CRISIS SANITARIA

Lleida improvisa medidas para tratar de doblegar el rebrote de covid-19

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María Jesús Ibáñez / Beatriz Pérez

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Desde que empezó la pandemia del coronavirus, uno de los cometidos de las enfermeras que trabajan en centros de atención primaria en Catalunya es llevar un control telefónico de sus pacientes para saber cómo evolucionan tras presentar síntomas o sospechas de coronavirus. Se les llama por teléfono, se les pide que se tomen la temperatura, se les pregunta si sienten náuseas o si han perdido el gusto o el olfato y si alguna de las respuestas es positiva se les conmina a acudir a Urgencias. La primera semana de junio, cuenta una sanitaria de un ambulatorio del centro urbano de Lleida, los casos a controlar eran nueve pacientes. "Este lunes, cuando he llegado a trabajar me he encontrado con que un lista de 90 usuarios, es decir, los contagios se han multiplicado por 10 en menos de un mes", exclama.

¿Cómo se ha podido descontrolar todo tan rápido? ¿Nadie lo vio venir? Muchos trabajadores de la salud de la capital leridana venían detectando el problema desde hace ya unas semanas, especialmente desde que se entró en la denominada nueva normalidad y los ciudadanos relajaron las medidas de seguridad. Por eso, porque había indicadores claros de una nueva crisis sanitaria, ahora muchos critican la tardía reacción de la Conselleria de Salut en la región sanitaria de Ponent, donde la incidencia de contagios de coronavirus este lunes es 10 veces superior a la de la media de Catalunya. Y, en concreto en la comarca del Segrià, es hasta 20 veces más elevada, según ha revelado su gerente, Divina Farreny.

Salut ha hecho este lunes un llamamiento contrarreloj para buscar personal de refuerzo, tanto sanitario como de trabajadores sociales, dispuesto a desplazarse a Lleida para trabajar allí las próximas semanas. También ofrece a la plantilla del Segrià la posibilidad de incrementar las horas extras y ampliar la cobertura. Este martes tiene previsto informar a médicos y enfermeras de atención primaria sobre cómo se va a actuar a partir de ahora. La orden es ser muy escrupulosos con el seguimiento de contactos, es decir, tratar de llevar un estricto control de las personas que han permanecido un cierto tiempo junto a los infectados. Esa información se debe pasar de inmediato a los rastreadores (de momento, el número de trabajadores contratados para esta labor es fluctuante) para que localicen a posibles nuevos contagiados.

Reaparecen las mascarillas

La capital leridana y su comarca viven en una especie de estado de alarma particular desde que el pasado sábado la Generalitat decretara su confinamiento. No solo se han cerrado los accesos por carretera (únicamente es posible entrar en Lleida por 25 puestos de control vigilados por Mossos d'Esquadra, Guardia Civil y policías locales), sino que en pocas horas han reaparecido en la ciudad los rostros cubiertos con mascarillas y los encuentros casuales por la calle vuelven a respetar los dos metros (o más) de distancia.

Los alcaldes de los 38 municipios de la comarca se han reunido esta tarde para recibir instrucciones y coordinar sinergias y recursos, después de que algunos de ellos criticaran la improvisación con que la Generalitat dio la orden de confinamiento el sábado. Paralelamente, se ha puesto este mismo lunes en marcha una campaña local dirigida a los ciudadanos, a los que se les ha avisado muy seriamente de que o adoptan como un hábito las mascarillas y la distancia social o el riesgo de acabar confinados en casa antes de final de mes es elevado. "Con solo respetar las medidas básicas de prevención, la mascarilla, el lavado de manos y la distancia social, se reduce más del 95% el riesgo de contagio", ha dicho Farreny, tras participar en la primera reunión de la comisión territorial de seguimiento de la evolución del coronavirus en el Segrià, un organismo creado el domingo por la tarde-noche, cuando la comarca ya había sido clausurada porque la progresión de la epidemia parecía fuera de control.

Con todo, Farreny ha querido mandar un "mensaje de tranquilidad" a la ciudadanía. "En marzo había mucha incertidumbre, pero ahora hay muchas cosas que sabemos". Eso no quita, ha admitido, que en los próximos 10 o 15 días, "los casos vayan creciendo... así es la epidemia. No se notarán los efectos de lo que ahora estamos haciendo hasta dentro de dos semanas", ha advertido. "Hay que reducir contagios y aglomeraciones, y aplicar las medidas de prevención para proteger a las personas vulnerables", ha insistido para después reivindicar que el trabajo contra el covid-19 debe ser una "suma de esfuerzos de todas las administraciones". 

30.000 temporeros

El problema en Lleida se ha visto agravado por la alta movilidad que hay estos días por toda la comarca, inmersa en la campaña de recogida de la fruta. La cosecha ha implicado la llegada de "unos 30.000 trabajadores temporales", ha cifrado Pere Godoy, jefe del Servei de Vigilància Epidemiològica de Lleida. Estos jornaleros se mueven de finca en finca y, en los casos de los que llegan sin un contrato de trabajo previo, se ven obligados a malvivir en lugares insalubres, lo que constituye un problema social que el Segrià arrastra (y sigue sin resolver) desde hace más de 20 años.

Según Godoy, la buena noticia es que Salut sabe "de dónde salen la mayor parte de los contagios que hay actualmente en Lleida". "La mala -ha agregado- es que ha habido transmisiones comunitarias, el virus ha pasado a las familias y ahora la situación es más difícil de controlar", ha reconocido.