Viaje al fondo de la crisis pesquera

La sobreexplotación, el cambio climático y hasta la recuperación de los depredadores pueden estar detrás del declive de sardinas y boquerones

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Las poblaciones de sardina y boquerón en el Mediterráneo occidental, y particularmente en el litoral catalán y el golfo de León, se han reducido de manera drástica en los 20 últimos años e incluso se encuentran al borde del colapso, como certifican el descenso de las capturas y la reducción del tamaño medio de los ejemplares que se comercializan, así como diversos estudios con medios acústicos y análisis de huevos realizados por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM), centro del CSIC en Barcelona, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Baleares y el Ifremer francés. Pocos pensaron que las dos especies pesqueras más ubicuas acabarían tan mal, con las densidades reducidas a una décima parte.

"Las poblaciones de sardina están agotadas tanto en aguas españolas como francesas, mientras que las de boquerón están sobreexplotadas", resume Isabel Palomera, investigadora del ICM-CSIC que ha realizado diversos estudios sobre ambas especies pelágicas o de mar abierto. Por poner un ejemplo, en 1994 se desembarcaron en Catalunya 39.000 toneladas de sardina, mientras que el año pasado fueron solo 4.300. "Los desembarcos de los últimos años son los más bajos de toda la serie histórica", recuerda un informe del IEO presentado a finales del año pasado.

MUY SENSIBLES

La primera razón del declive parece ser la sobreexplotación pesquera, aunque no se descartan otras posibilidades combinadas como el aumento de la temperatura del agua debida al cambio climático -que afecta a la productividad del plancton, su principal alimento-, la contaminación, ciclos naturales, cierta recuperación de las poblaciones de atún rojo y otros grandes depredadores (aunque el estudio del IEO lo descarta) o la reducción de los nutrientes que aportan el Ebro en el sur de Tarragona y el Ródano en la Provenza, lo que dificulta la productividad marina en dos de las mejores zonas de pesca. No se detectan ni parásitos ni enfermedades reseñables.

La pérdida de biomasa afecta a numerosas especies de todo el Mediterráneo, pero el boquerón o anchoa ('Engraulis encrasicolus') y la sardina ('Sardina pilchardus'), peces de pequeño tamaño, se encuentran en el inicio de la cadena trófica y son muy sensibles a los cambios ambientales, dice Palomera. El motivo esencial es que se trata de peces de corta vida que se pescan, en muchas ocasiones, antes de que hayan logrado reproducirse, es decir, antes de cumplir los 4 y los 3 años.

PLAGA

"El problema es grave", insiste la investigadora, quien lamenta además que, "por falta de dinero para compensaciones", ni la sardina ni el boquerón gocen de planes de recuperación efectivos como se han aplicado en el Cantábrico (o con el sonso en el Maresme y la Costa Brava). En este sentido, Miquel Brull, presidente de la Cofradía de Pescadores de Sant Pere de L'Atmella de Mar, una de las zonas más afectadas por el declive, ha pedido a la Administración que trate la crisis de la costa de Tarragona "como si fuera una plaga" y, por tanto, haya ayudas excepcionales para compensar "como se hace con los agricultores".

Entre otras posibilidades, los científicos sostienen que se debería crear una zona de protección especial para las poblaciones reproductoras de boqueron y reducir la presión pesquera en invierno, cuando se encunentran en la fase de inmaduro, así como variar las tallas mínimas de pesca, que deberían pasar de 9 a 11 centímetros en el caso del boquerón y de 11 a 13 en las sardinas. Muchas de las propuestas cuentan con el beneplácito de los pescadores. "El problema es que, aunque las cosas se hicieran bien, la recuperación sería lenta", advierte la especialista del ICM-CSIC.