«Nunca hubiera pensado que llegaríamos hasta aquí»

El histórico activista LGTB Jordi Petit celebra la ley antohomofobia

Satisfecho 8 Petit, ayer en el parque de la Ciutadella, ante la glorieta donde fue asesinada la transexual Sonia.

Satisfecho 8 Petit, ayer en el parque de la Ciutadella, ante la glorieta donde fue asesinada la transexual Sonia.

TONI SUST
BARCELONA

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Lejos pero no olvidados quedan los tiempos en que los Salesianos de la calle de Rocafort le hacían llevar cilicio a Jordi Petit, histórico luchador por los derechos del colectivo homosexual, que recuerda que hasta la actual democracia solo durante los años de José Bonaparte, Pepe Botella, España despenalizó la sodomía. Lograda la regulación legal que persigue a quien persiga a los gais, queda esperar a que la sociedad lo asuma como un fenómeno que no es noticia, ni buena ni mala, algo convencional. «Faltan generaciones», dice Petit.

-Su vida ha sido también la lucha por los derechos de un colectivo. ¿Cómo resumir estos 40 años, de dónde vienen y adónde han llegado?

-En nuestro recorrido hay un momento clave: la salida a la luz del movimiento gay, junto con el resto de movimientos sociales, con la primera manifestación de 1977 en la Rambla, y en 1978 en otras ciudades españolas. El movimiento adquirió un estatus de normalidad en el trato de los medios de comunicación que no existía durante el franquismo ni en países democráticos como Francia e Italia. Se vio que era tan necesario legalizar el Partido Comunista como que los homosexuales dejasen de ser perseguidos. Hubo momentos importantes, como la campaña del Póntelo, pónselo.

-¿Cómo le contaría a alguien que luchara con usted en 1977 y que ya no esté, cómo están las cosas?

Le diría que nunca hubiera pensado que llegaríamos hasta aquí.

-¿Qué le diría a un o una adolescente gay?

-Que repase la memoria histórica sobre lo que ha sucedido. Y que valore salir o no del armario. Porque cuantomás visibles seamos más indiferentes lograremos ser, pero salir del armario no es algo imprescindible. Cada cual debe valorar los pros y contras y el momento.

-Usted estuvo un par de veces a la cárcel.

-Sí, pero por política, no por homosexual. En la cárcel fui violado. Me marcó psicológicamente, entendí lo que sufre una mujer violada. En los salesianos de Rocafort, el Opus me indujo a mortificarme con cilicios en los brazos para ayudarme a superar mi homosexualidad.

-¿Qué opina cuando algunos políticos afirman que la ley responde al poder de un lobi gay, que las sanciones están fuera de lugar? Les describen a ustedes como un grupo de poder que han pasado de marginados a dominadores.

-Actuamos como los sindicatos respecto a los derechos de los trabajadores o como las asociaciones feministas respecto a los de las mujeres. Nuestro movimiento está destinado a desaparecer cuando seamos tan visibles que resultemos indiferentes. El tema de los lobis y de si los gais son ricos son prejuicios, injurias. Escuche usted en cualquier bar y se topará con expresiones homófobas. Y en los campos de fútbol escuchará también insultos homófobos.

-Es una cuestión de varias generaciones. Estamos en Barcelona. Pero en las ciudades pequeñas...Y una parte de la inmigración que proviene de países donde este tema es tabú tiene que asumirlo.

-¿Qué queda por hacer, qué problema hay que resolver?

-El aumento de casos de contagio del VIH/SIDA y de otras enfermedades de transmisión sexual por exceso de confianza, sobre todo entre los más jóvenes. Es algo que pasa entre los gais y los heteros. Yo he ido a muchos entierros. La gente que tiene 20 años, no.