Denuncias del personal

Inspección de Trabajo investiga una denuncia por intoxicación en la Facultad de Biología de la UB

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Facultad de Biologia

Facultad de Biologia / ZOWY VOETEN

Michele Catanzaro

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Dos inspectores de Trabajo visitaron el viernes pasado el edificio Prevosti de la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona (UB), en la Diagonal, después de que representantes de los trabajadores denunciaran el 16 de diciembre de 2022 una serie de síntomas de intoxicación que investigadores y técnicos empezaron a experimentar a partir de finales de 2021. La facultad atribuye las incidencias en los laboratorios a un fallo en el sistema de vacío -una infraestructura que expulsa hacia arriba los aerosoles de los experimentos- y en los últimos meses ha tomado una serie de medidas que los trabajadores califican de insuficientes.

De ahí la denuncia ante Inspección y la visita de los inspectores, que la semana pasada revisaron las plantas de Bioquímica y Biología Celular, y se entrevistaron con trabajadores de los laboratorios en presencia de la decana de la facultad, Rosina Gironès, según relatan trabajadores del edificio. 

Los síntomas se han registrado en personal de distintas plantas a lo largo del último año y medio, según miembros del grupo de personas afectadas. Los más llamativos, sin embargo, ocurrieron en la planta -2, donde se encuentra el departamento de Bioquímica

Partes por síntomas

Desde principios de 2022, diversos trabajadores de esa planta empezaron a interponer numerosos partes por episodios de malestar, precedidos a menudo por la percepción de olores insólitos. En una ocasión, en junio, algunos de ellos notaron incluso una neblina blanca en un laboratorio.

En julio, una investigadora posdoctoral percibió un fuerte olor a huevos podridos saliendo por el conducto de ventilación de un laboratorio que le provocó una fuerte irritación en ojos y mucosas. Ese mismo mes se tramitó un parte por incidente grave que cita a cuatro afectados, después de que un olor se difundiera por un pasillo. Las personas afectadas experimentaron desde pérdida temporal de la voz hasta aturdimiento y picores en varias partes del cuerpo. 

Imagen de la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona.

Imagen de la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona. / Zowy Voeten

Una de ellas solicitó sucesivamente una baja por agotamiento. Más tarde se le diagnosticó sensibilidad química múltiple. “Después de ir al laboratorio teníamos dolores de cabeza y mucho cansancio”, relata una investigadora de esa planta. “Dejé de conducir porque no tenía mis capacidades al 100%”, afirma otra.

Agotamiento tras las vacaciones

Algunas investigadoras se alarmaron cuando, tras regresar de las vacaciones en septiembre, notaron que volvía la sensación de agotamiento que habían experimentado antes de la pausa estival. “No podía estar con ese cansancio extremo, si acababa de volver de las vacaciones”, relata una de ellas. Además, a finales de septiembre de 2022, una técnica se desmayó durante horas en su casa y en presencia de su hijo pequeño, después de experimentar cefaleas en el puesto de trabajo.  

Los investigadores y técnicos afectados no quieren ser identificados por miedo a sufrir consecuencias laborales. Sus relatos, sin embargo, hablan de escozores, amígdalas inflamadas, mareos, visión borrosa, afectaciones oculares, pérdida temporal de olfato, sangrado de la nariz, desvanecimientos y cansancio. “Me asusté mucho cuanto tuve síntomas que duraron días”, relata una de ellas, en referencia a un episodio de dificultad respiratoria que se prolongó durante el fin de semana, tras dejar el laboratorio. En las ocasiones en que se percibieron olores, estos fueron variados: desde el formaldehido hasta los ácidos y el olor a almendras amargas. 

Trabajar con máscaras antigás

La cadena de síntomas empujó a algunos investigadores a trabajar con máscaras antigás, relatan fuentes del grupo de afectados. También se cerraron temporalmente dos laboratorios y se desplazaron trabajadores a otras plantas y a la Facultad de Farmacia.  

Algunos episodios ocurrieron también en otras plantas. Especialmente en la de Biología Celular (planta 1 del edificio), donde también se empezaron a percibir olores desde finales de 2021. La alarma alcanzó tal nivel que, en octubre de 2022, un investigador llegó a llamar los bomberos tras percibir olor a disolvente. 

Reacción de la facultad

En julio, en la sala de cultivos de Genética Humana (planta 3 del edificio) ocurrió un episodio puntual, que sin embargó generó desconcierto. Al entrar en la sala, varias trabajadoras se dieron cuenta de que el aire era irrespirable. A raíz de eso, se detectó una fuga de CO2 fuera de control desde un tubo de los dispositivos experimentales. "Al no haber medidor de CO2 en la sala, puede que la fuga existiera desde hacía tiempo. La gente tenía dolor de cabeza si trabajaba mucho en esa estancia”, afirma una fuente. En efecto, otra fuga más pequeña no se arregló antes de dos meses.

La primera comunicación oficial de la Facultad de Biología de la Universitat de Barcelona (UB) sobre los síntomas de intoxicación experimentados en el edificio Prevosti ocurrió el 30 de septiembre de 2022. En un correo dirigido al personal docente e investigador, la decana Rosina Gironès reconoció “problemas de calidad del aire” que habían causado que algunos investigadores necesitaran atención médica. “Nos han preocupado extraordinariamente”, escribió, expresando su solidaridad a las personas afectadas. Según Gironès, ella no supo de las incidencias hasta junio de 2022 y asegura que entomó el asunto enseguida.

Reparaciones de 50.000 euros

Gironès informó de que se acababa de reparar “una mala conexión del tubo de salida de gases del sistema de vacío de todo el edificio hacia el exterior”. La decana anunció además que se invertiría más de 50.000 euros para hacer que el edificio Prevosti fuera "más seguro”. 

Gironès confirma esa cifra y se reafirma en que la causa del problema fue esencialmente el fallo en el sistema de vacío. Debido a una brecha, el sistema emitía aerosoles en una zona junto a los laboratorios donde se experimentaron más síntomas, en la planta -2 del edificio (bioquímica).

En cuanto a los episodios en la planta 1 (Biología Celular), la decana los atribuye “olores y gases que salen esporádicamente de los desagües”. En otoño, la facultad implementó una rutina de lavados sincrónicos de los desagües. También se instalaron ventanas para mejorar la ventilación.

Informes tranquilizadores

En el correo de septiembre, Gironès informó también de las chimeneas de las vitrinas de gases -espacios en los cuales los investigadores manipulan gases potencialmente tóxicos. Esas salidas no estaban suficientemente alejadas de algunas entradas de aire, escribió. Sin embargo, ahora excluye que eso estuviera relacionado con los síntomas. 

“En el camino de buscar las causas, lo revisamos todo”, afirma. Gironès explica que el edificio Prevosti se construyó hace más de 20 años, en época de limitaciones presupuestarias, y que se ha aprovechado la oportunidad para ponerlo a punto.

“El tema está completamente resuelto. Todo el mundo ha vuelto a trabajar normalmente”, afirma. Gironès asegura disponer de informes según los cuales en ningún momento se detectaron niveles altos de compuestos químicos peligrosos y destaca que la única baja producida no se ha tramitado por la vía laboral. 

Las medidas tomadas, sin embargo, no han convencido a los trabajadores, que han continuado experimentando olores y síntomas. “En el Departamento de Bioquímica ha seguido habiendo episodios hasta las últimas semanas, en el mes de abril, aunque el laboratorio está ventilado durante todo el día”, asegura una investigadora. Fue precisamente la persistencia de esta situación lo que impulsó a algunos representante de los trabajadores a denunciar la situación ante la Inspección del Trabajo.

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