FORMACIÓN EN NUEVAS TECNOLOGÍAS
Niñas con una tableta propia
Un grupo de madres organiza talleres para introducir a sus hijas en la programación
Escribía Virginia Woolf, a principios del siglo XX, que la independencia de la mujer se sustentaba en una habitación propia y una renta mensual. En este siglo XXI, la renta será mileurista pero a la habitación se añade una tableta, un ordenador o un móvil desde donde gestionar la vida real y la virtual. «Y no vas a estar siempre preguntando a un amigo cómo se hace algo, más vale que aprendas a hacértelo tú», explica Marta Salsench, organizadora de Falling in Code, un grupo de madres tecnólogas que este domingo estrenó el primer GirlsHack, un taller de programación para niñas de 8 a 15 años con el que celebrar el Día de la Mujer.
La iniciativa, que desbordó las expectativas de las organizadoras, todas voluntarias, dejó lista de espera pero acogió a unas 40 pequeñas con madres, padres y hasta abuelas un domingo por la mañana en el Poblenou que se iniciaron en programación básica con Scratch, impresión 3D y creación de instrumentos musicales con Makey Makey.
«Si desde pequeñas tienen contacto con la tecnología, le perderán el miedo. Hemos querido que fueran solo niñas para que se sintieran más cómodas, porque siempre parece que los niños sepan más. Y que las familias vean que este puede ser una futura carrera para sus hijas», añade Salsench. En el grupo de madres hay emprendedoras, ingenieras y comunicadoras en tecnología.
Tras una semana en la que se han celebrado tres eventos para fomentar la relación entre mujeres y tecnología en el marco del Mobile World Congress, las más jóvenes ya no reivindican. «La tecnología es neutra, no tiene nada que ver con el género», afirmaba rotunda Eva, de 13 años, ante su amiga Zoe. Ellas editan vídeos y quieren hacer cine.
Otras madres veían el taller como una oportunidad para recuperar el tiempo perdido mientras manejaban el WhatsApp con fruición. «A mí de joven me limitaron mucho y ahora me tengo que poner las pilas con la tecnología. No quiero que mi hija sufra lo mismo. Lo haremos juntas», cuenta Laura, periodista de 36 años, con Bruna, de 7, que hace manualidades con vídeos de Youtube.
Un poco más allá, Erin, de 10 años, que lleva «una libreta de inventos para que las cosas sean más fáciles», aprendía a mover figuras en un plano. Y Sofía, de 8 años, decía que ahora podría programar historias. Su madre, Zahara, asentía. «Yo no tengo ni idea, pero el futuro está aquí».
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