"Dejé la escuela a los ocho años"

Mahboob Ahmad: "Creo que deberían de haber previsto que hay mucha gente que no pudo terminar el colegio"

Mahboob Ahmad, en la calle Sant Antoni Abat, Barcelona, ayer.

Mahboob Ahmad, en la calle Sant Antoni Abat, Barcelona, ayer.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mahboob Ahmad llegó a España cuando tenía poco más de 18 años. Desde entonces, una década ya, ha pasado por varios oficios, el último de ellos de repartidor de una empresa de paquetería. «Pasaba todo el día cargando y descargando cajas», recuerda. Ahora está en paro, pero aun así se las apaña para enviar periódicamente alguna cantidad de dinero a su familia en Pakistán. Va tirando, dice. «Mis gastos son mínimos, ahorro todo lo que puedo», cuenta.

A Mahboob le han hecho cisco con la implantación de los nuevos exámenes para obtener la nacionalidad española. Justo cuando lo tenía ya todo listo para presentar la documentación requerida ante el Registro Civil, el próximo 23 de noviembre y después de dos largos años en la lista de espera, le comunican que ahora, según prevé la nueva ley, tiene que hacer además dos pruebas por escrito. «Con la de cultura general, todavía me atrevo, pero la de castellano la veo imposible, no me siento capaz de superarla», asegura en un castellano titubeante.

«Creo que tendrían que haber previsto casos como el mío, deberían de haber tenido en cuenta que hay gente que viene de países donde los ciudadanos no han ido tanto a la escuela como aquí». Él, confiesa, la dejó a los ocho años. «Mi familia me necesitaba y como en aquel momento no era obligatorio ir al colegio, me marché», recuerda, antes de precisar que ahora en Pakistán la escolarización sí es obligatoria hasta los 16 años.

«Solo conozco el alfabeto urdu y el de aquí me cuesta mucho», prosigue Mahboob, que confía en que, finalmente, se fije algún mecanismo para las personas que se encuentran en su misma situación. Y, por si fuera poco, en el colmo de la mala pata, estos exámenes llegan en un momento en que encima sus ingresos son escasos. «No sé cómo voy a pagar los 300 euros. Es una cantidad enorme para mí», subraya el joven.