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El secreto del instituto de Cervera donde estudiaron los 'cracks' de la selectividad

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Guillem Sànchez

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Si se suman todos los exámenes de las asignaturas obligatorias de la selectividad de este año, el alumno que ha sacado la mejor nota de Catalunya es Eduard Garrabou (9,9) y ha estudiado en el instituto Antoni Torroja de Cervera (La Segarra). Si se suman todos los exámenes, los de las asignaturas obligatorias y optativas de la selectividad, el alumno que ha sacado la mejor nota de Catalunya es Arnau Noguera (13,8) y ha estudiado… en el mismo instituto. ¿Por qué?

Sobre el instituto Antoni Torroja pesa una incómoda historia acerca de las tropas de Felipe V en 1714. Según esta, el pueblo no solo no opuso la resistencia esperada al ejército borbónico, sino que le extendió la alfombra. El monarca, agradecido, concedió a los vecinos un deseo. El pueblo pidió un puerto. La leyenda añade que Felipe V, perplejo ante la petición de una localidad situada a casi 100 kilómetros del mar, atribuyó tal deseo a la incultura y les obsequió con una universidad, la Universitat de Cervera, el mismo edificio que aloja hoy el centro de secundaria. La historia es verdad, la leyenda es falsa. Lo que los vecinos de Cervera reclamaron a cambio de apoyar a los Borbones fueron los derechos económicos del puerto de Barcelona. No un puerto. Aclarado. A lo que vamos: ¿Los profesores del Antoni Torroja se comportaron con el talento de Arnau y Eduard como lo hicieron sus antepasados con las tropas borbónicas (extendiendo una alfombra para que circularan libremente hasta conquistar la selectividad) o en esta ocasión sí jugaron un papel reseñable?

Ramon, director del centro, y Josefina, la jefa de estudios, aceptan la pregunta y, divertidos, responden concediendo casi todo el mérito a sus alumnos, "dos tipos brillantes". La pequeña porción de triunfo que se reservan la usan para reivindicar "la vieja escuela".

Pizarra, bolígrafo y libros de papel

"Nosotros somos como el edificio: tradicionales", se arranca Josefina. "Nos gusta la pizarra y usar los libros de papel. Cosas digitales, las justas", prosigue. "Y somos duros", añade; "aquí hay disciplina y si la lías, lo pagas". Pasar de ESO a Bachillerato no es fácil en el Antoni Torroja.

Ramon defiende el método "academicista" con una razonamiento imbatible. "Los experimentos pedagógicos no se deben hacer con menores porque puedes hacer daño a una generación entera". Antes de seguir por este camino, ambos hacen un alto. "No es que tengamos alergia a las herramientas multimedia, trabajamos con el libro digital y tal… pero si los gurús de las tecnologías educan a sus hijos sin pantallas, por qué tendríamos que hacer nosotros algo distinto con nuestros alumnos", se preguntan. Hasta tercero de ESO, los teléfonos móviles están prohibidos. "Son armas ideales para el 'bullying'".

"Nos gusta la pizarra y los libros de papel, cosas digitales, las justas", dicen los profesores

Es cierto que Cervera no es comparable a las zonas más degradadas socialmente de Catalunya. "Si en clase hubiera el mismo reparto que en la película de 'Mentes Peligrosas', nosotros más que profesores seríamos educadores sociales. No es el caso. Pero eso no significa que seamos ricos, el 100% de los alumnos que usan el comedor están becados por la Generalitat".

No es un club para poetas muertos

"Aquí intentamos que desarrollen el pensamiento crítico. Lo emocionante debe ser aprender, no tener a un profesor que se suba al pupitre como en 'El Club de los Poetas Muertos'". Siempre hay una primera vez para todo y todavía no había llegado quien viera al profesor John Keating como el malo de la película. En el Antoni Torroja hubiera durado dos días. "El pensamiento crítico se crea trayéndoles noticias de actualidad, enseñándoles que la Wikipedia puede contener errores o indicándoles que en esta vida opina todo el mundo, como demuestran cada día las redes sociales, pero que eso no es lo mismo que crearse una opinión propia". Oh capitán, mi capitán, chúpate esa.

Durante la guerra civil, las tropas franquistas convirtieron la planta baja del Antoni Torroja en un hospital de campaña y encarcelaron a soldados republicanos en las golfas. Los profesores de este instituto son "duros" con los alumnos pero actualmente las golfas están vacías. De momento. 

A Venus en un barco

El instituto que ha alumbrado a dos genios este junio del 2019 se convirtió en el Antoni Torroja en 1963. Arnau y Eduard, que asisten con timidez a la entrevista que EL PERIÓDICO hace a Ramon y Josefina en la sala de profesores, sabían del "pasado botifler" del instituto y de lo ocurrido durante la Guerra Civil. Pero qué hay del hombre al que debe su nombre el instituto. "Antoni Torroja fue un ingeniero y también el abuelo de la cantante de Mecano, Ana Torroja", asegura Ramón. Abramos paréntesis: Wikipedia, sí; Wikipedia, matiza al director. El abuelo de Ana Torroja es Eduardo Torroja y tenía un hermano que se llamó Antonio Torroja, un buen matemático. A Eduardo efectivamente lo homenajearon bautizando con su nombre un instituto, pero fue uno de ingeniería, el Eduardo Torroja de la Construcció i el Ciment. Posiblemente el Antoni Torroja deba su nombre al matemático, el tío abuelo de Ana. O Wikipedia ha vuelto a fallar. Cerremos paréntesis. Pregunta para Eduard y Arnau: "¿Conocéis el grupo Mecano?" No lo conocen.

Arnau es, según sus profesores, "una oenegé con patas", porque no solo ha destrozado la plusmarca de la selectividad sino que la ha preparado mientras daba clases particulares –gratis, por supuesto– a algunos amigos. Y Eduard, que tiene solo una pequeña mancha en su deslumbrante expediente (un 8 en Educación Física), va a estudiar Matemáticas y Física después de haber arrasado recientemente en un concurso de poesía. Sobran motivos para tenerles inquina. Pero es imposible porque, encima, son buena gente, humildes y, entre ellos, se llevan estupendamente

Al final de la entrevista llega la única pregunta incómoda para los chicos porque tienen que responderla frente a sus ya exprofesores: "¿Qué asignatura os ha gustado menos?". No sin titubeos acaban por admitir –ambos– que se trata de Historia. La odian tanto que Arnau sacó un 9,5 y Eduard un 10. Al escucharlo, a Ramon y a Josefina les da la risa.

Tal vez ese sea el secreto del Antoni Torroja: su sala de profesores no apesta a maestro quemado, todo lo contrario, huele a docente vocacional. Zarpando desde aquí, con o sin abuelo de Mecano, hay alumnos que son capaces de ir a Venus en un barco.