PUGNA POR LOS DERECHOS NOBILIARIOS

Guerra en el castillo

Luis María Gonzaga de Casanova-Cárdenas y Barón, que presume de tener más títulos que apellidos, puede perderlos todos a favor de su hermana

E. V.
LLEIDA

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Los árboles genealógicos de las familias nobles españolas andan hechos un lío. Muchos de estos clanes viven situaciones desagradables ya que las batallas dialécticas por los títulos han llegado también a los tribunales. Los litigios abiertos provocan que las tensiones entre miembros de las familias, particularmente entre hermanos, se vuelvan a abrir cada vez que el Tribunal Supremo se pronuncia. En muchas, la disputa por los títulos ha provocado el distanciamiento total.

Es el caso de Luis María Gonzaga de Casanova-Cárdenas y Barón, quien presume por ahora de tener más títulos nobiliarios que apellidos. Es duque de Santángelo, marqués de Elche y conde de Lodosa y de Monteagudo de Mendoza. Sin embargo, el orgullo le podría durar poco. Y es que este aristócrata que, en pleno siglo XXI, vive en el castillo de La Ràpita (Noguera) junto a su mujer, la archiduquesa de Austria Mónica de Habsburgo-Lorena, y sus cuatro hijos acusa a su hermana Pilar, la primogénita de la familia, de querer arrebatárselos todos uno a uno.

El último título que Luis María Gonzaga ha perdido y que el Tribunal Supremo ha decidido que pase a manos de su hermana es el de conde de Valhermoso, distinción que se suma al de marquesa de Astorga, de Ayamonte y de la villa de San Román, condesa de Cabra, duquesa de Maqueda y baronesa de Liñola. Estos dos últimos linajes pertenecían a Luis María Gonzaga hasta que, hace cinco años, la Audiencia Provincial de Lleida decretó que debían pasar a su hermana. El aristócrata aprieta los dientes y acata las sentencias en silencio al ver que no hay resquicio legal que lo ampare, aunque asegura sentirse «muy defraudado» con la justicia por «cómo ha aplicado la ley con carácter retroactivo».

La demandante, con el cambio de la ley de sucesión de títulos nobiliarios del 2006 en la mano, se ampara en la igualdad entre sexos y le ha reclamado cinco distinciones más.

Luis, de 64 años, y Pilar, de 67, llevan ocho años de lucha en los tribunales. «Mi hermana ha pedido todos mis títulos. Pero quien está detrás de todo es su marido, Francisco López de Becerra, un abogado especializado en Derecho Nobiliario y un coleccionador de títulos nato», acusa este hombre, que dice sentirse dolido porque se ha echado a perder la relación con su hermana.

Álvaro López, hijo de la litigante, que actúa en su representación, explica que el trasfondo del conflicto está en una herencia mal resuelta. «Mi tío se quedó con todo. Lo preparó durante muchos años y se hizo con el patrimonio familiar. Si se hubiera hecho todo como hacen las familias normales también se habrían repartido los títulos. Por eso ahora los hemos reclamado todos», afirma convencido de que los obtendrán.

Expectativas truncadas

El letrado Javier Timmermans afirma que la ley está acorde con los tiempos y que le parece muy razonable la no discriminación de la mujer. Sin embargo, lo que levanta ampollas es la cláusula de la retroactividad por la que la normativa sería efectiva desde el 27 de julio del 2005, fecha en la que comenzó su tramitación. «Ha masacrado a quienes tenían desde pequeños expectativas de suceder. Tendría que haberse aplicado para las siguientes generaciones, porque ha destrozado muchas familias», afirma.

En esta línea se pronuncia también uno de los miembros de la Fundación Cultural de la Nobleza Española, José Miguel de Mayoralgo (conde de los Acevedos), quien asegura que no son contrarios a la norma sino a su retroactividad. «Nadie pensaba que la ley cambiaría de la noche a la mañana. Todo lo que sea perturbar la tradición y el cambio de reglas altera la tradición histórica, pero también las relaciones familiares», asegura el conde.