PRIMEROS EFECTOS DEL ATÍPICO VERANO

Las lluvias brindan un aperitivo de la temporada de setas en el Pirineo

La bióloga Judith Mira con dos aficionados, en un bosque de la Font Freda, en el Vall d'Aran, el viernes.

La bióloga Judith Mira con dos aficionados, en un bosque de la Font Freda, en el Vall d'Aran, el viernes.

LAURA BIELA
VIELHA

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Lluvias frecuentes y días frescos. Así, con un verano otoñal es como en las cotas altas del Pirineo ha comenzado ya una prematura temporada de setas. Los primeros recolectores hace días que vuelven a casa con el cesto medio lleno. Está por ver aún si este aperitivo de una afición que mueve a cientos de miles de personas cada año es premonitorio de lo que está por venir o, si como temen los más pesimistas, es un mal augurio. «La climatología en general está cambiando. Antes, en agosto apenas llovía y en septiembre, sí. Ahora llueve en agosto, pero no sabemos qué puede pasar en septiembre», explica Juan Martínez de Aragón, investigador del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya. Ahí está la clave.

Este experto se resiste a hacer pronósticos. Son desaconsejables en esta materia. El año pasado se previeron cifras récord. Se anunció que aquello podía ser una temporada histórica, como la del 2003, cuando se superaron los 124 kilos por hectárea-, pero finalmente solo se recogieron unos 36 kilos por hectárea. Fue frustrante.

Más atrevido es Martín Morilla, vecino de El Pont de Suert (Alta Ribagorça), que vende cada día a pie de carretera las setas que ha recogido por la mañana. Su experiencia, después de 30 años como boletaire, le dice que «siempre que la temporada empieza en agosto, la campaña acaba mal».

BUENOS REGISTROS / Para que haya abundancia de buenas setas tienen que coincidir en el tiempo varias condiciones: que llueva mucho, que no se registren picos de calor durante el día, que no haga viento y que no hiele por la noche. Vamos, un otoño convencional. Si todas las condiciones se cumplen, se prevé una muy buena campaña, pero por ahora no es así. Es cierto que se están registrando mejores datos de lluvia que en años anteriores. En el caso del Vall d'Aran, por ejemplo, ya se ha superado la media climática de precipitaciones, fijada en 222,3 litros, ya que, desde que empezó el verano, en la zona han caído 253,1 litros, según datos de las Estaciones Meteorológicas Automáticas (EMA), gestionadas por el Servei Meteorológic de Catalunya.

Pero para que la cosecha sea óptima, aún falta que se cumplan los otros dos factores. «El viento y las altas temperaturas de estos días hacen que muchos de los ejemplares que se encuentran estos días se sequen muy rápidamente», señala Judith Mira, bióloga y guía de montaña.

PRIMERAS VARIEDADES / De momento, ceps y rossinyols son las variedades que más abundan en estas fechas. También es posible encontrar ya algún níscalo o rovelló en las zonas más altas del Pirineo. «El problema es que muchos de ellos por fuera están bien, pero por dentro están llenos de gusanos», aclara Martínez de Aragón. «Esto se debe a la gran cantidad de moscas que todavía viven en esta época del año. Y son ellas, concretamente las drosophilas, las que ponen los huevos de los gusanos en este tipo de setas», explica el micólogo Enric Gracia. «Si las setas comenzaran a salir a finales de agosto o a principios de septiembre, que es cuando tienen que hacerlo, no habría este problema, porque este tipo de mosca ya casi no vive», añade.

Quienes quieran conseguir este mes de agosto alguna variedad tendrán que apostar por los pinares. Aunque es posible que solo los más madrugadores tengan suerte. «Cada vez hay más gente aficionada y si no vas temprano al bosque para conseguir las pocas setas que hay ahora, es muy complicado», explica un boletaire residente en Sort (Pallars Sobirà). Él, junto con sus compañeros, empieza la marcha a las seis de la mañana. Esta es la única manera de evitar que otros aficionados se hagan con el tan anhelado botín.

Según una encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat hecha pública el pasado mayo, en Catalunya hay actualmente unos 1,2 millones de personas que dicen salir a buscar setas al bosque, una cifra que se reduce hasta los 450.000 cuando se trata de habituales, es decir, de los que acuden entre dos y tres veces durante la temporada.