Gente corriente

Marcela Otamendi: "El mar ya se ha comido dos hectáreas de mi arrozal"

Esta payesa del delta del Ebro sufre el cambio climático en carne propia. Pero, lamenta, nadie pone remedio.

«El mar ya se ha comido dos hectáreas de mi arrozal»_MEDIA_1

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NÚRIA NAVARRO

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Mientras los países debaten en París qué demonios hacer con el calentamiento global sin perjudicar a sus economías, a Marcela Otamendi (Tortosa, 1965) el mar ya se le ha zampado dos de sus 40 hectáreas de arrozal en la playa de la Marquesa, en el delta del Ebro. Allí se instaló tras la guerra civil su padre, un pescador de angulas de Aguinaga (Guipúzcoa), y allí quiere acabar sus días. Con los pies bien metidos en el fango.

-¿Nota mucho el cambio climático?

-En primavera, durante la cosecha, vienen tormentas y vendavales que arrancan las plantas. Y con el aumento de la temperatura, crecen los hongos, como el helminthosporium y la piricularia. Los payeses estamos con el corazón en un puño.

-Dé pistas a los expertos.

-Expertos hay muchos, pero cuando aquí hay llevantades y entra el mar nunca me he encontrado a ninguno, ¿eh? En todo caso, les diría que soluciones hay.

-¿Repasamos problemas?

-Uno es la regresión. El delta va retrocediendo por falta de aporte de sedimentos (hoy llega el 1% de lo que llegaba hace 50 años). Otro es la subsidencia. Como no hay sedimentos, la tierra se va compactando. El terreno se hunde y el mar avanza 3,3 milímetros cada año.

-Peligrosa ecuación.

-En mi infancia, para llegar al agua desde los campos tenía que andar un kilómetro. Hoy hay menos de cinco metros. El mar ya se ha tragado dos hectáreas de arrozal.

-20.000 metros cuadrados.

-¡Y nadie hace nada! Hay un incendio en un bosque y envían dotaciones y hacen prevención. Cuando aquí hay un temporal, no aparece nadie. Hay espigones sumergidos, playas a regenerar... Yo me considero un animal racional que pertenece al delta. Si resulta que hay especies protegidas, ¿por qué no nos protegen a nosotros? Un alto cargo del Ministerio de Agricultura llegó a decirme: «El delta no vale nada». Es muy doloroso.

-¿Qué explicación da al ninguneo?

-Supongo que le interesa a alguien. ¿Quién manda en los pantanos? Las hidroeléctricas. En todo caso, no veo futuro. Yo cultivo arroz y en invierno pesco anguilas. Encarno el sector primario. Y me pregunto: «¿Cómo me he podido equivocar tanto?».

-¿En qué sentido?

-Practico la sostenibilidad cada día y soy víctima de lo contrario.

-¿Puede vivir del arrozal?

-Yo vivo gracias a las subvenciones de la Unión Europea. Al estar al lado del mar hacemos una producción más baja: unos 5.000 kilos por hectárea, a 29 céntimos el kilo. Por desgracia, hago menos de payesa que de gestora. Mi lucha en defensa del espacio al que pertenezco es tanta que supone mucho desgaste. Es la primera vez que pienso en tirar la toalla, la verdad.

-¡No diga eso!

-Estoy muy cansada. He destinado muchos recursos y muchas lágrimas. Y no puedo hacer nada. Solo soy la víctima. Mientras oyes que en Madrid dicen «tenemos a los mejores técnicos trabajando en esto», ni hacen ni te dejan hacer nada porque está todo muy regulado. Soy una okupa de mi propia tierra.

-Okupa y mujer.-Y además, homosexual. Pero debo decir que, aunque llevaba 30 años de relación con mi pareja, me casé hace poco y la reacción de la gente fue genial.

-Un aspecto reconfortante, ve.

-Mucho. También lo son las amaneceres y las puestas de sol que vemos cada día. Creo que seguiré... No puedo traicionar los valores que me enseñó mi padre. Además, el fango engancha, ¿sabe?