nuevas fórmulas de negocio

Freno a los patinetes eléctricos compartidos

Patinetes eléctricos en València

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Imma Fernández

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Han llegado a España con sigilo y alevosía. Aparcados en cualquier acera de la ciudad, con su cuerpo menudo y estilizado a la espera de cliente. Son los patinetes eléctricos compartidos, que funcionan descargándose una aplicación en el móvil. Madrid y València han sido los primeros puertos del desembarco de la todopoderosa firma californiana Lime, participada por Uber, que, tras arrasar en EEUU, cruzó el charco y extendió sus tentáculos por Zúrich (Suiza) y París (Francia).

Prohibidos ya en València, pocos días después de su llegada, los patinetes de Lime siguen operando en Madrid; a la tentadora Barcelona, con una reciente normativa restrictiva, la han evitado. Sí intentaron colarse en L’Hospitalet de Llobregat, el pasado 3 de septiembre, pero el ayuntamiento les advirtió de que no tenían licencia para esa actividad y horas después la empresa retiró las unidades.

Efímero fue también el despliegue de la alemana Bike Mobility (Wind), a finales de agosto, en la capital catalana. La Guardia Urbana desalojó de las calles un puñado de artilugios y el resto –casi un centenar- fue recogido por la propia compañía. "Este negocio no cumple la ordenanza, pionera en la materia, que entró en vigor en julio: la actividad debe realizarse con guía y con casco, según la normativa propia específica para patinetes eléctricos", detallan fuentes del ayuntamiento.

Bicis y motos 'sharing'

La cuestión es que esta obligatoriedad –casco y guía- no se contempla en los coches, las motos y las bicicletas compartidos (‘sharing’), así que estos vehículos campan a sus anchas por las aceras y calzadas de Barcelona. Pero el consistorio ya se ha puesto las pilas para intentar que el uso del espacio público por parte de esos negocios privados sea compatible con el de los ciudadanos y empresas públicas como el Bicing. “Estamos trabajando en una regulación de esta actividad, esperamos tenerla pronto; es un fenómeno muy nuevo”, afirma el gobierno municipal. “Hay ciudades que los prohíben y otras que los permiten; nosotros queremos encontrar una fórmula compatible intermedia”.

Disminuir la contaminación

El Ayuntamiento ha elaborado un estudio donde se determina la existencia de 15 empresas de vehículo compartido en Barcelona. “El diagnóstico concluye que este tipo de servicios son un buen elemento para reducir y renovar el parque de vehículos, disminuir la contaminación, fomentar una movilidad más sostenible, gestionar el aparcamiento e impulsar el vehículo eléctrico”. Pero también advierte de la necesidad de establecer un marco regulador que “evite una excesiva ocupación del espacio público y de aparcamiento o un impacto negativo sobre la seguridad viaria”.

Tiendas de alquiler

Otro negocio que prospera es el alquiler de patinetes, que debe cumplir asimismo la normativa (guía, casco, seguro y conocimientos mínimos del uso del vehículo por los que ha de velar la empresa que lo alquila). Una joven extranjera, apostada en un cruce de la Barceloneta, oferta el chisme; la tienda está más escondida en una callejuela. Son 15 euros una hora; 25 euros (20 con rebaja), dos horas.

La firma Rent Electric, en la frontera del barrio marinero, oteó el negocio de los vehículos asistidos ya en el 2011. Los artilugios con sillín, un híbrido patín-bici, son a la vista los más demandados; hay varias decenas expuestos y mucho ajetreo. Un británico apresurado –“¡pago por tiempo!”-, primerizo con el invento, confirma que es “estupendooooo”. Y desaparece veloz por una estrecha acera driblando a los peatones.