El silencio roto

Violencia niños

Violencia niños / Mingo Venero

MANUEL SOBRINO. SAVE THE CHILDREN

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Con 10 años Emiliano empezó a sufrir abusos sexuales por parte de un sacerdote en el seminario donde estudiaba. Cada noche le horrorizaba ser el elegido. El miedo, el dolor y la vergüenza de lo que sufrió durante años acabaron con su infancia y marcaron su vida adulta. Emiliano tiene hoy 52 años y hasta hace dos no fue capaz de romper el silencio para contar y denunciar lo que vivió cuando era pequeño.

Tras escuchar relatos como el suyo, uno más de los cientos que –por desgracia– he tenido constancia a lo largo de mi vida, siento que la generosidad de las personas que sufrieron abuso sexual durante su infancia y que alzan la voz para denunciarlo es proporcional al miedo y dolor que padecieron. Sus relatos son tan solo la punta del iceberg de una problemática mucho más grave de lo que somos conscientes.

Esta semana hemos conmemorado el Día Universal del Niño insistiendo en que la violencia hacia la infancia no es un drama que ocurre solo en lugares en conflicto o con graves desigualdades sociales, sino que en países como España persiste una grave problemática, aunque solo percibamos la punta del iceberg. La mayoría de los casos de violencia contra los niños y niñas no salen nunca a la luz. Además, España carece de un abordaje integral de lucha contra todas las formas de violencia contra la infancia, lo que resta eficacia a las distintas medidas aisladas.

Como ocurre con todas las formas de violencia hacia la infancia, los datos existentes sobre la extensión del maltrato infantil son escasos y no permiten conocer el número real de niños, niñas y adolescentes víctimas de esta violencia. En 2017 se registraron en España más de 4.800 denuncias interpuestas por menores por malos tratos en el ámbito familiar, según datos del Ministerio del Interior. La baja notificación de los hechos, la dificultad de delimitación y definición del término ‘maltrato’, la falta de distinción entre la incidencia y la prevalencia de los daños y el exceso de focalización en el maltrato físico en detrimento del resto de tipos de agresiones sigue condenando a un sinfín de personas a un dolor que les perseguirá durante el resto de su vida. Además, a ello hay que sumarle la vulnerabilidad de las víctimas de maltrato, la normalización de esta situación, la culpa o la vergüenza, hechos que hacen muy difícil la denuncia por parte de las niñas y los niños.

Según la información con la que contamos en Save the Children, solo en España han perdido la vida por culpa de la violencia 19 niños y niñas. El último caso que ha transcendido tuvo lugar el 9 de octubre en Málaga. Una niña de 6 años fue arrojada por la ventana de un sexto piso por un hombre de 50 que era amigo de la familia.

El pasado 7 de septiembre el Gobierno aseguró en la rueda de prensa celebrada tras el Consejo de Ministros que remitirá al Congreso de los Diputados en el segundo trimestre de 2019 el anteproyecto de Ley de Protección Integral frente a la Violencia contra la Infancia, que contemplará el abuso sexual, el acoso en redes sociales e incluirá un registro de menores víctimas, entre otros aspectos. La desprotección de los niños y las niñas en España frente a la violencia hace que su aprobación deba ser cuanto antes, por ello recibimos con satisfacción las declaraciones del ministro del Interior el 18 de octubre asegurando que el anteproyecto estará aprobado antes de que finalice 2018. Paralelamente, todos los grupos parlamentarios deben comprometerse a respaldar su aprobación, enviando de esta forma un mensaje de unidad y de compromiso hacia un problema que, por incomprensible que parezca, no es percibido todavía con la magnitud que representa por gran parte de la población.

Esperamos contar cuanto antes con una herramienta legal que garantice definitivamente la protección de la infancia, que les defienda del acoso escolar o del maltrato de sus propias familias, necesitamos una ley que deja que las niñas y los niños solo se tengan que preocupar de jugar, aprender, crecer y ser felices.  No tenemos la menor duda de los niños y las niñas de nuestro país votarían a favor de una medida como esta. Por ello, tenemos la responsabilidad de impulsarla por ellos.