Investigación policial
La Policía Nacional constata el crecimiento del crimen organizado dominicano en Catalunya
¿Cómo llega la mayoría de la cocaína a Catalunya?
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
La operación 'Europa' de la Policía Nacional ha mostrado el crecimiento del crimen organizado de origen dominicano afincado en Catalunya, según fuentes de la Sección de Estupefacientes del cuerpo estatal. A diferencia de años anteriores a la pandemia, cuando los Mossos d'Esquadra habían detectado por parte de traficantes dominicanos un claro interés en hacerse con un trozo del pastel criminal –como cuando en 2017 se adueñaron de la mayoría de narcopisos del centro de Barcelona– e iban sobrados de violencia pero faltos de estructura para traer droga, ahora están organizados, para inquietud de los cuerpos policiales. El grupo desarticulado este mes de septiembre pudo importar cocaína escondida en un cargamento de plátanos a través de una estructura legal. El itinerario de la droga, además, no era un viaje directo desde América del Sur, incluía una escala en África para distraer a las autoridades españolas.
En la operación 'Europa', siete personas fueron arrestadas y actualmente se encuentran en prisión preventiva por integrar un grupo criminal y por narcotráfico. Según los investigadores, afrontan penas de más de 12 años. Pero no hará falta esperar a que salgan de la cárcel para que la mafia encaje el golpe. "Cortas una cabeza, y salen dos", advierte un inspector a cargo del grupo 15, especializado en el combate del mercado de la cocaína. La organización ha demostrado una preocupante capacidad de regeneración, alertan fuentes policiales.
El funcionamiento de este grupo dominicano desarticulado es el de una sucursal y, como ocurre con otras mafias emergentes en España –como la albanesa o la serbia–, los principales responsables residen en los países de origen y tienen gente en partes distintas del planeta que usan para comprar droga directamente a los productores. Una movilidad que explica, por ejemplo, por qué ninguno de los siete detenidos en la operación 'Europa' tenía antecedentes en España. Residían en Barcelona, Badalona, Santa Coloma de Gramanet, Montgat y Alella. En estas dos últimas poblaciones, los investigadores hallaron los laboratorios en los que adulteraban la cocaína. También era en ese lugar donde guardaban el alijo de cocaína de 800 kilogramos importada desde América del Sur. Para la Policía Nacional detectar ese cargamento supuso el hallazgo de droga más importando incautado en tierra de los últimos quince años en España. Tal era la fuerza del grupo dominicano.
La sociedad catalana no ha olvidado aún lo que sucedió en 2016, cuando dos bandas dominicanas se enzarzaron en una espiral de violencia sin precedentes en Catalunya. Todo comenzó con el robo de un cargamento de droga traído desde Ámsterdam (Holanda). Uno de los dos grupos supo de la existencia de esta mercancía, en posesión del clan rival, y asaltó el domicilio en el que estaba escondida para llevársela. El sangriento enfrentamiento se alargó un año y se saldó con seis asesinatos. A aquella determinación para la violencia ahora se le añade, para alarma policial, una organización que sí tiene capacidad para importar cocaína a través de una estructura legal declarada en España, adulterarla con una sustancia de corte inalterable y rehacer los 'ladrillos' de cocaína fingiendo ante los compradores que vendían kilogramos casi puros.
Operación Europa
La operación 'Europa', a diferencia de la mayoría de investigaciones de envergadura similar, no arrancó por un aviso de la Europol o la Interpol. Fueron las propias fuentes de la Policía Nacional quienes pusieron a los agentes de la Sección de Estupefacientes tras la pista de la banda dominicana en 2020, antes de que estallara la pandemia.
Así comenzaron los seguimientos por parte de los policías hasta que, poco antes de la declaración del estado de alarma, presenciaron el intercambio sospechoso de una bolsa. Pidieron ayuda a la Guardia Urbana de Barcelona para proceder a detener a los implicados y así confirmaron que estaban sobre la pista de una banda de narcotraficantes: la bolsa contenía 33 kilogramos de cocaína y 52.000 euros en efectivo. La vigilancia sobre los implicados se intensificó. Hasta que a finales del pasado verano decidieron arrestarlos.
Sustancia de corte
La organización criminal disponía de una empresa legalmente constituida en España a través de la que importaron un cargamento de plátanos de América del Sur, tras una escalada en la costa de África. Ese movimiento sirvió para que las autoridades españolas no revisaran el cargamento dado que lo que procede de las llamadas rutas "calientes" se supervisa con más ahínco al llegar al puerto de Barcelona. Escondida en planchas de 300 gramos, debajo de plátanos, los narcos descargaron la cocaína y se la llevaron a Montgat y Alella.
Cada placa de 300 gramos la convertían, adulterándola con una sustancia de corte, en 1 kilogramo. La sustancia que usaban, todavía no identificada por el laboratorio del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, actuaba como la lidocaína: era indetectable por los reactivos a la venta en España, lo que significaba que los compradores creían que estaban adquiriendo una substancia casi pura.
En el laboratorio, además de cortarla para disparar los beneficios –cada kilogramo vale en España unos 30.000 euros y ellos estaban en disposición de convertir los 800 kilogramos en 2.400 kilogramos–, también la prensaban de nuevo por kilogramos, la forraban de celofán, la envolvían de papel carbón, la cubrían de grasa y colgaban un globo como el que colocan en el país de origen a cada 'ladrillo' antes de su transporte marítimo por si hubiera que lanzar la droga por la borda. Es decir, fingían que aquel 'ladrillo', al que además prensaban con un sello, procedía directamente de América del Sur, ocultando que había pasado por su laboratorio y que su pureza era casi un 70% inferior a la que se descarga en el puerto de Barcelona.
Las mafias emergentes que importan cocaína a España han escogido este país como puerta de entrada para Europa por su ubicación geográfica, sus rutas comerciales y, principalmente, según las fuentes policiales consultadas, porque tiene un marco penal más laxo que el del resto países del continente.
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