Editoriales

Los partidos quieren circos sin animales

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Catalunya puede ser este mismo año la primera comunidad autónoma que prohíbe a los circos utilizar animales en sus espectáculos. La ley de protección de los animales, cuyo cambio para prohibir los toros en el 2010 ya despertó pasiones entre defensores y detractores, incluirá previsiblemente un artículo en ese sentido a instancias de una amplia mayoría del Parlament, de la que se han desmarcado el PP y Ciutadans. Desde el punto de vista de la legitimidad aritmética, pues, la iniciativa cuenta con un apoyo más que suficiente de los representantes de la ciudadanía, y de hecho ya hay un centenar de ayuntamientos, incluido el de Barcelona, que siguen esta conducta respecto de los circos. Pero al mismo tiempo es perfectamente comprensible el malestar que ha provocado la proposición de ley en el sector circense, puesto que no ha sido consultado. Un ninguneo que habitualmente no se da cuando se abordan leyes que atañen a los intereses de otros colectivos.

La protección de los animales ha avanzado a medida que lo hacía la sociedad y ganaban terreno los derechos de las personas. Pero es difusa la concreción que debe adoptar el indiscutible respeto que merecen esos seres vivos. Lo que hay que pedir a la reforma en curso es que sea lo más clara posible, para que su aplicación no sea conflictiva. La doble vara de medir que se usa ahora con los toros y los correbous no es un buen precedente, y el Parlament no debería incurrir de nuevo en un error de ese calibre.