un verano incierto

Frente común de más de 100 chiringuitos de playa catalanes por su futuro

whatsapp-image-2020-04-29-at-204956

whatsapp-image-2020-04-29-at-204956 / periodico

Anna Rocasalva

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En plena crisis del coronavirus son muchos los negocios estacionales que se plantean hasta qué punto vale la pena abrir. Justo hace una semana, este diario adelantaba que los chiringuitos de las playas de Barcelona tiraban la toalla, salvo que un improbable acuerdo ‘in extremis’ con el Ayuntamiento lo evite. Pero no son los únicos.

Por primera vez, más de 100 oasis estivales de la costa catalana han decidido constituirse en la Associació de Xiringuitos de Catalunya para velar por su futuro y, también, reivindicar demandas históricas. 

“El haber nacido durante la pandemia ha sido casualidad. Hace tiempo que los chiringuitos nos encontramos en un vacío legal y eso hace que nos sintamos indefensos ante las instituciones”, explica el fundador y presidente de la asociación, Basel Junaidi, quien también es uno de los propietarios del Xiri d'Akells, en Roses (Girona). “Durante el confinamiento vi que era el momento, empecé a hacer llamadas y estamos teniendo muy buena acogida”, describe.

La unión hace la fuerza

A parte de intentar salvar la temporada y crear una especie de manual de buenas prácticas para tratar de frenar el contagio; la primera meta de la Associació de Xiringuitos de Catalunya es beneficiarse de una cooperación mutua. “La gran mayoría nos vemos como una competencia pero debemos romper el paradigma y ser más comunicativos”, afirma Junaidi.

"Los chiringuitos nos encontramos en un vacío legal y eso hace que nos sintamos indefensos”

La propietaria del chiringuito Tottanua de Arenys de Mar, Olga García, lo aclara así para los neófitos: “Este mundillo está dividido por el miedo. Hay que pensar que cada Ayuntamiento hace un concurso, al cual te presentas con un proyecto y con una apuesta económica muy dura y secreta. En el fondo es como una subasta: gana quien tiene más dinero. Y luego hay que cumplir el pliego de cláusulas del consistorio. La competencia nos divide y no nos deja ver lo que pasa en otros municipios”.

Otras ventajas que el grupo ve en la nueva asociación son crear un frente común a nivel jurídico, convertirse en un interlocutor de peso ante las instituciones, ofrecer un servicio de comunicación para los asociados y ejercer como un grupo de presión para lograr mejores precios con empresas de grúas, lampistas, distribuidores, entre otros proveedores.

De momento, desde la fundación del colectivo, el 12 de abril, ya se han sumado 115 chiringuitos a la cruzada de Basel. Sin embargo, solo dos de los 15 negocios del litoral barcelonés figuran entre sus filas. “Su casuística es muy particular”, argumenta el presidente

.

Problemas compartidos

Cada chiringuito es un mundo. No es lo mismo el Tottanua de Olga García, un chiringuito desmontable, muy metido en el arte y la música en directo, con sesiones de yoga y meditación; que el UM, el negocio de otro ‘chiringuitero’, David Campos, formado por dos contenedores marítimos - una barra con seis tiradores de cerveza y una cocina de kilómetro cero-, en el parque natural de las islas Medas.  

Las temporadas tampoco son las mismas. Mientras que García abre de marzo a noviembre, Campos sólo lo hace de junio a septiembre, con lo cual se pregunta hasta qué punto vale la pena montar el chiringuito este año.

Sin embargo, hay un conjunto de demandas históricas que les interpelan a todos. Según el presidente de la asociación, lo que más los une es la sensación de «indefensión»: “Este año es el coronavirus, pero en el 2017 fueron los atentados”, recuerda. También cita los daños del temporal Gloria, “que ha engullido muchas playas”, y la falta de un marco legislativo claro y universal: “¿Por qué los chiringuitos de Andalucía pueden hacer barbacoas y aquí no?”, se pregunta.

La incógnita de los cánones

La gran incógnita es saber si se rebajarán, aplazarán o mantendrán los cánones

Pero, al margen de todas estas demandas, la gran incógnita es saber si los Ayuntamientos rebajarán, aplazarán o mantendrán los cánones a los negocios de playa. Un tema sobre el cual la asociación no se ha posicionado alegando que “la casuística de cada chiringuito es distinta y depende de cada consistorio”, aunque sí lo han hecho socios a nivel particular. 

“Las instituciones deben entender que no se puede pagar lo mismo que el 2019; el cánon debe ser realista y debatible”, expresa la propietaria del Tottanua en la misma línea que David Campos, que confiesa que, aunque el Ayuntamiento de Pals les arregle el pago, no podrán abrir “si no hay turismo”.

Medidas contra el contagio

La covid-19 plantea un escenario de total incertidumbre para los propietarios de chiringuitos. De momento, a la espera del establecimiento de un protocolo claro por parte del Estado, la Associació de Xiringuitos de Catalunya ha empezado a crear un manual de buenas prácticas para afrontar el verano minimizando los riesgos de contagio.

Suscríbete para seguir leyendo