Dependencia

"Enseguida te solucionan los problemas": así ven los usuarios el modelo pionero de atención a la dependencia

Àgueda Ocaña, una mujer con discapacidad, afirma que la coordinación entre servicios sociales y su médico de cabecera alivia su día a día, ya que le evita tener que desplazarse y hacer gestiones en distintas ventanillas

AGEDA ELVIRA OCAÑA USUARIA DEL PROGRAMA DE ATENCION INTEGRAL SOCIO SANITARIA. FOTO: JOAN REVILLAS

AGEDA ELVIRA OCAÑA USUARIA DEL PROGRAMA DE ATENCION INTEGRAL SOCIO SANITARIA. FOTO: JOAN REVILLAS / JOAN REVILLAS

Elisenda Colell

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Àgueda Ocaña jamás se olvidará del 24 de abril de 2015. "Fue el día que volví a nacer", explica, emocionada. Esta vecina de Amposta era peluquera, y fue a casa de una clienta a cortarle el pelo. En ningún momento pensó que al entrar por aquella puerta su vida daría un vuelco de 360 grados. "Tropecé y me caí por el patio de luces... Se me rompió la médula completa, también tuve una lesión en la cabeza, las costillas y el pulmón, y los pies se me quedaron en posición vertical", cuenta. Desde entonces usa silla de ruedas y necesita el apoyo de su marido para hacer prácticamente todas las tareas de la vida diaria. Ella es una del millar de pacientes que reciben la atención sociosanitaria integrada (atención primaria y servicios sociales) que se aplica en Amposta y que la Generalitat quiere diseminar por toda Catalunya. "Y cuando tengo un problema o necesito algo les llamo y me lo resuelven al momento. Estoy muy contenta con que esto se expanda por toda Catalunya", añade.

Ocaña tiene un problema grave de movilidad. "De cintura para abajo", matiza. No tiene control de los esfínteres, entre otras dificultades, debido al accidente que sufrió. "Yo aún doy las gracias a Dios de seguir viva", agradece. Al volver del hospital a casa, tuvo que adaptar todo su hogar: un elevador para llegar a la puerta salvando las escaleras y cambiar la ducha. El servicio le costó unos 8.000 euros, y el Govern le subvencionó mil.

Su marido se prejubiló para atenderla día y noche, explica la mujer, que es madre de dos hijas, una de las cuales invidente. La complejidad aún fue mayor cuando, a los años de estar en la silla de ruedas, le surgió una úlcera en el glúteo que casi le deja sin una pierna. Ocurrió en 2021. "Me operaron en el Hospital Vall d'Hebron, llegué a tener tanta pus que la pierna se me estaba gangrenando. El médico me dijo que si me hubiera esperado más me habrían tenido que cortar la pierna", explica.

Àgueda Ocaña, una mujer con discapacidad, junto a la enfermera que gestiona y coordina el millar de casos dependientes de Amposta.

Àgueda Ocaña, una mujer con discapacidad, junto a la enfermera que gestiona y coordina el millar de casos dependientes de Amposta. / JOAN REVILLAS

La gestión de su caso se abordó, desde el primer momento, a partir del modelo de atención social y sanitario que reina en el CAP de Amposta. "Cuando volví a casa, siempre venía el personal del CAP y de los servicios sociales juntos a preguntarme qué necesitaba y cómo estaba funcionando todo", explica. Además de los cuidados a las heridas del postoperatorio de la úlcera, Ocaña recibe tres días a la semana una cuidadora del Servicio de Atención a Domicilio. "Me ayuda a ducharme, a levantarme con las férulas y dar cuatro pasitos, y me hace los masajes en las piernas para que circule la sangre, porque si no se pone morado... Hace todo lo que le han enseñado los médicos", sigue.

Que Águeda tenga acceso directo con la coordinadora de casos como el suyo le resulta más que útil en el día a día. "Les llamo, les mando un mensaje y me lo solucionan todo al minuto". ¿Por ejemplo? "Pues a veces mi marido quiere irse con mi hija a algún lado y me lo montan para que pueda venir la asistenta a estar conmigo -explica-. También les pedí que me cambiaran el día para que me pudiera llevar al mercadillo los martes". "Son cosas que parecen sencillas, pero si las tienes que gestionar tú... Se te hace un mundo", suspira. Sin embargo, reclama que estos cuidadores estén más horas con ella. "Solo está tres horas a la semana, y eso es muy poco. Nosotros pagamos a una chica externa, pero... ¿y la gente que no se lo pueda permitir?", cuestiona.

Cuidar a los cuidadores

Su caso choca directamente con el de Maria Dolors Espelta. Ella estuvo cuidando a Joan, su marido, enfermo de alzhéimer desde 2010 hasta 2016, cuando el servicio de atención social e integrada aún no estaba implantado. "El cuidador deja de tener vida, debes estar muy pendiente de la persona enferma y tienes que darle vida porque la suya se está borrando... Es muy duro", sigue. Espelta ahora es presidenta de la Asociación de Familiares de Alzhéimer de Amposta, una entidad que, con el apoyo de los profesionales sociales y sanitarios, impulsó en 2017 un espacio de encuentro entre cuidadores.

Ella ya no lo frecuenta, pero tras la muerte de su marido le fue muy útil. "Cuando te pasa, lo vives sola. A la gente no le explicas lo que te pasa, les das pena, no te entienden... En la escuela de cuidadores descubres poco a poco que nos pasan las mismas cosas, hacíamos actividades, teatro, risoterapia... Fue todo un descubrimiento", explica. Espelta insiste en la importancia de ayudar a los cuidadores, y establecer un modelo de atención a los dependientes que ayude al enfermo, pero también a todo su entorno. "Si no, enfermas tú también".