Reforma horaria y conciliación

Catalunya se conjura para legitimar el derecho al tiempo

"Hace falta que la gente sienta como suyo ese derecho. Hemos de poder tener una vida vivible y poder desconectar", ha defendido Tània Verge en la inauguración de la Barcelona Time Use Week

Tania Verge

Tania Verge / FERRAN NADEU

Montse Baraza

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El tiempo es un nuevo derecho ciudadano. Es lo que el Govern, la Diputació de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona quieren que los ciudadanos perciban y asuman. Una idea que ha de servir para apuntalar un cambio social que debería llevar hacia la reforma horaria, aún en pañales, y hacia una gestión del tiempo más ligada a la conciliación y hacia la equidad y que debe ir acompañada de políticas públicas.

"Hace falta esa primera legitimación, que la gente sienta como suyo ese derecho. No es una necesidad particular. Es general y tiene un impacto. Hemos de poder tener una vida vivible, poder teletrabajar y poder desconectar", ha defendido la 'consellera' de Igualtat i Feminismes, Tània Verge, este lunes en la inauguración de la Barcelona Time Use Week, que durante esta semana reunirá a más de un centenar de expertos para analizar la reforma de la gestión del tiempo. "La organización actual hace la vida menos vivibles. Es complejo de materializar porque es una revolución cultural, un cambio en el modo de organizarnos como sociedad, como familias o como empresas, pero hemos de poder garantizar este derecho y concretarlo con acciones", ha señalado Verge.

Sobre esa idea ha abundado Joan Francesc Pont, presidente de la Barcelona Time Use Initiative: "Esta semana contribuirá a que muchas personas y organizaciones visualicen el derecho al tiempo como un derecho político, que debe ser reconocido por las instituciones y organizaciones a toda la ciudadanía, ya que traerá más felicidad, salud, igualdad, productividad y sostenibilidad".

Los organizadores de la Barcelona Time News Week han querido vincular el derecho al tiempo con las desigualdades, puesto que el actual sistema de reparto del tiempo basado en un triángulo de ocho horas de trabajo, ocho horas de sueño y ocho de ocio no es tal para las mujeres. Los cuidados no son ocio, y el tiempo invertido en cuidados recae mayoritariamente sobre las mujeres. Según recordaba Teresa Llorenç, coordinadora de Igualdad de la Diputación de Barcelona, el 80% de las cuidadoras son mujeres. Entre ellas, muchas madres de hijos con necesidades especiales y o hijas de personas dependientes. "La pobreza del tiempo tiene rostro de mujer y tiene un factor de clase y de origen", ha apuntado Llorenç. "Nos hace falta una nueva mirada estratégica que reconozca que todos tenemos derecho al tiempo, por igualdad, por salud y por sostenibilidad", ha remachado

El adelanto del inicio del curso escolar o la gratuidad de Infantil-2 son dos de las medidas que el Govern ha impulsado para avanzar hacia ese camino. Otras son el permiso de tres días de duelo gestacional, permisos para reglas dolorosas o programas de tiempo para cuidados dirigidos a liberar a las mujeres --las principales cuidadoras-- para que puedan destinar tiempo a formación, conciliación, participación ciudadana o simplemente a descansar. En este último ámbito, por ejemplo, Igualtat ha transferido 20 millones de euros a ayuntamientos para ofrecer canguros gratuitos para menores de 0 a 14 años.

La vicepresidenta del Área de Desarrollo Social y Económico del Área Metropolitana de Barcelona, Montserrat Ballarín, ponía en valor el papel de los ayuntamientos para avanzar hacia estos cambios. La Mesa Metropolitana del Tiempo y la encuesta sobre los usos del tiempo serán dos elementos clave para ir concretando la reforma horaria.

Entre los asistentes a la jornada, Fabián Mohedano, impulsor del proyecto de la reforma horaria en Catalunya, que admitía que los cambios son lentos, y que los pequeños gestos son como "lluvia fina". "A veces los avances son de media hora. Muchas empresas han ido acortando poco a poco el tiempo de comer, empezando por media hora", describe. Y ve en los jóvenes la esperanza para esa revolución: "Los jóvenes ya no quieren jornadas laborales maratonianas", afirma constando una tendencia que puede acabar de impulsar ese cambio cultural.