Entrevista

Mercè Rom: “La organización de la escuela pública huele a naftalina”

La directora del Institut Jaume Mimó de Cerdanyola del Vallès reclama un cambio para dotar al profesorado de las herramientas necesarias para gestionar las emociones de los alumnos y las tensiones provocadas por el mundo digital

Mercè Rom, directora del Institut Jaume Mimó de Cerdanyola del Vallès

Mercè Rom, directora del Institut Jaume Mimó de Cerdanyola del Vallès / David Campos / FLC

Eduard Palomares

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Si la adolescencia ha sido siempre convulsa, ahora se añaden ingredientes que agitan todavía más el cóctel, como las presiones que ejercen las redes sociales o los efectos que ha tenido la pandemia sobre la salud mental de los jóvenes. Y el profesorado de la escuela pública debe gestionar todo ello con prácticamente las mismas herramientas que hace 40 años. Mercè Rom, directora del Institut Jaume Mimó de Cerdanyola del Vallès, participó como ponente en una formación organizada por EduCaixaTalks de Fundación La Caixa para analizar cómo acompañar a los estudiantes durante sus momentos de crisis emocional.

-¿Es más difícil ser adolescente hoy en día?

-La adolescencia actualmente es más larga y compleja por dos factores. Por un lado, la etapa de formación se ha dilatado y la incorporación al mercado laboral se ha retrasado, por lo que la sociedad no les pide que asuman responsabilidades de adultos hasta más tarde. El segundo factor es que el joven tiene el doble reto de encontrar su lugar en dos mundos, el real y el digital. Así, se ven obligados a convertirse en un doble ser: ellos mismos y el personaje de ficción que deben ser en las redes. La autenticidad queda desdibujada.

-La sociedad del ‘like’... ¿Eso afecta en clase?

-Las emociones y las tensiones están presentes en el aula y hay que gestionarlas. El mundo digital les crea problemas de autoestima e inseguridad, porque están siempre expuestos y se comparan continuamente con sus supuestos amigos digitales o referentes. Coexistir en el grupo, convivir y respetarse entre las personas presentes en el aula es un reto diario para los profesionales. Pero existen técnicas que podemos usar, como la práctica restaurativa y la disciplina positiva. 

-¿Se están notando ahora los efectos de la pandemia sobre la salud mental de los alumnos?

-Nuestra percepción es de una mayor inmadurez, porque llevan un retraso en experiencias vitales que no vivieron durante el confinamiento. A ello se une el hecho que se han substituido los hábitos de lectura por horas frente al móvil y que los problemas socioeconómicos causados por la pandemia en muchas familias ha generado inestabilidad emocional, por lo que los jóvenes se han refugiado en las redes sociales. Esto ha sido un cóctel que ha mermado la capacidad de desarrollo de habilidades sociales imprescindibles en el mundo real.

-¿Cómo se puede gestionar todo ello en un aula?

-¿Quién puede gestionar en un aula, de forma imprevista y simultánea, 25 emociones? Se pide a los profesores que acompañen emocionalmente a los alumnos con la misma organización escolar, tiempo de trabajo y salario que en los años 80, cuando nadie hablaba de gestión emocional. La organización de la escuela pública huele a naftalina: hace falta un cambio absoluto de la organización, tiempo escolar, instalaciones y competencias docentes. Y a pesar de todo, hay grandes profesionales que hacen un trabajo invisible impresionante con los jóvenes.

-¿Las familias ayudan?

-Detectamos familias que infravaloran el aprendizaje, en base a una subcultura difundida en las redes que considera la cultura del conocimiento como algo a evitar. Y también nos encontramos con progenitores que contradicen al docente o educan de forma negativa, criando a pequeños tiranos. Necesitamos establecer unos principios éticos comunes en la escuela pública que envíen un mensaje a la sociedad y den seguridad a los profesionales.

-¿Está preparado el sistema público para el cambio que reclama?

-Las escuelas públicas debemos dar el mejor servicio y de mayor calidad posible, pero nuestra organización interna es frágil, inestable y estamos enterrados en burocracia y con una normativa inabarcable. Se necesita una legislación clara y limitada, marcar objetivos reales y tener un plan estratégico definido y dar margen de actuación a los centros. La educación debería ser un reto de país y una prioridad; me entristece ver que se invierte dinero en temas mucho más secundarios. 

Un futuro de oportunidades

EL PERIÓDICO y Fundación La Caixa dan voz a los perfiles sociales, culturales y científicos que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunidades para todos.