Pendiente de juicio

La brutalidad del asesino de Campdevànol con su novia sobrecoge a los investigadores

Anna, de 21 años, fue supuestamente violada, torturada y asesinada por Alberto, de 36 años, en septiembre de 2022 y la fiscalía prevé solicitar la pena de prisión permanente revisable

El aislamiento de la mujer de Campdevànol que precedió a su asesinato

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La joven asesinada en Campdevànol fue torturada y sufrió una muerte lenta

Un grupo de jóvenes, increpan el furgón policial donde está el acusado, después de la reconstrucción de los hechos.

Un grupo de jóvenes, increpan el furgón policial donde está el acusado, después de la reconstrucción de los hechos. / Oriol Clavera

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

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Alberto P., vecino de Campdevànol (Ripollès) de 36 años, fue detenido por los Mossos d'Esquadra por torturar, violar y asesinar a Anna G., su novia de 21 años de edad, en septiembre de 2022. El juzgado de Ripoll lo mantiene en prisión provisional desde entonces por estos hechos. El fiscal Enrique Barata, a la vista de la brutalidad de los hechos, prevé pedir prisión permanente revisable para Alberto. La instrucción de este crimen machista está cerca de terminar. A los investigadores de este caso, también a los médicos forenses, les ha impactado la brutalidad de Alberto.

En un escrito redactado para que Alberto sea juzgado por un jurado, Barata dedica un folio entero a enumerar el suplicio al que sometió a Anna entre la tarde del 20 y la mañana del 21. Casi 24 horas durante las que Anna fue objeto de una violencia sádica que incluyó puñetazos, arañazos, cuchilladas, quemaduras. Tenía moratones, dientes rotos o desgarros en partes íntimas. La autopsia contabilizó más de 60 heridas por todo el cuerpo causadas mientras Anna seguía viva y descubrió que el homicida la apuñaló en dos ocasiones en sus genitales, se hallaron incisiones de 15 centímetros de profundidad.

El asesinato de Anna conmocionó al municipio de Campdevànol. Los Mossos reconstruyeron el crimen poco después de los hechos y para ello trasladaron a Alberto hasta el domicilio donde sucedieron los hechos, ubicado en el centro del pueblo. Fue necesario desplegar agentes antidisturbios para proteger al presunto homicida. Días antes, tras su detención, casi 200 personas trataron de agredirle cuando pasó a disposición judicial. Alberto recibió un puñetazo en la prisión de Figueres y, por su propia seguridad, tuvo que ser trasladado a la cárcel de Brians, donde aguarda encerrado desde entonces la celebración de un juicio en el que deberá afrontar todo lo que le hizo a Anna.  

Maltrato habitual

Según el escrito de Barata, el calvario de Anna comenzó mucho antes de su muerte. Alberto la maltrató mientras duró su relación sentimental, que se alargó más de 1 año. Alberto fue alejando a Anna de sus amigas y también de sus padres, la aisló. Desplegó sobre la joven, 15 años menor que él, una violencia física y psicológica que la rompió emocionalmente. El escrito del fiscal es explícito: "Con el fin de ejercer dominio, superioridad y control habitual sobre ella, [Alberto] celoso ante el temor que pudiera relacionarse con otros chicos, en ocasiones la dejaba encerrada en la habitación del dormitorio quitándole el móvil y las llaves para que no pudiera salir hasta que él regresara, le quitaba los móviles o tarjeta sim que le compraban sus padres para que no pudiera hacer llamadas o comunicarse". 

"En otras ocasiones", prosigue el ministerio público, "la dejaba sin comer, o bien, cuando volvía al domicilio y para comprobar que ella no había tenido relaciones con terceros, le examinaba la vagina introduciéndole los dedos y una linterna". 

Tanto en privado como en público, Barata acusa a Alberto de "menospreciarla" y cita expresiones que Alberto usaba con Anna según algunos testimonios. Frases dolorosas como "eres una puta", "eres una guarra", "te follas a los moros", "tienes los labios gruesos de chupar pollas", "siempre estás zorreando con chicos por la calle". Alberto, que vivía obsesionado por una supuesta infidelidad con Anna, sí "besaba a otras mujeres y presumía de intimidad con ellas" delante de ella, una conducta que practicaba con el ánimo de herirla y que acabó provocando en la joven, de solo 20 años de edad, "un progresivo deterioro físico y mental" e incluso "el consumo de drogas". 

El sospechoso del crimen, saliendo de su domicilio tras la reconstrucción.

El sospechoso del crimen, saliendo de su domicilio tras la reconstrucción. / Oriol Clavera

Traficante y machista

En septiembre de 2022, Alberto estaba de baja por accidente, pero tenía un trabajo estable en una fábrica de piezas. "Todos sabíamos que pasaba droga: marihuana, hachís", apuntó a este diario un vecino de Campdevànol. Y que últimamente, según sospechaban, había comenzado "a fumar base". La 'base' o 'basuco' es la pasta sobrante del proceso de elaboración de la cocaína, una sustancia cada vez más frecuente en el extrarradio social y cuya inhalación puede provocar graves lesiones cerebrales. Anna, en cambio, hasta que comenzó a salir con Alberto, no consumía drogas. Era una mujer guapa y bondadosa, como la recordaban sus amigos, que por culpa de su novio dejó de hablar con ellos y que cada día estaba "más delgada".

Alberto tiene antecedentes penales por violencia machista: ha sido condenado en dos ocasiones por quebrantar sendas órdenes de alejamiento y acercarse a parejas anteriores que le habían denunciado por maltratarlas. 

Torturada durante horas

La acusación cree que fue un nuevo episodio de celos Alberto lo que desencadenó el asesinato de Anna. El 20 de septiembre la encerró en casa y la sometió a una tortura imposible de imaginar que duró alrededor de 24 horas. Y tras provocarle una muerte lenta y dolorosa, limpió el escenario del crimen, duchó su cuerpo y lo secó con un secador para fingir que las heridas eran de días anteriores. Después, llamó a los equipos de emergencia. Alberto intentó manipular a los investigadores de forma constante.

Alberto será juzgado por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento –con el agravante de parentesco y de violencia de género–, un delito de agresión sexual y un delito de maltrato habitual. Anna fue la sexta mujer asesinada en 2022.

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