el drama de la vivienda

Activistas de la PAH van a ver 'En los márgenes' y un empleado de banca les pide perdón

EL PERIÓDICO acompaña a miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) a ver la película sobre el drama de los desahucios

En una sesión catártica, el público de la sala acabó aclamando a los afectados por la falta de vivienda

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A1-157914601.jpg / Angel Garcia

Elisenda Colell

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Solo pisar el cine Renoir Floridablanca a muchos les saltaron las lágrimas. Monica de la Torre, Rafael Gómez, Núria Sanjuan, Noelia Riaño y Diana Virgós acudieron el 12 de octubre a ver la película 'En los márgenes' y acabaron aclamados por el público reunido en la sala de proyección. El filme dirigido por Juan Diego Botto y protagonizado por Penélope Cruz y Luis Tosar narra con mucha humanidad el drama de los desahucios en Madrid. Ese día los cinco activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) fueron los auténticos artistas. No era para menos. Verles con las ya famosas camisetas verdes del movimiento antidesahucios ponía la piel de gallina.

De la Torre fue desahuciada de un piso del Eixample de Barcelona hace tres años. "Me separé de mi marido, trabajaba para él... y lo perdí todo. Yo sola era incapaz de pagar los 1.000 euros al mes que costaba el piso y, aunque paramos un primer desahucio, me tuve que ir al segundo intento", explica. Después de rondar varios meses en pensiones y habitaciones variopintas financiadas por los servicios sociales, ya ha conseguido un piso de emergencia de la bolsa de alquiler social.

Gómez, en cambio, logró quedarse en su piso de l'Hospitalet de Llobregat aunque el miedo al desahucio la llevó a plantearse quitarse la vida. "Yo vivo en un piso en la planta decimotercera. Muchas veces me asomaba al balcón y pensaba... si me tiro se acabaría todo", recordaba emocionado al salir de la proyección. Peligró (y aún peligra) su piso. El que compró en 1990 y terminó de pagar tres años después. El mismo piso que le embargaron en 2006 después de que le obligaran a figurar como administrador único de una empresa de recogida de maletas en el aeropuerto que estaba en la ruina. Ahora sigue viviendo ahí, con un alquiler social que ya ha vencido. "Estoy temblando... me piden más del doble y yo no tengo ese dinero", susurra.

Los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) entrando en la sala del cine Renoir Floridablanca, el pasado miércoles.

Los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) entrando en la sala del cine Renoir Floridablanca, el pasado miércoles. / Angel Garcia

Años sin pisar una sala

Sanjuan sigue viviendo con el miedo y la ansiedad de no saber cuándo será su desahucio. El piso en el que vive como inquilina desde 1995 es ahora de un banco, que ya ha expuesto a un juez tres motivos para desahuciarla. "Yo estoy endeudada hasta las trancas... mi empresa de floristería quebró y no puedo permitirme otra cosa", cuenta esta madre luchadora. "Ahora, cuando tocan el timbre me encojo, no abro la puerta a nadie... ¿si me echan, dónde iremos mi hijo y yo?", se pregunta.

Ellos tres, junto con otros dos activistas de la plataforma, decidieron ir a ver la película que habla de sus vidas. La vida de miles de personas que no pueden pagarse el techo ni otras cosas menos vitales. De la Torre, por ejemplo, hacía años que no pisaba un cine. "Cuando estás así, cuando no tienes para nada... no puedes gastar el dinero en lujo, solo en cosas prioritarias: el comer", decía a la entrada.

La película duró dos horas y 45 minutos que pasaron volando. Reconocieron a muchos compañeros de la PAH de Madrid en la gran pantalla, y en el rostro de los actores vieron reflejadas sus caras y las de sus compañeros de desahucios. "A mí Penélope Cruz no me entusiasma", reconocía De la Torre antes de ver la película. Después, sólo podía que aplaudirla. "No la he visto a ella, he visto a una madre desesperada por sus hijos, he visto a todas las compañeras de la PAH, he revivido todos los desahucios...", explicaba. Al salir, Gómez admitía que se pasó la película llorando a mares.

De trabajador de banco a posible activista

Pero el momento estelar del pase se produjo cuando las luces de la sala se encendieron de nuevo. Los espectadores estaban pasmados y mudos. Y Diana Virgós aprovechó para alzar la voz y recordarles que lo que acababan de ver en la gran pantalla es la realidad de mucha gente. "Es lo que vivimos cada día en la PAH". Y les pidió que no se quedaran indiferentes. "Nuestras asambleas están abiertas para todos. Si les está pasando a ustedes, no tengan vergüenza ni miedo, no es su culpa, es un sistema que quiere enriquecerse a costa de nuestras vidas. Si no les pasa, ayúdennos, únanse", imploró.

La emoción en la sala se podía palpar. Y probablemente ello propició que un espectador se dirigiera directamente hacia ella. "Ya estoy jubilado, pero he sido director de una oficina de un banco. Lo siento mucho, me siento muy culpable. Yo no sabía lo que estaban firmando, lo he visto con mis propios ojos...", admitía con los ojos humedecidos. "No pasa nada, usted era la última pieza de un sistema injusto y ahora puede tener una segunda oportunidad viniendo a nuestras asambleas y ayudándonos a parar desahucios", le respondió Virgós.

Los activistas de la PAH, en las puertas del cine, antes de ver la proyección 'En los márgenes'.

Los activistas de la PAH, en las puertas del cine, antes de ver la proyección 'En los márgenes'. / Angel Garcia

Es evidente que la película superó con creces las expectativas y la crítica más feroz: aquellos que saben que esta ficción no lo es. "Esta película la tiene que ver todo el mundo, también los que no se pueden permitir estar aquí: que la pasen en institutos, en los centros cívicos... y que los que la vean no nos giren la espalda nunca más. Que si nos ven en un desahucio se unan y nos ayuden a pararlo", pedía Sanjuan.

"Es que los derechos humanos y las luchas sociales no se ganan sentados en un sofá o en una butaca de un cine", añadía Riaño. "Si no, todos acabaremos así", apuntaba Gómez, señalando a la calle de enfrente del cine. Un hombre dormía acurrucado entre cartones a las puertas de un párking. "Nadie le ve, pero está. Aquí no llegamos a tiempo", lamentaba.

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