EL PROCESO DEL DUELO

Cenizas por mensajero

Los expertos coinciden en la importancia de la iniciativa de dar un espacio a los familiares de las personas fallecidas en el contexto del covid-19 para expresar sus emociones

FUNERAL CORONAVIRUS

FUNERAL CORONAVIRUS / periodico

Gemma Tramullas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los expertos en acompañamiento al duelo consultados por EL PERIÓDICO coinciden en que la iniciativa de dar un espacio a los familiares de las personas fallecidas en el contexto del covid-19 para expresar sus emociones contribuye positivamente a la elaboración del duelo porque significa reconocer su dolor. “Me parece muy bonito que se den nombres, se pongan caras a todas esas cifras y se escriba su historia”, opina Teresa Vizán, voluntaria desde hace 20 años de la asociación Aves.

En el contexto de la pandemia, el proceso íntimo del duelo está resultando aún más doloroso. La imposibilidad de despedirse de los seres queridos por los protocolos sanitarios ha aumentado la sensación de irrealidad y la opacidad sobre las circunstancias de muchos fallecimientos alimenta la pena, la angustia y la rabia. Pero además, todas estas emociones están incrustadas a su vez en un duelo colectivo más amplio.

“Hay un duelo que no estamos teniendo en cuenta, que es el duelo de la vida anterior al covid –apunta Víctor Amat, psicoterapeuta y director del Centre de Teràpia Breu de Barcelona--. Todo el mundo ha perdido algo: libertad, espacios de trabajo, de seguridad, de intimidad, de conexión con los amigos… Esta pandemia comportará un duelo muy bestia a nivel transversal”.

El virus ha sacudido emocionalmente incluso a los profesionales con más experiencia: “He vivido cosas que jamás hubiera imaginado –confiesa Montse Robles, enfermera del hospital Arnau de Vilanova de Lleida--. Una de las cosas que me dejó más descolocada fue cuando una chica me dijo que las cenizas de su padre le habían llegado por Seur”.

Exactamente la misma escena relata Teresa Vizán, que jamás se había enfrentado a situaciones tan deshumanizadas: “Una persona contaba que a su hermana discapacitada le negaron el acceso a la uci –añade--. Supongo que las cosas se han hecho lo mejor que se ha sabido, pero ha faltado sensibilidad con los familiares de los difuntos”. Desde el 14 de marzo, Vizán ha atendido personalmente más de 50 llamadas, que después eran derivadas a los distintos grupos de duelo de Aves.

La deshumanización es una de las principales consecuencias de una pandemia: “Hay un antes y un después del covid –confirma Robles--. Hay familias que te dicen que parece que el cáncer ha dejado de tener importancia. Recibir las cenizas de un ser querido es un momento sagrado y exige mucha sensibilidad”. El virus ha arrasado con el derecho al duelo.

Montse Robles es una de las autoras de la guía <em>Acompañamiento en el duelo a personas que han perdido a un ser querido por Covid-19</em>. Asimismo, como responsable asistencial del Servei de Suport al Dol de Ponent, ha estado haciendo acompañamiento a grupos de duelo vía telemática.

“Las familias agradecen mucho que les den voz porque se sienten silenciadas y desautorizadas –explica--. Una de las necesidades fundamentales de toda persona en duelo es ser escuchada y creída, pero en la sociedad existen muy pocos espacios libres de prejuicio, donde enfadarse o llorar sea bien acogido. El duelo sigue siendo tabú y poder poner el tema sobre la mesa y hablar sin prejuicios y con naturalidad de una realidad de la vida sirve para normalizarlo. Ojalá a partir de ahora la sociedad vea la muerte más cercana y los procesos de duelo como algo más natural”.

Sobre la conveniencia de organizar ceremonias públicas en memoria de los fallecidos, los expertos consultados coinciden en que se trata de una cuestión ambivalente, porque depende del momento en que se encuentre cada persona y de la cultura familiar. En todo caso coinciden en que, de hacerse, deberían estar dedicadas a todos los fallecidos durante la pandemia y no solo a los diagnosticados con el virus.

Adela Torras, presidenta y cofundadora de Aves, tiene la experiencia del grupo de duelo formado en Girona a raíz del accidente de German Wings, en 2015: “Una cosa que hizo bien la compañía fue crear un espacio físico [un memorial a los pies de los Alpes] donde las familias pueden ir y encontrar la paz, porque a estas personas no les quedó nada de sus seres queridos. Hay gente a quien tener estos espacios físicos les va bien y a otros no”.

Para Torras, la imposibilidad de despedirse de los fallecidos no impide elaborar el duelo: “Al final, la despedida la tiene que hacer cada uno consigo mismo –afirma--. Hacer el duelo significa abrirse a uno mismo y entrar en un espacio desconocido de luz. Después de 30 años, sé que después de un buen trabajo de duelo surge una persona nueva”.

Como apuntaba al inicio del texto Víctor Amat, a este dolor íntimo se le suma la angustia colectiva: “En una situación de alarma, tu sistema neurológico se dispara para huir o luchar, pero el confinamiento obligado ha impedido esta reacción natural. Durante dos meses este ha sido el sustrato colectivo y el miedo terrible ha quedado instalado de manera insidiosa en nuestra cotidianeidad. Ni el trabajo ni la escuela serán como antes y este duelo será mucho más sostenido porque es menos natural.

Suscríbete para seguir leyendo