LA DESESCALADA

Sevilla, la mayor ciudad española en fase 2, teme más al calor que al coronavirus

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Julia Camacho

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"Si no hubiera necesidad de salir después de tanto tiempo de encierro, aquí no habría nadie hoy, con el calor que hace". Al mediodía de este lunes, 25 de mayo, con un sol de justicia, agentes de la Policía Local de Sevilla confirmaban que, aunque la normalidad aún no es plena, el centro de la ciudad era un hervidero de gente. Al menos en comparación con la semana pasada, cuando el calor derritió las intenciones de salir de más de uno. La ventaja es que desde ahora los bares pueden abrir el interior, dotado con aire acondicionado, y se convierten en el codiciado oasis de todos aquellos que a estas alturas del estado de alarma temen más al calor que al virus.

La capital hispalense ha inagurado este lunes la fase 2 de la desescalada y es la ciudad con más población de todas las que lo han hecho. El balance inicial fue del agrado de los hosteleros, muchos de los cuales no habían abierto las dos semanas previas porque la cantidad de aforo no les compensaba. Según los datos de la Asociación de Hostelería de Sevilla, apenas 950 establecimientos se decidieron a abrir en la fase 1, pero ahora son unos 3.000, de los 4.500 estimados en la ciudad, los que podrían hacerlo.

El desayuno se convirtió en la primera prueba de fuego. Nunca mejor dicho por cuanto a primera hora de la mañana ya se hacía pesado estar en la calle. María Jesús, dueña de La Canasta, una cafetería-pastelería-restaurante en la avenida junto a la catedral, confirma el "cambio significativo". "Pensábamos que a la gente le iba a dar todavía un poco de miedo entrar en un espacio cerrado, pero por suerte no ha sido así. Han visto que estaban las mesas muy separadas, que limpiábamos continuamente, y se han animado", explica.

A su favor juega que era de los pocos locales abiertos en esa avenida, porque la catedral es zona cero del turismo y, por tanto, la más damnificada por la crisis sanitaria: las persianas metálicas no se han levantado en el barrio de Santa Cruz. "Lo van a tener muy difícil, porque dependen mucho de los turistas", añade.

Espera solidaria

El escenario cambia a 400 metros, en las inmediaciones del ayuntamiento y las emblemáticas calles Sierpes o Tetuán, arterias comerciales donde la vida va recuperando una normalidad con mascarilla. El lado de sombra era el más deseado, pero la gente se mostró solidaria, guardando las distancias de seguridad y sin amontonarse a la entrada de las tiendas mientras esperaba hueco de aforo. La mayor afluencia se notó, además, en los centros comerciales, que también abrieron sus puertas con normalidad con indicaciones de itinerario en el suelo para evitar choques en las zonas comunes.

Los hosteleros explicaron que el miedo se fue perdiendo a medida que avanzaba la fase 1, y que si la semana pasada no fue aún mejor de lo que esperaban en términos de venta se debió al calor. "Pero esperamos que ahora remonte un poco, porque ya pueden estar en el interior, con el aire acondicionado", añadió Francisco, encargado de Bodeguita Góngora, una de las más tradicionales de la ciudad. Este lunes todavía estaba terminando de acomodar un local anexo que cuenta, ya sí, con salón interior.

Colas de una hora

En La Alicantina, en la Plaza del Salvador, otro de los puntos emblemáticos de la ruta de bares de la capital hispalense, confirmaron la progresión. En su caso, abrieron el viernes pasado, y desde el primer momento tuvieron las mesas de la terraza repletas. "La gente esperaba hasta una hora para ocupar una", añade Antonio, uno de los dueños. "Y por la noche lo hemos 'petado'", añade. La racha continúa: este lunes tenían todas las mesas reservadas.