Activista contra la ablación

"Las mujeres africanas acabaremos con la mutilación genital"

Edna Adan Ismail fue la primera mujer en llegar a un ministerio en Somaliland, un país africano sin reconocimiento internacional. En Londres se formó como comadrona y descubrió las terribles secuelas de la mutilación genital femenina, una lucha a la que ha dedicado 40 años de su vida

Edna Adan Ismail, el pasado jueves, en Barcelona.

Edna Adan Ismail, el pasado jueves, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Elisenda Colell

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Ha venido a Barcelona como presidenta de la UNPO (Organización de Naciones Sin Representación). ¿Cuál es su labor?

Formamos una asamblea general de todos los países en el mundo que no estamos representados oficialmente. Como el mío, Somaliland. Tenemos una identidad propia, una lengua propia… somos una nación. Necesitamos apoyo mutuo para lograr más democracia, soberanía e independencia.

"Los blancos se piensan que con una ley todo se resuelve, pero hay que aprender a convencer desde el respeto"

¿Cuál es la situación en Somaliland?

Estamos en el ‘cuerno’ de África y vivimos en cinco países distintos, somos 5,6 millones de personas. Estamos en el antiguo protectorado británico (que ahora conocemos como Somalilandia), francés, italiano (que ahora se conoce como Somalia), Etiopía y Guinea. En 1960 las colonias británica e italiana nos dieron la independencia, y estas dos naciones crearon el Estado de Somalia. Pero este matrimonio no funcionó. Hubo un golpe de estado y estalló una guerra civil de 1982 a 1991.

Tuvo que dejar el país.

Yo y mi familia. Si no, estaríamos muertos. Fueron diez años de genocidio. Un gobierno estaba bombardeando a sus civiles con tanques y aviones de combate. Murieron 250.000 personas y el mundo no hizo nada, nos dieron la espalda.

"En Somalia vivimos diez años de genocidio. El mundo no hizo nada, nos dieron la espalda"

La historia se repite en Sudán, en Siria...

La democracia y los derechos humanos son pura hipocresía. Las Naciones Unidas estaban allí, viendo cómo morían los niños y no hacían nada. ¿De qué sirven las resoluciones en Nueva York y Ginebra si luego no se aplican? Para el mundo, las vidas de los africanos no tienen valor. Los europeos y los americanos dicen 'dejad que se maten entre ellos', como si no tuviéramos derechos, si no fuera para nosotros.

Ahora ha vuelto a su país.

Volví en 1997. Trabajaba en la ONU pero necesitaba volver a casa. Es lo mejor que he hecho en la vida. Dedico mi tiempo a mi pasión, a lo que le he dedicado la vida entera, y veo resultados. Puse todos mis ahorros en abrir un hospital universitario, que ahora está reduciendo la mortalidad, donde hay mujeres operando, donde los hombres y las mujeres trabajan juntos para salvar vidas. En mi universidad, el 70% de las estudiantes son mujeres. Estoy tan orgullosa… es un logro como mujer negra retirada para toda África.

Edna Adan Ismail, exministra de Somalia y activista en contra de la mutilación genital femenina.

Edna Adan Ismail, exministra de Somalia y activista en contra de la mutilación genital femenina. / FERRAN NADEU

¿Cómo empezó su lucha contra la mutilación?

Hace 50 años y nadie lo entendía. Es algo íntimo, vergonzoso, tabú… no era fácil. Yo de pequeña también fui víctima de la ablación. Pero me fui a Londres a estudiar para ser comadrona y vi mujeres que no estaban heridas como yo. Cuando volví a Somaliland en 1961 empecé a asistir partos de mujeres mutiladas y me horroricé de ver el dolor que sufren en el parto. Me di cuenta que la mutilación afecta al nacimiento, a los matrimonios, a la supervivencia de los bebés en el parto... ¡Me hervía la sangre, me enfadé muchísimo! Y lo peor es que no podía hablar de ello.

"En Londres vi mujeres que no estaban heridas como yo. Me di cuenta de que la mutilación afecta al nacimiento, a los matrimonios, a los partos"

¿Por qué?

Me decían: 'Eres de una familia respetada, no puedes decir esto'. Yo respetaba a mi familia, mi cultura, mi tradición…. Pero seguía enfurecida al ver mujeres sangrando, infectadas, ver bebés que morían en el parto porque no podían salir… no sabía cómo gestionarlo.

¿Y cómo rompió el tabú?

En 1995 me convertí en la primera ministra del Gobierno de Somalia, antes de la guerra. Fui a Sudán a un congreso sobre obstetricia y ginecología. Había hombres, mujeres, sanitarios, científicos, líderes religiosos… Un profesor hizo una presentación sobre la mutilación. Habló del dolor, de las complicaciones… Yo estaba en shock, no sabía que se podía hablar de ello. Me di cuenta de que no tiene nada que ver con el islam.

Y empezó el activismo.

Mi marido, mi familia… se enfadaron y se avergonzaron de mí. Pero una vez sales del armario ya no puedes volver a entrar. Decidí ser estratega. Me centré en hablar de dolor, de sangre, de infecciones… de aquello que podemos entender. Me reunía con mujeres y les decía: 'yo no he sido madre pero vosotras sí, contadme'. Y ellas mismas me lo explicaban. Son hechos. Yo les planteaba: '¿seguimos haciendo este daño a las niñas?'.

"Yo soy una mujer negra y la gente me escucha. Por ello muchas políticas de Occidente fallan en África"

La mutilación la ejercen las mujeres, ¿no?

Sí, es tradición. Creen que es bueno para ellas, que es su deber como madres y abuelas. Al principio, solo dos instituciones nos permitían hablar de ello. Pero luego ya nos abrieron las puertas por todo el mundo: en Nueva York, en las Naciones Unidas... ahora todas las universidades tienen programas sobre la mutilación y se habla en todos los periódicos.

¿En Somaliland se sigue practicando?

Se ha reducido, ocurre menos. Pero solo que haya una niña herida ya es demasiado.

"Si haces enfadar o avergonzar al público… no volverán. Hay que tratarlo con respeto. Decir que sus tradiciones están mal no es respetarles" 

¿Occidente debe empoderar a las africanas para acabar con ello?

Antes ocurría así, tenían que venir las blancas a explicarnos y hacérnoslo entender. Yo soy una mujer negra y por eso la gente me escucha. Y por ello muchas políticas de Occidente fallan en África. Las mujeres negras somos capaces de luchar contra la mutilación, lo hemos hecho, lo seguimos haciendo y lo estamos consiguiendo. Cada vez tenemos más oportunidades y somos igual de capaces que las mujeres blancas.

¿Por eso fallan las políticas contra el matrimonio forzado o la mutilación en Europa?

Si haces enfadar o avergonzar al público… no volverán. Hay que tratarlo con respeto. Decir que sus tradiciones están mal no es respetarles. Las mujeres blancas son muy simplistas, piensan que con una ley todo se resuelve. ¿Tienes cárceles para encerrar a todas las mujeres que lo practican? Porque son miles. En Somaliland hicimos una ley contra la ablación en 1995. Cayó la prevención, la sensibilización, porque ya había una ley. Y la mutilación creció, claro. Igual que en el Sudan. No funcionó.

"Solo con la independencia económica de las mujeres se consigue acabar con la discriminación"

¿Las mujeres africanas sufren más discriminación?

En Somaliland no hay matrimonios forzados, hay educación gratuita para todos, universidades… Lo que pasa es que la guerra dejó pobreza. Y las mujeres no tienen las mismas oportunidades, siempre los más débiles sufren más, y las mujeres son las más discriminadas. En Europa también ocurre, pero en proporciones distintas. La independencia económica es la clave, solo así terminará la discriminación de las mujeres.

¿Qué opina de la política de fronteras de Europa con África?

Me genera mucho dolor. Nuestra juventud está muriendo en el mar… solo buscan una vida distinta, oportunidades.

¿Es culpa de los gobernantes africanos?

Sí, pero ¿quién les manda armas? Nosotros no tenemos fábricas de tanques ni de aviones de combate. Es algo que ustedes han creado.