Gente corriente

Nacho Téllez: «Veo un discurso todos los días, sin excepción»

Este vecino de Llavaneres es un crack hablando en público. Dos veces campeón de España en oratoria, ni más ni menos.

«Veo un discurso todos los días, sin excepción»_MEDIA_1

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NÚRIA NAVARRO

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En un momento en que a base de tuits y mails se atrofia el habla, Nacho Téllez (Barcelona, 1983) lleva dos años consecutivos venciendo en el campeonato de oratoria de España. No se gana la vida con esto. Pero lo hará, fijo.

-Vamos, que le dejan negociar con la troika y salva Grecia.

-(Ríe) Si todos los que han ido no han podido, dudo de que lo consiguiera yo.

-Tiene un pico de oro.

-Soy dos veces campeón de España de oratoria por Toastmasters Internacional. No es oficial, pero lo organiza el club más importante del mundo.

-¿Qué tiene usted de especial?

-Muchos trabajan la oratoria. Son menos los que se preparan muy bien el discurso. Aún menos los que se lo preparan dos meses antes. Y son escasísimos los que lo revisan mil veces. Ese es mi caso.

-¿Era el típico niño que daba la chapa?

-En la escuela me oí muchas veces: «Téllez, fuera por hablar». Siempre he sido parlanchín, agudo y de contestaciones rápidas.

-¿Le viene de familia?

-No sabría decirle. Mi padre es capitán de la marina mercante y yo, coincidiendo con el estallido de la globalización, estudié Comercio Internacional en la ESCI-UPF. Durante unos nueve años me dediqué al mundo de la exportación, ayudando a muchas pymes catalanas. Y no como asesor, sino siendo yo el que cogía la maleta, viajaba, enseñaba el producto y escogía al distribuidor. Aún hoy llevo la exportación de dos empresas.

-Pero no le apasiona el asunto, ¿eh?

-Todo cambió cuando gané el primer concurso. Me había apuntado a un club Toast-

masters para mejorar la oratoria y, animado por mi mentor, presenté un discurso delante de mi club y gané. Vi que sobresalía. Llegué al certamen de España y volví a ganar.

-¿De qué van los discursos ganadores?

-El último fue sobre mi hija, su nacimiento, lo que quiero para ella.

-Muy familiar. Habrá hecho cursos mil.

-Soy autodidacta. Cada día, sin excepción, veo un discurso. Ayer vi uno de 45 minutos de José Mujica, el expresidente de Uruguay. Entre todos, los mejores son los del inglés Alan Watts, ya fallecido.

-¿Y entre los vivos?

-Artur Mas es bueno, aunque le detecto un punto de arrogancia.

-¿La fórmula triunfadora?

-Saber a quién te diriges, tener claro el mensaje -hay que explicar una historia que toque a la gente, a poder ser un lugar común, y con un toque de humor- y practicar.

-La mayoría de humanos huyen del dentista y de hablar en público. Anímelos.

-Bruce Springsteen, que ha hecho miles de conciertos delante de millones de personas, dice que si no nota el nerviosismo sabe que algo no va bien. Yo también lo siento. Hago unas flexiones antes, no repaso los apuntes y cuando salgo aguanto las miradas amigas y rehúyo las retadoras.

-También redacta discursos.

-El último para una estudiante de Psicología que debía presentar su tesis en 10 minutos. Funcionó. A veces no funciona, ¿eh? No le funcionó al autor del «relaxing cup of café con leche» de Botella, que cobró 220.000 euros por aquello. Y en mi primera final lancé un par de bromas, nadie rio y me hice muy pequeñito. Es lo que más me ha enseñado.

-¿Esta habilidad le abre las puertas a un futuro distinto?

-Hace un año y medio fundé, con una socia, FormAccionate. Hacemos formación en ventas y en hablar en público. Aún no lo estamos petando, pero todo llegará.