Mesa redonda

La alimentación del futuro: retos e iniciativas hacia una mayor sostenibilidad

Los participantes en una jornada organizada por EL PERIÓDICO coinciden en apuntar a un cambio de modelo y una innovación tecnológica para lograr que los recursos alcancen a toda la sociedad y se preserve el planeta

Participantes en la mesa redonda sobre la alimentación del futuro

Participantes en la mesa redonda sobre la alimentación del futuro / Joan Cortadellas

Núria Bonet

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El reto es mayúsculo: no solo se trata de alimentarnos de forma saludable, si no también de forma sostenible para nosotros y para el planeta. ¿Cuáles serán los productos del futuro? ¿Cómo debe adaptarse la industria del sector a estos cambios? ¿Cómo podemos aportar nuestro granito de arena como consumidores? Todas estas cuestiones centraron el debate en una mesa redonda organizada por EL PERIÓDICO, junto a Mercabarna y Veritas, celebrada en la sede del diario en L’Hospitalet de Llobregat, en la que expertos en la materia apuntaron los retos que marcarán los próximos años.

Inauguró la jornada Ujué Fresán, farmacéutica, máster en Salud Pública y doctorada en Biomedicina, apuntando a la necesidad de seguir promoviendo una dieta sana y equilibrada. Ahora bien, Fresán alertó que “ya no es suficiente que nuestra dieta sea saludable sino también sostenible: nutricionalmente equilibrada, inocua y saludable”, resumió, pero añadió que “debe tener también un bajo impacto ambiental, ser respetuosa con los ecosistemas, económicamente justa y asequible, y culturalmente aceptable”.

Resumen de la mesa redonda 'L'alimentació del futur a debat'

Resumen del evento "L'alimentació del futur a debat" /

Y es que el contexto es especialmente duro y los pronósticos no muy favorables. Fresán recordó que el 40% de la superficie terrestre está dedicada a producir comida para los humanos o para los animales que luego nos comeremos, lo que ha supuesto la degradación de ecosistemas: el 80% de la pérdida de biodiversidad se atribuye al sistema alimentario. También un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero son debidos al sistema alimentario, según desglosó Fresán, quien alertó que “si no reducimos la emisión de gases durante la producción alimenticia no cumpliremos el Acuerdo de París”.

Las previsiones hablan de que pasaremos de los 7.000 millones de personas actuales a sumar 3.000 millones más. La doctora en Biomedicina afirmaba que “la Tierra tiene capacidad para alimentarnos pero no si lo hacemos de la forma en que producimos y consumimos actualmente”.

Decisión del consumidor

Llegados a este punto, Ujué Fresán abogaba por emprender “cambios productivos, por supuesto, pero también decisiones personales, dietas con menor impacto en el ambiente”, y pedía que el comsumidor sea consciente que los alimentos dejan una huella diferente en el entorno. 

Y si hablamos del consumidor final, otro gran problema es la justicia alimentaria. “Necesitamos políticas para que esta alimentación saludable y sostenible sea asequible”, pedía Fresán, puesto que “hay personas que no pueden costearse una dieta saludable”. Por último, Ujué Fresán insistía en la importancia de “tener en cuenta las condiciones socioculturales en las que nos movemos” y concluía que “no existe un único patrón de dieta que se entienda como sostenible, la tenemos que adaptar a nuestro entorno”.

El momento clave

En un contexto de cambio climático, de crisis energética y de inflación, ¿cómo lograremos alimentar a una población que no deja de crecer sin malmeter al planeta? Arrojaron luz sobre todas estas cuestiones los expertos invitados a debatir en la mesa redonda. El director general de Mercabarna, Jordi Valls, hizo constar el vínculo importante entre alimentación y energía y aportaba cifras relevantes: hace 50 años, en los costes de la economía familiar, la alimentación suponía el 49% del total, mientras que en 2015 el coste suponía tan sólo el 15%. Esto indica que “se ha conseguido una mayor eficiencia en los costes” pero también “un impacto ambiental”. El descenso de precios no ha ido de la mano de un control de la sostenibilidad futura.

Valls destacó también la importancia del aprovechamiento alimentario: “se pierde más de un 30% entre lo que se produce y lo que consumimos” y el director de Mercabarna alertaba que esto supone también perder un 30% del consumo de agua, emisiones, etc, que han sido necesarios para producir los alimentos, lo que redunda en que el precio final del producto suba.

Visto el contexto actual, la ingeniera agrónoma y jefa de la Oficina de Vigilancia Tecnológica del IRTA, Anna Pallí, hacía hincapié en que “es necesaria la innovación tecnológica para mejorar la productividad de los cultivos, para llegar a más población, para desarrollar modelos de precisión en el desarrollo de los alimentos”. Ahora bien, Pallí apuntaba que “hay que buscar sustituos al sistema actual” y consideraba necesaria “una visión más holísitica del problema, con soluciones más amplias”.

Míriam Torres, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar de la UVIC, alertaba que “ya no todo el mundo tiene acceso a todos los alimentos de la cesta habitual” puesto que la cesta de la compra básica es cada vez más cara. “Indentificábamos la inseguridad alimentaria con países del tercer mundo pero ya está llegando aquí”, apuntaba y añadía que esto hace que actualmente existan alimentos que se están dejando de consumir, optando por opciones menos saludables y más económicas. Además, la pobreza energética hace que cada vez haya más hogares que no pueden permitirse cocinar determinados alimentos básicos. 

Hacia la austeridad

Se abrió un debate sobre si hay que reaprender a alimentarse de forma saludable y también sostenible. Para Jordi Valls es cierto que ha habido ya un cambio cultural y apostaba por la “educación en hábitos alimentarios más sostenibles y austeros”, y por promover la innovación y la tecnología en el sector alimentario.

En este sentido, Anna Pallí indicaba que “es importante que todos nos alfabeticemos y cambiemos valores puesto que será fundamental para que no veamos la austeridad como algo negativo: es un cambio”. Pallí aseguraba que “nos tenemos que dar cuenta que los alimentos son mucho más que comida: clima, biodiversidad, justicia” y por ello se preguntaba si “el precio debería de estar regulado sólo por los mercados o si tendría que haber políticas que lo regularan. 

Por su parte, Miriam Torres hacía constar también “la falta de formación y educación en el ámbito de la alimentación” e indicaba la necesidad de que “la gente haga una elección consciente, pensando también en la sostenibilidad del alimento que adquiere".

¿Qué papel juegan los productores y distribuidores en esta confección de un futuro más sostenible? Para el director de Mercabarna está claro que “tenemos una industria muy potente a la que hay que ayudar en su transformación”, apostando, por ejemplo, por una mayor colaboración entre el sector público y el privado y por una mayor implantación tecnológica. Anna Pallí coincidía con este diagnóstico y afirmaba que “la industria catalana es un ejemplo de innovación” y, en este sentido, pedía que seamos conscientes del problema que conlleva el sistema actual y se busquen nuevas soluciones tecnológicas que pasarían por la AI o la robotización. 

Así mismo, Míriam Torres añadía que “la tecnología tiene que garantizar que la gente coma mejor y que su dieta sea más sostenible”. Para la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Bienestar de la UVIC, el futuro pasa por “ser conscientes que tenemos que comer menos, que quizás tendremos que tender a una dieta flexiteriana”.

Iniciativas municipales

Se encargó de concluir el acto la regidora de Comercio, Mercados, Consumo, Régimen Interior y Hacienda del Ajuntament de Barcelona, Montserrat Ballarín, quién destacó algunas de las iniciativas puestas en marcha desde el gobierno local.

Por un lado, el programa Comerç Verd que ha arrancado en los mercados municipales y que garantiza la oferta de producto ecológico y de proximidad y lo identifica. Por el otro, en Mercabarna se ha puesto en marcha el Foodback, un centro de aprovechamiento alimentario que tiene por objetivo reducir el desperdicio de alimentos. 

“No tenemos soluciones mágicas pero tenemos iniciativas y expertos”, concluyó la regidora Montserrat Ballarín, apostando por la colaboración público-privada para abordar los retos que conlleva una alimentación más sostenible.