DENUNCIA EN ROMA

Destapada la explotación laboral de monjas por parte de obispos

zentauroepp14469171 barcelona  7 11 2010   viaje del papa  a barcelona  misa en 180303113436

zentauroepp14469171 barcelona 7 11 2010 viaje del papa a barcelona misa en 180303113436 / periodico

Rossend Domènech

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mientras en España el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha salido a decir en público que comprende los motivos de la huelga feminista del próximo día 8, y que hasta la Virgen María lo haría, sus pares italianos han mostrado una cara bien diferente de la relación entre Iglesia y mujer. 

La denuncia de las monjas de ser “tratadas como esclavas por curas y obispos” traerá cola en la Iglesia católica. Se trata de un “ejército” de 670.000 efectivos, de las que solo una tercera parte vive en Europa. Cocinan y sirven en los seminarios y conventos, en las casas de muchos curas, obispos y cardenales, en hospitales, escuelas y universidades. La mayoría aplastante no recibe ningún sueldo, con frecuencia solo una paga simbólica y a veces ni eso. A cambio, hacen la compra, cocinan, sirven, lavan y planchan. No hay mucha diferencia con lo que sucede en muchas otras partes, sin ser monjas.

"Ya vale con ser esclavas"

“Es un asunto de poder y de dinero y ya vale con ser esclavas ”. La monja Carmen Sammut, presidenta del Uisg (Unión Internacional de las superioras generales), no usa medias palabras para denunciar  la situación desde las páginas del 'Corriere della Sera'. Añade que “en el Vaticano no nos consultan nunca” y que “el primero que lo ha hecho ha sido el papa Francisco”.

La denuncia, junta con la de otras monjas, la mayoría guardando el anonimato, ha sido publicada en 'L’Osservatore Romano' con permiso explícito de Jorge Bergoglio, que recientemente quiso verse con monjas de todo el mundo y escuchar sus lamentos, protestas y propuestas. Acudieron al Vaticano más de mil y, cortadas por la emoción, no todas consiguieron decirle al Papa lo que sentían y querían sobre el maltrato que reciben por su labor. El texto ha sido publicado en la edición de marzo de 'Mujeres, Iglesia, Mundo', un suplemento mensual de 'L'Osservatore Romano'. En el reportaje, varias religiosas explican a la periodista Marie-Lucile Kubacki cuál es su situación, cercana a la explotación laboral, en un artículo titulado simbólicamente  'El trabajo (casi) gratuito de las monjas'.

Servicio poco reconocido

Una de las historias es la que cuenta la hermana María (nombre ficticio), que llegó a Roma procedente de África hace 20 años y describe cómo desde entonces ha estado recibiendo a religiosas de todo el mundo. "A menudo hablo con monjas en una situación de servicio doméstico poco reconocido. Algunas de ellas se levantan de madrugada, sirven en las casas de obispos o cardenales y otras trabajan en las cocinas de instituciones eclesiásticas", precisa.  Al Papa le han preguntado directamente si era justo que “un eclesiástico se haga servir una comida por una monja y luego, una vez servido, la deje que coma sola en la cocina”. “¿Es normal que un consagrado sea servido de esta manera por otra persona consagrada?”, le han preguntado. Otra añade que algunos eclesiásticos habrían intentado incluso anexionarse los inmuebles de sus conventos.

Según María, estas religiosas "se levantan al amanecer para preparar el desayuno y no se van a dormir hasta que está servida la cena, la casa ordenada y la ropa lavada y planchada". "Las hermanas no tienen un horario fijo y su retribución es incierta, a menudo muy modesta", subraya.

Presiones psicológicas y espirituales

Kubacki, especialista en asuntos religiosos, entrevistó para su artículo a varias religiosas que -usando seudónimos- denuncian, además de las condiciones económicas y sociales injustas que sufren, presiones psicológicas y espirituales. En el ámbito de los corresponsales de prensa que cubren informaciones del Vaticano a estas mujeres se les ha denominado 'monjas pizza' por el trabajo indiferente que hacen, explica la autora del reportaje.

Muchas de ellas, relata el artículo de 'L'Osservatore Romano', son mujeres que han llegado a Italia procedentes del extranjero -de África, Asia y América Latina- y que están pagando una deuda adquirida con la congregación religiosa a la que pertenecen. En algunos casos, se debe a que la orden cuidó de la madre enferma o porque facilitó que un hermano pudiera completar sus estudios superiores en Europa. A menudo provienen de familias muy pobres, donde algunos padres las presionan para hacer el viaje al extranjero para desempeñar su labor.

Segundo capítulo

Tal y como apunta la hermana Paula, una religiosa con una posición importante en la Iglesia, según precisa el suplemento, es difícil evaluar el alcance del problema del trabajo gratuito o mal remunerado y poco reconocido por parte de las religiosas. Años atrás en Italia se planteó públicamente la situación laboral de las monjas que trabajaban gratuitamente en los hospitales públicos, a veces católicos y otras no, después de que alguna de ellas denunciaran a los patronos. Los pleitos siguieron adelante a pesar de un primer intento de frenazo por parte de las jerarquías italianas, pero al final las monjas-enfermeras lo consiguieron, obteniendo las contribuciones a la seguridad social, sueldos formales y finiquitos al final de la carrera. 'L’Osservatore Romano' ha abierto un segundo capítulo, no solo italiano, sino mundial.