MEDIO AMBIENTE

Las emisiones contaminantes se disparan en EE UU tras años de caídas

El dióxido de carbono liberado en la atmósfera creció un 3.4%, el mayor aummento desde el final de la recesión

Refinería en Salt Lake City.

Refinería en Salt Lake City. / AP PHOTO / RICK BOWMER

Ricardo Mir de Francia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El año 2018 se cerró con una de las advertencias respecto al clima más alarmantes que se recuerdan. Los expertos de Naciones Unidas reclamaron una transformación urgente del modelo productivo mundial para evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático, desde la proliferación de la sequía y los incendios a la inundación de áreas costeras, la muerte de vastos arrecifes de coral o la escasez de algunos alimentos. El informe ponía fecha al punto de inflexión: el año 2040, cuando según los científicos del panel intergubernamental de la ONU la temperatura de la atmósfera superará en 1.5 grados sus niveles preindustriales. Como ya se vio en diciembre en la Cumbre de Katowice, la voluntad política para reaccionar al desafío es muy selectiva y nada apunta a que se vayan a cumplir los objetivos. 

Estados Unidos trabajó junto a Rusia y Arabia Saudí para quitar peso a las conclusiones del informe durante el foro de Katowice. Su Administración está embarcada en una campaña para desmantelar las protecciones medioambientales aprobadas en los últimos años y redoblar la producción de combustibles fósiles con el fin de consolidar a EE UU como la potencia energética dominante. Las consecuencias de la huida hacia delante del segundo país más contaminante del planeta están siendo las esperadas. Las emisiones estadounidenses de dióxido de carbono, uno de los gases que atrapa el calor en la atmósfera, aumentaron un 3.4% en 2018 tras tres años en valores negativos, según un informe de la consultora Rhodium Group. Esa cifra representa el segundo mayor incremento de las últimas dos décadas tras el acecido en 2010, cuando la economía empezó a dejar atrás los demonios de la recesión. 

La explosión de las emisiones se ha producido a pesar de que el año pasado se cerraron más plantas eléctricas de carbón que en ningún otro año de la historia reciente. El problema, según apunta el informe, es que el espacio dejado por el carbón lo está ocupando el gas natural en lugar de las energías renovables. El gas vive una época de enorme expansión en EE UU gracias a la revolución del ‘fracking’, que lo ha convertido en un combustible abundante y barato. Al aumento en las emisiones de las eléctricas, que crecieron un 1.9%, hay que sumar el producido por el transporte, que es por tercer año consecutivo “la mayor fuente de emisiones” en EE UU. El aumento en la demanda del diésel y el combustible de turbina empleado por la aviación han bastado para compensar el modesto declive en el uso de la gasolina. 

Por último, hay un tercer factor más coyuntural, la polución generada por la vivienda y el sector industrial, que se achaca en gran medida al invierno inusualmente frío que vivió el país el año pasado. De cara al futuro, lo más preocupante es que la Administración de Donald Trump carece de una estrategia para reducir las emisiones y combatir el cambio climático. Trump ha renunciado a su liderazgo en esta materia, como demuestra su salida del Acuerdo del Clima de París o su agresiva estrategia para derogar las leyes destinadas a reducir los gases de efecto invernadero. Varios estados han tomado la iniciativa para acelerar la transición hacia las energías renovables, pero sin la ayuda del Gobierno federal la misión es todavía más complicada. Todos los análisis señalan que EE UU está lejos de cumplir con el recorte de emisiones al que se comprometió inicialmente en París, un recorte de un mínimo del 26% para 2025 respecto a las emisiones del 2005.