Opinión

La guerra en el instituto de Guissona: la experiencia de un docente

"Es en estos momentos cuando eres consciente de que la labor de un docente va más allá de una nota a final de curso"

La guerra de Ucrania entra en las escuelas catalanas

Guerra Rusia - Ucrania hoy: Última hora en directo

Una pancarta con la palabra paz escrita en ucraniano, en un pasillo del instituto de Guissona.

Una pancarta con la palabra paz escrita en ucraniano, en un pasillo del instituto de Guissona. / El Periódico

Eduard Mayora

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El pasado 24 de febrero sabíamos que sería un día duro en el Instituto de Guissona. Nos despertamos con la noticia del inicio de la ocupación militar rusa de Ucrania. Había estallado la guerra. La guerra de Ucrania, en Guissona, no es "una guerra más" o una guerra lejana a 3.000 kilómetros. Esta aberración se ha convertido en un conflicto de proximidad, puesto que aquí es donde está la comunidad más importante de ucranianos de Catalunya y, por consiguiente, somos el instituto con más estudiantes de origen ucraniano.

Días antes de la ocupación, las preguntas que nos formulaban a los docentes versaban sobre si estallaría la guerra. Las respuestas no fueron fáciles. Aunque los profesores de Historia hablamos de guerras pasadas, poco nos podíamos imaginar que nos iba a toca mojarnos y aplicar, en nuestras respuestas, la famosa competencia 3. Esa que dice: "Interpretar que el presente es producto del pasado, para comprender que el futuro es fruto de las decisiones y acciones actuales".

Como docentes, nuestra respuesta podía convertirse en un arma de doble filo ya que una respuesta afirmativa les podría generar angustia (dado que todos tienen allí familiares o amigos) y una respuesta negativa les podría generar una sensación de tranquilidad y seguridad (que nada tenía que ver con las noticias que les llegaban desde Ucrania).

El inicio de la guerra se ha producido mientras estábamos trabajando la primera guerra mundial en 4º de ESO y Bachillerato. Un macabro paralelismo que estremece, especialmente cuando entramos en las aulas y vemos al alumnado callado, preocupado y con algunas lágrimas que lo dicen todo.

Pero desde el estallido de la guerra, las preguntas han cambiado y giran alrededor del "¿por qué". Es en este momento cuando un profesor sabe que debe saltarse la programación anual y centrarse en las preocupaciones reales del alumnado.

Nuestra labor ha consistido en explicar cómo hemos llegado a esto (competencia 3), y no solo al alumnado de 4º de ESO o Bachillerato. El conflicto histórico pasa por todos los niveles educativos y, rememorándolo, acaban comprobando para qué sirve la citada competencia. Como docentes nos sentimos bien, a pesar del periodo convulso que estamos viviendo en las aulas, cuando nos damos cuenta de que el alumnado, por sí solo, interpreta que, ahora sí, "el futuro es fruto de las decisiones y acciones actuales" y llegan a sus propias conclusiones, que van desde la más optimista (harán las paces) a la más pesimista (tercera guerra mundial).

Desde el Departamento de Sociales también reforzamos el necesario acompañamiento del alumnado desde Religión o Cultura y Valores, donde paradójicamente son los alumnos los que nos están dando lecciones de vida. ¿Os podéis imaginar la cara que se nos queda cuando, hablando de valores como la ayuda o la bondad, te ponen como ejemplo a familiares y amigos que se han ido a Ucrania a combatir? ¿Cómo respondes cuando te preguntan si nosotros abandonaríamos nuestra zona de confort y dejaríamos a nuestras familias para ir a combatir? Es en este momento cuando has de controlar las lágrimas y eres consciente de que la labor de un docente va más allá de una nota a final de curso.

Eduard Mayora, jefe del Departamento de Sociales del Instituto de Guissona

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