Envejecimiento

Edad subjetiva: sentirse joven es positivo, pero también perverso

Varios estudios concluyen que cuantos menos años considera uno que tiene, mejor es su salud

Una pareja de corredores en el Camino de Ronda desde Roc de Sant Gaieta

Una pareja de corredores en el Camino de Ronda desde Roc de Sant Gaieta / Joan Puig

Juan Ruiz Sierra

Juan Ruiz Sierra

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Los estudios sobre la edad subjetiva, cuántos años siente uno que tiene frente a los que tiene en realidad, representan una de las grandes tendencias científicas de estos tiempos. Durante la última década se ha publicado un torrente de investigaciones que intentan arrojar luz sobre los múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales que conforman la experiencia individual de envejecer, y sobre cómo esos hallazgos pueden ayudar a vivir más y de forma más sana. La mayoría suele coincidir en que la brecha entre la edad percibida y la cronológica es mayor conforme avanza el calendario. También en que tienen mejor salud quienes más jóvenes se sienten. Pero hay un ángulo oscuro en todo este furor: la tendencia insana de las sociedades occidentales, señalan los críticos, a despreciar la senectud. 

'Runners' en la Diagonal de Barcelona

'Runners' en la Diagonal de Barcelona / Manu Mitru

El último de estos informes se difundió el pasado lunes. Llevado a cabo por Vivaz, una compañía de seguros, a través de 1.713 entrevistas, contenía datos interesantes. De media, los españoles se ven a sí mismos con 4,5 años menos de los que tienen en realidad. Las mujeres se sienten más jóvenes que los hombres. Existen importantes diferencias entre territorios: los catalanes se sitúan justo en la media, atribuyéndose cuatro años y medio menos, pero en Extremadura la cifra es de seis y en la Comunidad de Madrid baja hasta tres. Y mientras las personas de entre 20 y 29 años pueden llegar incluso a sumarse un año, quienes han cumplido entre 70 y 79 se atribuyen una edad real de una década menos.

“Esto significa que, en España, el grupo de la tercera edad está más sano física y mentalmente que nunca antes en la historia”, señaló durante la presentación del trabajo Manuel Castillo, catedrático de Fisiología Médica de la Universidad de Granada. 

Una pregunta fundamental

El diagnóstico de Castillo resulta rotundo, pero distintos estudios vienen a avalar su tesis, hasta el punto de que existe una corriente en la medicina que considera que una de las preguntas fundamentales que deben hacer los doctores a sus pacientes para conocer su estado de salud es esta: “¿Qué edad sientes que tienes?”. Yannick Stephan, de la Universidad de Montpellier (Francia) examinó en 2018 los datos de 17.000 personas de mediana y avanzada edad: quienes se sentían de 8 a 13 años más viejos de lo que eran cronológicamente, concluyó, tenían entre un 18% y un 25% más de posibilidades de morir. En otro trabajo publicado en la misma época, investigadores surcoreanos escanearon los cerebros de 68 personas mayores: aquellos que se sentían más jóvenes tenían una materia gris en mejor estado y habían sufrido menos deterioro relacionado con el paso del tiempo.

Pero la relación entre estado físico y psíquico y edad subjetiva funciona en ambas direcciones, así que resulta imposible establecer cuál es la causa y cuál la consecuencia. No está claro si sentirse joven mejora la salud o si tener una buena salud provoca un sentimiento de juventud. También al revés. Si uno se siente deprimido, olvidadizo o físicamente vulnerable, lo más probable es que también se vea a sí mismo mayor de lo que es. En cualquier caso, al preguntar por la edad subjetiva, según los defensores de este campo de investigación, los médicos pueden detectar quien tiene más posibilidades de padecer problemas de salud. 

La discriminación

Pero la experiencia individual de envejecer no es un concepto absoluto. Los psicólogos especulan que la edad subjetiva también es una forma de defenderse frente a los estereotipos negativos que conlleva hacerse mayor. Un estudio de la Universidad de Bielefeld (Alemania) preguntó a quienes participaron en él si se sentían más o menos viejos en distintos ámbitos. La edad percibida solía ser más baja allí donde la juventud es algo que está mejor valorado. En el trabajo, por ejemplo. 

Jornada de recreo en la playa de la Barceloneta

Jornada de recreo en la playa de la Barceloneta / Ferran Nadeu

Y así es como se llega a la parte más tenebrosa de todo este enfoque. En marzo de este año, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que la discriminación por edad (o edadismo) provocaba mala salud mental y física, soledad y aislamiento social, inseguridad económica, mala calidad de vida y muertes prematuras. Según el organismo internacional, en torno a 6,3 millones de casos de depresión tienen que ver con este fenómeno, que practican, continuó el trabajo, una de cada dos personas en el mundo.  

Varios estudios consideran que todo el enfoque basado en la edad subjetiva resulta poco ético, al contribuir a esa visión, tan occidental, en la que envejecer supone solo entrar en decadencia y hacerse mayor un estado a evitar, cuando en realidad, en varios aspectos, hay mejores relevantes ligadas al paso de los años. El caso más claro es el de la sensación de felicidad. Una encuesta llevada a cabo en EEUU mostró que a partir de los 18 años las personas empiezan a sentirse peor consigo mismas, hasta que llegan a los 50, momento en el que la tendencia se revierte. Cuando cumplen 85, están más satisfechos incluso que cuando tenían 18. Así que quizá no sea tan mala idea dejar de obsesionarse con sentirse joven y aceptar la edad cronológica que cada uno tiene. 

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