La última fugitiva del narcotráfico gallego cae en Catalunya

Tania Varela, la última fugitiva del narcotráfico gallego.

Tania Varela, la última fugitiva del narcotráfico gallego. / periodico

Guillem Sànchez / Luis Rendueles

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Tania Varela, la mujer más buscada de Europa, huida de la justicia desde el 2013, cuando fue condenada a siete años por narcotráfico, estaba en Sitges. En la tarde de este lunes, una patrulla de los Mossos d’Esquadra la ha reconocido mientras paseaba con su hija de la mano por un parque. Varela, abogada, fue novia de David Pérez Lago, hijastro y heredero de Laureano Oubiña.

Los agentes le han pedido que se identificara. Y Varela, en lugar de sacar el DNI, ha dado un nombre falso. Estaba nerviosa. Los policías, que estaban dentro de un dispositivo montado para capturarla, le han pedido que les acompañara a la comisaría de Vilanova i la Geltrú. Allí le han tomado las huellas dactilares y se ha confirmado que se trataba de Varela. Sobre ella pesaban tres órdenes de detención, por tráfico de drogas y blanqueo de capitales

El intendente Toni Rodríguez, jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos, ha explicado que la buscaban desde hacía más de un mes, cuando recibieron el aviso de que se escondía por la comarca del Garraf. "Creemos que llevaba más de un año residiendo en Sitges junto con su hija", ha aclarado. Tras la detención, pasará a disposición del juzgado de Vilanova i la Geltrú.

Estaba igual que en las fotos que tenían los Mossos. Los investigadores catalanes tratarán ahora de aclarar qué hacía en Sitges. Su detención es "relevante" porque no es "fácil" dar con perfiles que ocupan puestos tan altos "dentro de organizaciones criminales". Los Mossos sospechan que seguía en contacto con la mafia. Porque ha estado fugada muchos años y ello requiere "tanto apoyo económico como logístico". El objetivo ahora es que aporte información sobre el crimen organizado. Hasta ahora jamás lo ha hecho. 

Viva gracias a unos folios

A las nueve menos veintidos minutos de la noche en que dos sicarios colombianos dispararon a su novio, Varela agachó la cabeza para coger algo de un bolso Louis Vouitton que llevaba bajo el asiento del copiloto. Salvó la vida, contó después, porque unos folios que llevaba dentro del bolso se le engancharon en las manos mientras los sicarios ejecutaban a Alfonso Díaz Moñux, el abogado con quien salía entonces. Salvó la vida y oyó los disparos, "dos ruidos como el de dos contenedores chocando". Fue el 18 de diciembre del 2008 en la puerta del garaje de la casa donde ambos vivían en Madrid.

Varela explicó entonces a la policía que la orden del asesinato tenía que haberla dado su expareja, David Pérez Lago. La joven, que había sido abogada en el Centro de Ayuda a la Mujer de Cambados, localidad donde nació en 1974, explicó cómo conoció a Pérez Lago y cómo ambos fueron detenidos en el 2006, en la operación Roble, en la que se confiscaron dos toneladas de esta droga y se extraviaron 

Ella estuvo unos meses en prisión y salió tras pagar una fianza de 120.000 euros en agosto del 2006. Su abogado era ya Alfonso Díaz Moñux, el mismo que el de David. Pero aquel triángulo se rompió malamente porque Tania se convirtió en amante del abogado. Ambos acudieron a la cárcel y se lo comunicaron al hijastro de Oubiña, que, según Tania y Moñux se lo tomó muy mal.

Dos toneladas de coca desaparecidas

De fondo de todo aquel asunto, además, había 2.000 kilos de cocaína que habían desaparecido. Los narcos españoles les contaron a los colombianos que la habían tirado al mar, perseguidos por la Guardia Civil. Los colombianos no se fiaban. Y Díaz Moñux y Varela comenzaron a hablar con la policía. Los investigadores creen que un grupo de españoles vendió esa droga sin pagar su parte a los colombianos.

En algunas grabaciones telefónicas de aquellos meses se muestra la pasión del abogado por Varela, 11 años más joven que él. "Consígueme más pastillas. Esta tía me va a matar", confesaba Moñux a un amigo al que pedía Viagra. Personas que conocieron la relación subrayan que Varela llevaba "al límite" al abogado, con violentas broncas y apasionadas reconciliaciones.

La policía acabó deteniendo a ocho personas por el asesinato del último novio de Varela. Siete fueron condenadas y una se fugó. Desde la cárcel, David Pérez Lago desmintió siquiera haber sido su pareja. Nunca se supo quién ordenó el crimen. Durante las investigaciones se descubrieron fotos de Tania y Díaz Moñux en casa de un grupo de sicarios. Les habían estado vigilando durante días. En el 2013, poco antes de que el Tribunal Supremo la condenara definitivamente por tráfico de drogas, Varela se fue de España.

Investigaciones en China y Suecia

"Ella insistía en que era inocente, que todo era una venganza de David. Llegaron a acusarla de reunirse con los colombianos y hablar de satélites", recuerda un abogado. En estos casi cinco años como fugitiva, la policía investigó si estaba en China -antes de huir ya hacía de intermediaria con algunos empresarios de ese país- o Suecia -donde vivía una hermana suya-. Luego sería condenada también por blanqueo de dinero. Hace meses, un abogado amigo suyo advirtió a la policía de que la había visto repostando en una "gasolinera de Tordesillas" (Valladolid). Otras fuentes la situaban "entre Galicia y Portugal" e incluso haciendo una visita a la casa familiar en Cambados.

"Como abogada no era muy buena, pero era la novia del traficante. Ese fue su rol en esta historia", comenta una persona que la conoció en sus años dorados, antes de convertirse en fugitiva. Varela gastaba mucho dinero en ropa y en bolsos, pero no tenía tarjeta de crédito, ni siquiera un monedero. No lo necesitaba.

Un témpano amnésico

La penúltima vez que la detuvieron, Varela acusó a la policía de haberle quitado varios CD que llevaba en su Audi. Echaba de menos, sobre todo, uno de Los Panchos. Dos años después, cuando una ambulancia trasladaba a su novio agonizante hasta el hospital Gregorio Marañón de Madrid, ella pidió subir a casa para cambiarse de ropa. "Es un témpano", afirma un antiguo conocido. Tras el asesinato de su novio, le pusieron escolta y empezó a ir a un psiquiatra. Tenía ansiedad y amnesia. Tan acusada que, preguntada por la policía, no pudo recordar, luego, como se llamaba el médico que la trataba ni en qué dirección la atendía.

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