Decreto cosmético
El cierre de prostíbulos no mengua la oferta de sexo en Catalunya
El cierre de los prostíbulos decretado el pasado 17 de agosto por la resolución SLT/2782/2020 del Govern de la Generalitat no tiene un gran impacto en la oferta de servicios sexuales que se ofrecen en Catalunya. Según reconocen fuentes de la Conselleria d’Interior, la suspensión afecta únicamente a los establecimientos con licencia. El resto de locales en los que se ejerza la prostitución sin licencia –porque son clandestinos o porque se escudan en otro tipo de licencias– están exentos de la prohibición. Este diario ha intentado sin éxito entrevistar a un portavoz del departamento para preguntar sobre el efecto real de la medida. Interior ha enviado únicamente esta aclaración por correo electrónico: "la suspensión no afecta a otros establecimientos en los cuales, a pesar de tener una licencia distinta, se lleven a cabo, si se tercia, actividades de naturaleza sexual".
En Catalunya existen 94 locales que cuentan con una licencia municipal de "establecimiento público con reservado anexo" que conceden los ayuntamientos. Tales licencias hace años que se otorgaron en un intento infructuoso de regularizar la ubicación de los burdeles. La realidad, sin embargo, es que suponen una infrarrepresentación del mercado real del sexo. En gran parte porque la mayoría de estos 94 puntos ya no están operativos.
Tal como explican desde el portal 'sexomercadobcn.com', una web que reúne a trabajadores sexuales y consumidores de sus servicios, el modelo de negocio ha cambiado substancialmente en los últimos años para eludir "el estigma" que supone. La mayoría de las profesionales ejerce en horario de trabajo diurno y lo hace de forma anónima. En el mismo sentido, quienes las frecuentan también acuden a su encuentro en horarios de trabajo y no a último hora de la noche como antaño.
Luces de neón
Los antiguos prostíbulos anunciados con luces de neón a pie de calle o junto a la carretera representan solo la parte visible del iceberg. "La mayoría de usuarios no se siente cómodo acudiendo a lugares con zonas de bar públicas donde las trabajadoras alternan con los clientes y optan por llevarlo de forma más discreta. Ese modo de interactuar se daba en el pasado, cuando no estaba tan mal visto acudir a los prostíbulos. Ahora prevalece el miedo a ser identificado como cliente o como trabajadora por las consecuencias sociales que puede acarrear". Muchas de las citas se arreglan por internet. Los negocios tienen webs en los que aparecen las mujeres –casi siempre con la cara cubierta– y su disponibilidad. El servicio se realiza en domicilios adaptados en los que la interacción social con otras personas es casi nula.
La oferta de servicios sexuales en la ciudad, y en el resto de Catalunya, excede ampliamente los burdeles clásicos e incluye desde los locales de masajes eróticos hasta la prostitución de calle, o carretera, el escalafón más vulnerable y que ejercen casi siempre mujeres explotadas por organizaciones criminales. El abanico más amplio del sector no está incluido en la prohibición de la Generalitat, que ha cerrado solo los burdeles tradicionales que seguían funcionadno –obligando así a sus trabajadoras a buscarse nuevos lugares, en muchos casos, más peligrosos– pero no ha alterado realmente el mercado del sexo. Ha disminuido el riesgo de contagio que entrañaban los espacios de bar que subsistían en los prostíbulos tradicionales pero no en el grado de exposición que asumen prostitutas y clientes durante los encuentros sexuales.
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