El Tren de la Historia

Un arco en la autopista

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arco / ARC DE BERA 11/9/2013 DIADA NACIONAL VIA CATALANA FOTO: mediasky.cat

Xavier Carmaniu Mainadé

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Se acerca el final de 2022 y como siempre tocará hacer resumen de los temas más importantes del año. En la lista seguro que aparecerán las infraestructuras y los constantes problemas en la autopista AP-7. Ahora que ya se ha recuperado la normalidad de movimientos de la vida prepandémica y cada día la utilizan cientos de miles de vehículos, se han hecho evidente sus carencias.

Sin embargo, hay que decir que se comenta poco que esto se ha traducido en una disminución de la afluencia en otras carreteras como la N-340, donde siempre ha habido accidentes gravísimos. Si uno mira el mapa por donde discurren ambas, llama la atención que avancen de manera tan paralela, pero es que no hacen otra cosa que aprovechar la orografía del terreno. De hecho son una simple evolución de la famosa Vía Augusta, construida hace dos mil años. La prueba más evidente de esta conexión entre pasado y presente se llama Arco de Berà.

Al igual que hay clubs que son más que un club, también hay monumentos que son algo más que un monumento. Y este es el caso de esta construcción, que simboliza el legado romano en Catalunya. Además, como nos explica en el pódcast la directora del Museo Nacional Arqueológico de Tarragona, Mònica Borrell, también viene con patrocinador incorporado. Ahora las marcas pagan a los clubs para promocionarse (¿no, Spotify?), pues en tiempos de los romanos esto lo hacían los ricos, que se gastaban fortunas para granjearse la admiración del pueblo. Se puede comprobar al visitar el Arco de Berà. En la parte superior aparece el nombre de Lucio Licina Sura, que en su testamento legó una gran cantidad de dinero para levantar este monumento y dedicarlo a Augusto. Esta es una de las particularidades del Arco de Berà, porque normalmente los arcos servían para conmemorar victorias bélicas pero en este caso sirve para enaltecer al emperador.

La AP-7 romana

Cuando vayan se darán cuenta de que un camino empedrado lo cruza por debajo. No es para hacerlo más pintoresco. Es la Vía Augusta. Tal y como cuenta el conservador de la colección clásica del Museo Arqueológico de Catalunya, Jordi Principal, esa era la AP-7 de la época, porque conectaba la península desde los Pirineos a Andalucía. Efectivamente, los romanos ya tenían claro que el corredor mediterráneo era fundamental. De hecho lo tenían más claro ellos que nosotros porque terminaron el trazado en sólo siete años y eso que lo construían a mano los propios soldados. La legión romana tenía especialistas en el diseño de infraestructuras porque su modelo de expansión se basaba en el dominio territorial y por tanto necesitaban buenas carreteras por donde hacer pasar las tropas. Otra de las curiosidades que nos explica Jordi Principal es que los romanos eran muy prácticos y por eso no tenía el mismo formato en todas partes. Así, mientras en las entradas de las ciudades era ancha y empedrada, en los lugares menos transitados era más estrecha y sólo de tierra. Eso sí, había áreas de descanso estratégicamente colocadas a lo largo de todo el trayecto para poder cambiar los caballos y pasar la noche.

Cabe decir que los romanos no fueron los primeros en hacer carreteras y que en algunos lugares simplemente mejoraron las zonas de paso preexistentes. Del mismo modo, cuando su imperio desapareció, en la Edad Media los nuevos poderes se sirvieron de aquellas infraestructuras sólo cambiándolas de nombre. Por ejemplo, las que eran de un monarca se llamaban caminos reales.

Ahora bien, el problema era que no había un poder tan fuerte como el romano que los cuidara. Tal y como nos explica la profesora de la Universidad Politécnica y especialista en infraestructuras, Teresa Navas, la primera vez que en la península volvió a haber alguien interesado en planificar carreteras fue durante la monarquía borbónica del siglo XVIII. La diferencia era que los caminos no llevaban a Roma sino a Madrid, donde estaba el poder central. Y para dejarlo bien claro, todas las vías tenían su origen en la Puerta del Sol, donde la gente se sigue fotografiando en el famoso kilómetro cero.

En el siglo XIX hubo intentos de crear un sistema viario que articulara mejor el territorio, pero en Catalunya el gran cambio llegó con la Mancomunitat, que proyectó carreteras locales en todos los municipios. En cambio, la filosofía de las autopistas es bastante diferente porque son vías cerradas, donde lo que importa es la velocidad de desplazamiento. Siempre que no haya atascos, claro. Si quedan atrapados en uno, el pódcast del Tren de la Historia dedicado al Arco de Berà les hará compañía.