Cuarta muerte violenta durante el estado de alarma

Detenido en Sant Cugat el asesino en serie de cuatro sintecho de Barcelona

Detenido el presunto asesino de varios sintecho en Barcelona

Detenido el presunto asesino de varios sintecho en Barcelona. En la foto, la caravana donde vive el detenido, en el barrio de Las Planas de Sant Cugat. / periodico

Guillem Sànchez

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Hasta en cuatro ocasiones distintas, el asesino en serie de mendigos ha sido capaz de burlar el confinamiento, desplazarse desde Sant Cugat del Vallès –posiblemente con los ferrocarriles– hasta el Eixample de Barcelona matar a cuatro personas sintecho. Atacándolos a traición, golpeando su cabeza con un martillo, usando una violencia "desmesurada y gratuita", en palabras del intendente Joan Carles Granja de los Mossos d'Esquadra. Esta pasada madrugada, tras cometer el cuarto asesinato, ha sido finalmente arrestado cuando acababa de regresar al barrio de Les Planes de Sant Cugat, donde residía dentro de una caravana, después de ser repudiado por varias comunidades okupas con las que había convivido durante el último año. 

De origen brasileño y 35 años de edad, es sospechoso de asesinar a cuatro personas sin hogar en Barcelona. Los Mossos investigan si también es responsable de una quinta muerte violenta de otro sintecho, que apareció calcinado en el distrito de Horta hace pocos días, un extremo que parece poco probable. La detención se ha producido tras el último crimen, ocurrido esta pasada noche en el cruce entre la calle de Sardenya y la de Rosselló, de nuevo en el distrito del Eixample.

El intendente Joan Carles Granja ha detallado que el arrestado tiene un discurso "poco coherente" y que solo tenía antecedentes policiales por robo en Zaragoza, un delito por el que fue arrestado por la Guardia Civil. El conseller Miquel Buch, por su parte, ha condenado asesinatos perpetrados contra un colectivo tan vulnerable. 

Su último ataque ocurrió este lunes a las once de la noche y fue presenciado por varios vecinos que alertaron al 112. Los testimonios vieron cómo el asesino se acercó a la víctima, que dormía al raso sobre un colchón, y la atacó con un martillo sin que esta pudiera defenderse. Facilitaron a la policía una descripción del sospechoso: era joven y vestía pantalón corto y camiseta de manga corta.

El  aviso de los vecinos puso finalmente sobre la pista correcta a los investigadores tras tres crímenes anteriores no resueltos. Pudieron seguir su rastro hasta Sant Cugat, donde el asesino en serie fue alcanzado por los policías.

La última víctima, "cordial y aseada"

Su última víctima era un hombre extranjero de unos 30 años de edad que llevaba un par de semanas pernoctando en la acera, justo frente a la peluquería cerrada por confinamiento. Mantenía una relación cordial con los trabajadores de los negocios que seguían abiertos. "Desayunaba un café con leche y un bocata de jamón y queso", describía la panadera con quien más trato tuvo. "Tenía un colchón fino y cuatro cosas más, en cuanto me veía abrir a las siete de la mañana, se levantaba y recogía. Después se pasaba el día por aquí, pidiendo dinero y sin hacer ruido. Por las tardes, me ayudaba a sacar la basura y fruncía el ceño en un gesto cariñoso de preocupación cuando veía que me iba en patinete", subraya. "Era educado, cordial. Ayer vino a comprar un mechero, pagó y volvió junto a la persiana metálica de la peluquería", explica un quiosquero situado en otro chaflán del mismo cruce. Durante el confinamiento, algunas zonas de Barcelona se han vaciado tanto que se han convertido casi en lugares hostiles, sobre todo de noche. "Llego a las cuatro de la madrugada y hay momentos en los que tengo miedo", admite el dueño del quiosco. 

Muertes en confinamiento

Los cuatro crímenes han ocurrido en el Eixample y bajo el confinamiento decretado por el estado de alarma. Las restricciones de movilidad han complicado mucho la vida al resto de delincuentes habituales pero no a este homicida, que ha salido a matar personas que dormían en la calle y ha logrado su cruel propósito cuatro veces en un mes. 

El primer crimen tuvo lugar la noche del 18 al 19 de marzo, en la calle de Sardenya, entre la confluencia de Diagonal y Aragó y la calle de Consell de Cent, cerca de la escuela Ramon Llull, no lejos del último. El segundo fue el 16 de abril, en el barrio del Fort Pienc, junto al Auditori. El tercer crimen se produjo solo 48 horas después, en el cruce de la calle Casp con Pau Claris y de madrugada, el 18 de abril. La cuarta víctima ha sido la de esta pasada noche en la calle de Sardenya, junto a la Sagrada Família. Todos los asesinados eran eran personas sintecho y la fundación Arrels, dedicada a la atención a personas sin recursos que viven y duermen en la calle, ha condenado los ataques. 

La calle desierta

"Que haya menos gente en la calle, menos testigos, hace que esto sea más fácil", afirma Ferran Busquets, director de la Fundació Arrels. La solución es clara, aunque compleja: “Si hubiera más vivienda, las personas estarían en su casa”. Los que viven en la calle, subraya, tienen de media una esperanza de vida 20 años inferior al resto. Un 40% ha sufrido agresiones. Dice que no es fácil saber cuánta gente hay hoy en la calle. Antes de la crisis sanitaria, recuerda, eran unos 1.200 sin techo pernoctando en el espacio público y cerca de 3.000 sinhogar, gente que duerme en pisos de entidades, pensiones u otros dispositivos. Busquets valora los dispositivos para sintecho abiertos por el Ayuntamiento de Barcelona, pero cree que hubiera sido útil instalar antes varios de dimensión más reducida en el centro de la ciudad.

Albert Sales, Investigador del Institut d’ Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona, advierte de la necesidad de que se implanten "políticas de garantía de ingresos" para paliar la pérdida de salarios que se está produciendo, y que amenaza con empobrecer a mucha gente. "Además, ahora tenemos menos ahorros y una red familiar más debilitada que en la crisis del 2008", subraya.

Un asesino de sintechos que tampoco tenía hogar 

Portugués o brasileño, de unos 30 años, alto, delgado. Llevaba más de un año por el barrio de Les Planes de Sant Cugat del Vallès, un vecindario de fuertes cuestas limítrofe con Barcelona en la sierra de Collserola. La docena de vecinos con los que ha hablado este diario lo habían visto. Según cuentan, convivió en dos o tres casas okupadas de la zona y, poco antes de la declaración del estado de alarma, se instaló en una caravana en la calle de Miralluny.