UNA REFORMA APLAZADA DURANTE DÉCADAS
La catedral mira al río
«Sí, me han dicho que en el lugar que ocupan estas casas se hará una plaza. Será más bonito, la catedral se verá mejor desde el río, aunque habrá que limpiar su fachada, que está negra», afirmaba el francés Michel Boursin mientras paseaba atento, observando a los operarios que, con una grúa mecánica, iniciaban esta semana los trabajos de demolición de esta isla de casas en el casco antiguo de Tortosa, frente al río Ebro. Al poco, Fabián Bernal, otro turista, español afincado en Alemania, cruzaba la calle: «Desconozco su valor arquitectónico pero sería una pena si derribaran casas que pertenezcan a la zona histórica, quizás, restauradas, podrían tener un uso turístico, con tiendas en los bajos».
Michel y Fabián, sin conocer los entresijos, expusieron las dos posturas contrapuestas con que observan los tortosinos el inicio del derribo de las llamadas casas de la catedral. Un proyecto que habrá costado medio siglo y que, sustituyendo los edificios por una plaza, permitirá abrir al río la magnífica fachada barroca de la catedral y a su vez, dignificar la fachada fluvial, el skyline particular de Tortosa, ahora afeado por esas casas sometidas desde hace años a una degradación programada.
«Asistimos a un día muy importante que se ha perseguido durante décadas y que, contando con el apoyo de todos los ayuntamientos de los últimos 50 años, está llamado a transformar la imagen de la ciudad», anunció el viernes el alcalde, Ferran Bel. Tras los trabajos de demolición, se harán excavaciones arqueológicas en el subsuelo, donde los expertos auguran que podrían aparecer restos de la Dertosa romana. El solar dará a la catedral una plaza hacia el río, una idea que complace a buena parte de los vecinos de la ciudad. «Se verá mejor la catedral, me parece muy bien», dijo Cristian Aljarilla. «Me gusta la idea, porque además estas casas están ruinosas», opinó Àngels Burgos. «Yo he vivido 30 años en una de esas casas, que compraron mis padres, y siempre han estado degradadas porque el ayuntamiento no daba permiso de obras», denunció Juan Fernando Jiménez, que agregó: «Creo que hubiera sido mucho mejor rehabilitarlas y además, la fachada de la catedral desde el río se verá torcida y desproporcionada, porque está hecha para ser vista de cerca».
Como él opinan historiadores de la ciudad como Jacobo Vidal, quién sostiene que un cambio de perspectiva empequeñecerá la imagen que se observa grandiosa ahora, con un punto de vista obligatoriamente cercano.
HISTORIADORES Y URBANISTAS
No es la única crítica que hacen historiadores y urbanistas, que consideran que es un grave error histórico eliminar no solo el vestigio de la antigua muralla fluvial de Tortosa, sino parte de lo que constituye un entramado urbanístico que arranca de la época romana. Aún con tanta historia en sus muros, 50 años de empeño y degradación son demasiados.
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