróneo.  

En primer lugar, porque las cifras de migrantes en España (15% de la población) no permiten hablar de “invasión”, según comentaba Antía. En segundo lugar, porque creer que el crecimiento del país depende solo de los autóctonos es una falacia, ya que con el paso del tiempo las poblaciones se mezclan y ya no tiene mucho sentido mirar la tasa de fecundidad en función del origen. Además, está demostrado que la tasa de fecundidad de los extranjeros baja y se adapta a la de los países de destino con el tiempo, según explicaba Andreu Domingo, el subdirector del Centro de Estudios Demográficos en el mismo artículo.  

Mito 5: “Los musulmanes son radicales”

“La mayoría de musulmanes están condicionados por posiciones radicales” y “quieren atacar con beligerancia los valores occidentales” son algunos de los mensajes que lanzaba en una entrevista en 8TV Sílvia Orriols. Pero hacer esta simplificación es erróneo, estigmatiza e incluso puede ser contraproducente, porque precisamente uno de los muchos factores que puede influir en la radicalización yihadista de una persona es el sentimiento de injusticia o exclusión, según apunta la Red de Sensibilización sobre la Radicalización de la Comisión Europea.   

Tampoco se puede establecer una causalidad entre el islam y el salafismo yihadista, ni tan siquiera entre el salafismo y el salafismo yihadista, porque no todas las corrientes salafistas defienden la violencia, según explica a Verificat Moussa Bourekba, investigador principal experto en geopolítica global y seguridad del CIDOB. Se calcula que hay 1.600 millones de personas musulmanas en todo el mundo y las estimaciones del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) hablan de entre 100.000 y 230.000 salafistas yihadistas activos en el mundo, un porcentaje muy pequeño respecto al total.

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