Pandemia

Los militares vigilan la entrada en España de las variantes brasileña y sudafricana del covid

Con rastreo telefónico comprueban las cuarentenas obligatorias de viajeros, o avisan a la policía

Los ejércitos y la Armada preparan más de un centenar de equipos de apoyo a la vacunación en todo el país

Rastreador militar de casos covid y contactos estrechos

Rastreador militar de casos covid y contactos estrechos / Ministerio de Defensa

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Militares del Ejército de Tierra están realizando labores de rastreo de viajeros obligados a guardar cuarentena a su llegada a territorio español, informan fuentes sanitarias y castrenses.

Los militares hacen este seguimiento por encargo del servicio de sanidad exterior del Ministerio de Sanidad, y en Catalunya es simultáneo al rastreo común de casos covid y contactos estrechos que el Servei Català de la Salut realiza –exclusivamente con personal civil, pues no ha reclamado ayuda militar para rastreos- en el territorio administrado por la Generalitat.

El rastreo de viajeros en Barcelona es la principal misión de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica (UVE) del Ejército en Catalunya, y se lleva a cabo desde el cuartel del Bruc, sede del Regimiento de Infantería Barcelona 63.

Los soldados hacen control telefónico de viajeros en cuarentena obligatoria también en los demás puntos de España susceptibles de recibir vuelos internacionales o atraques de buques, al tiempo y sin perjuicio de los rastreos de covid que realizan las sanidades autonómicas entre sus poblaciones.

Desde el pasado 22 de febrero deben guardar cuarentena a su llegada a España todas las personas procedentes de Sudáfrica, Comoras y Brasil. La limitación a estos viajeros apunta al objetivo de la vigilancia encargada a los militares: se trata de contener la afluencia de las variantes sudafricana y brasileña del covid.

Ampliar la vigilancia

Fuentes de Defensa señalan la posibilidad de que en los próximos días se amplíen sus rastreos a viajeros procedentes de otros países americanos y africanos a los que se han extendido las variantes sudafricana y brasileña del covid. Botswana y Venezuela son dos de los más atacados.

Del Consejo de Ministros ha salido este martes una prórroga de las limitaciones de entrada en España de vuelos brasileños y sudafricanos. Desde Brasil y Sudáfrica solo podrán volar a España ciudadanos españoles o andorranos, “así como residentes en ambos países o pasajeros en tránsito internacional a un país no Schengen con escala inferior a 24 horas sin abandonar la zona de tránsito del aeropuerto español”, señala una nota emitida por Sanidad.

La prórroga de las restricciones a Brasil y Sudáfrica entrará en vigor el próximo 16 de marzo y se prolongará hasta el día 30. La cuarentena obligatoria dura diez días desde la jornada siguiente a la llegada a suelo español, aunque pueden ser siete si al cabo de ese periodo el viajero da negativo en un test PCR

La vigilancia de la entrada de las variantes brasileña y sudafricana en España es uno de los trabajos de las UVEs militares en el marco de la Misión Baluarte, que desde septiembre pasado sucede a la Operación Balmis. Pero es una actividad secundaria; la principal en Baluarte es el apoyo a las sanidades autonómicas en los rastreos de contactos estrechos de casos covid.

Esta segunda gran operación de las Fuerzas Armadas en la pandemia ha iniciado una fase de repliegue en los rastreos, con la previsión, apuntan fuentes militares, de que varias comunidades autónomas dejen de solicitar rastreadores del Ejército por la mejora de sus datos covid.

De 2.200 militares que llegó a haber colaborando en labores de rastreo en toda España, quedan ahora cerca de 1.800 haciendo llamadas, según fuentes de Defensa. Los rastreadores son el grueso de los 5.000 miembros de los ejércitos convocados para la Misión Baluarte. De esos 5.000, cerca de 2.400 están activados hoy en diferentes trabajos.

Apoyo a la vacunación

Las ayudas de soldados para el seguimiento de contactos de casos de covid se van reduciendo según disminuyen las peticiones de apoyo de las comunidades autónomas. Las Fuerzas Armadas tienen otro horizonte de trabajo entre sus previsiones, relacionado con la campaña de vacunación. Fuentes gubernamentales apuntan que los ejércitos y la Armada tienen diseñado el despliegue de más de cien equipos de apoyo a la vacunación con capacidad de moverse por el territorio si son llamados por las comunidades autónomas en una fase en la que la inmunización se acelere y se haga más masiva en España.

En septiembre pasado, en el inicio del ofrecimiento por parte del Gobierno de militares en apoyo de las comunidades autónomas, la Comunidad Valenciana fue de las primeras en solicitar soldados, 150 en la primera llamada. En todo el proceso, ha sido Andalucía, según fuentes militares, la comunidad que más ha requerido esta ayuda, con picos de 800 soldados.

La Misión Baluarte baja poco a poco de intensidad, como un síntoma del descenso paulatino de la presión de la pandemia sobre el sistema sanitario. Pero no en todas partes por igual. En algunas comunidades, como Castilla-La Mancha, los militares ayudan no solo en rastreos, también en citaciones para vacunación. Y en su faceta logística, Baluarte mantiene apoyos castrenses en hospitales como el Clínico de Zaragoza o el recinto hospitalario improvisado de la Feria de Badajoz.

Después del pasado verano, acabada la primera fase de respuesta a la pandemia, la Misión Baluarte nació como un dispositivo de apoyo para “enclaves estratégicos”. Dos de ellos, Catalunya y Euskadi, no han solicitado ayuda.

El Ejército no recibe petición directa de ningún gobierno autonómico. El sistema de comunicación pasa siempre por el Ministerio de Sanidad. La sanidad autonómica solicita apoyo militar al ministerio, y el Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias (CECAES) se dirige a los ejércitos a través del órgano designado por Defensa para la coordinación de la Misión Baluarte, que es el Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa.

Dirige la Misión Baluarte el teniente general Francisco Braco, y el mando principal está situado en las instalaciones del Estado Mayor de la Defensa en el cuartel de disponibilidad OTAN de Retamares, en la localidad madrileña de Pozuelo.

Batería de preguntas

El ritual de las llamadas de los rastreadores militares –en nada diferente al de los civiles- consiste en la realización de dos baterías de preguntas al afectado por un contagio. En la primera andanada, confirmación de que el rastreado se ha hecho PCR, confirmación de que sabe el resultado y lo entiende, estado de salud en ese momento, comprobación de la edad y de factores de riesgo, certificación de si está solo o acompañado, certificación de si puede o no conseguir alimento y medicación. En la segunda, preguntas sobre con quién ha estado en las 48 horas anteriores a la aparición de síntomas o desde que se hicieron el test.

Una vez adquiridos esos datos clave, se inicia la segunda fase del rastreo, que es la llamada a las personas que han estado en contacto y el aviso de que deben ponerse en cuarentena.

Si alguno de los avisados se muestra reacio, no contesta o da muestras claras de esconder información, los militares tienen orden de avisar a las Fuerzas de Seguridad para que guardias civiles o policías se aseguren de que el enfermo cumple con la cuarentena. Cada rastreador construye una red de relaciones del enfermo detectado para su seguimiento posterior.

Este miércoles, y a petición del Partido Popular, la ministra de Defensa, Margarita Robles, tiene cita ante la Comisión de Defensa del Congreso para exponer el desarrollo de la Misión Baluarte.

Suscríbete para seguir leyendo