crisis sanitaria

Lleida se prepara para blindar a sus 40.000 pacientes vulnerables al coronavirus

El brote de Lleida se recrudece

Generalizar el uso de mascarillas aunque haya distancia de seguridad y en zonas de ocio está sobre la mesa en Cataluña y el País Vasco ante los brotes que siguen activos y en expansión en Lleida y Ordiza, que podrían, además, estar relacionados. / periodico

María Jesús Ibáñez

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Tras cuatro días de reconfinamiento en el Segrià, por fin un alto cargo de la Conselleria de Salut, en concreto el director del Institut Català de la Salut (ICS), Adrià Comella, ha viajado a la 'zona cero' para explicar qué se está haciendo y, sobre todo, qué se va a hacer para tratar de doblegar el rebrote de coronavirus, que este martes contabiliza un total de 68 pacientes hospitalizados por covid-19, una veintena más que el pasado domingo. Ocho de ellos se encuentran en estado grave en la uci. El primer objetivo de las autoridades santarias, ha revelado Comella, son los pacientes más vulnerables, las personas que mayor riesgo presentan de contraer el coronavirus: abuelos y enfermos crónicos, especialmente los aquejados de patologías cardiovasculares y respiratorias.

Son, según estimaciones de Salut, unas 40.000 personas, es decir una quinta parte de la población confinada en la comarca. Todas ellas empezarán a recibir de inmediato llamadas de sus centros de salud para controlar cómo se encuentran y conocer cuáles son sus hábitos estos días. En caso de que el sanitario detecte algún riesgo, no se descarta que se recomiende a esta persona una reducción de sus salidas a la calle, una restricción de contactos o, incluso, que se confine en su domicilio. De hecho, desde el pasado sábado, cuando se decretó el cierre perimetral del Segrià, las residencias de ancianos de la comarca tienen prohibidas las visitas de personas del exterior, una manera, en definitiva, de confinamiento domiciliario para proteger a los residentes.

"Van a ser unas semanas muy críticas las que vienen por delante", ha admitido el director del ICS, después de celebrar una reunión de trabajo con los responsables sanitarios de la demarcación. Al número de contagios ahora mismo desbocado, se une una falta de manos de profesionales sanitarios, que ha conducido a la Generalitat a hacer un llamamiento contra reloj para conseguir refuerzos voluntarios. "Hemos recibido ya la oferta de unas 260 personas, profesionales de fuera de Lleida y de la propia demarcación que han mostrado su disposición a aplazar sus vacaciones".

Libranzas y bajas

Lo cierto es que desconcierto los últimos días ha sido mayúsculo entre los profesionales de la sanidad leridana, agotados por el esfuerzo que se viene haciendo desde el pasado marzo y muchos de ellos ya de vacaciones, por prescripción del propio departamento de Salut. "Nos instaron a que hiciéramos las libranzas entre julio y agosto, con la previsión de que podía haber rebrotes en otoño... Pues bien, el rebrote ya está aquí y ahora nos pilla con personal fuera y con personal que está cayendo de baja", denuncia Elena Motos, portavoz de Sanidad en el sindicato CCOO en Lleida. "Si esto no es improvisación, que alguien nos lo explique", critica la sindicalista.

"No sabemos cuánta gente va a incorporarse en atención primaria, que ahora mismo es la que está parando el primer golpe asistencial", observa Motos. Comella responde que todavía no se ha calculado ni cuántos sanitarios van a hacer falta ni tampoco a qué puestos se les va a destinar. 

Lo que sí se ha acordado este martes es que en breve empezarán a derivarse pacientes del hospital Arnau de Vilanova a otros centros sanitarios del ICS de fuera de la comarca. "La idea es que aquí se queden los enfermos más críticos o los de más complicado traslado y que los pacientes que puedan ser atendidos en otros centros próximos vayan allí. Sonbre la mesa están, por ejemplo, las opciones del hospital de Igualada o el de Manresa. El Arnau de Vilanova, hospital de referencia del Segrià ha tenido que duplicar, en los últimos días, las camas disponibles para pacientes con coronavirus. El lunes se abrió una segunda planta con 30 camas, que, de momento "está aún bastante vacía".