HUELGA DE HAMBRE

Willy Uribe: "No seré ningún mártir"

Willy Uribe, en los bajos del Raval en el que se encuentra en huelga de hambre.

Willy Uribe, en los bajos del Raval en el que se encuentra en huelga de hambre. / periodico

por NÚRIA MARRÓN

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La sacudida le llegó vía boletín informativo. El Gobierno acababa de negar por segunda vez el indulto al gallegoDavid Reboredo, elheroinómanorehabilitado que la semana pasada volvió a la cárcel, condenado a siete años porintercambiar papelinas de heroína con otro adicto. "Oír aquello --admite el escritor y fotógrafo vascoWilly Uribe-- me sacudió por dentro".

El primer tirón se lo propinó el recuerdo de que el Ejecutivo acababa de indultar a cuatro mossos condenados por tortura, y que Zapatero, ya en tiempo añadido, había hecho lo propio con el banquero Alfredo Sáenz. Y el segundo lo sintió al pensar en todos sus amigos que se habían enganchado a la heroína. "Yo sé lo que cuesta salir de ahí. Y Reboredo está limpio, incluso ayuda a otros toxicómanos. Entonces, ¿por qué le castigas? ¿Porque es un yonqui y crees que nadie le ayudará?".

Durante media hora, su cabeza fue un sincrotrón de pros y contras. Habló con su familia, llamó a unos amigos de Barcelona y tomó la decisión.Willy Uribe (Bilbao, 1965) lleva este lunes seis días en huelga de hambre por alguien a quien ni siquiera conoce. Losapoyos a la campaña se canalizan a través de Change.org

Radical y pacífica

Radical y pacíficaEl autor del libro 'Allí donde ETA asesinó' --cuyas imágenes fueron publicadas en'Cuaderno del Domingo'-- llevaba tiempo repitiéndose ese mantra colectivo de "qué puedo hacer yo" y que tanto está musculando a los movimientos sociales, la cara B de la crisis. "Y la huelga fue la medida más radical y pacífica que se me ocurrió" . El lunes por la noche cogió un autobús en Bilbao y llegó a Barcelona a primera hora. Se dirigió a la Boqueria, compró una barra de pan, jamón y queso, y se metió "un bocata bueno".

Será su último bocado hasta que el Gobierno indulte a Reboredo. "Aguantaré vivo hasta que lo saquen. No voy a ser ningún mártir, no quiero que pongan una plaza en mi nombre en ningún barrio proleta. Y no tengo miedo porque estoy convencido de que lo sacaremos", explica Uribe, que ha instalado su jarra eléctrica y su saco de alta montaña en la editorial digital sigueleyendo.com, que ocupa unos bajos en el Raval de Barcelona. "Si el Gobierno no lo hace, se está poniendo fuera de la política, en una posición inhumana. Y no creo que quiera acumular esa carga de impunidad y crueldad".

'Basurapolitik'

'Basurapolitik'Que un escritor decida que algo tan extremo como la huelga de hambre sea lo más efectivo para que el Gobierno se sienta forzado a mirarse en el espejo de su "arbitrariedad" y a dar explicaciones de la política de indultos viene a abonar la tesis de que la 'realpolitik' ha dado paso a la basurapolitik", en palabras suyas. "Yo también exijo que digan por qué indultan a los mossos y al banquero, pero sé que esto será más difícil, porque de hacerlo se les caería la cara de vergüenza. Aun así, debemos abordar la política de indultos, no puede ser que el Gobierno pase por encima del poder judicial sin dar una explicación".

Uribe, dice, se siente "fuerte". "Yo soy muy llorón, y aún no he soltado ni una lágrima". De momento lleva pocos días en ayuno, y ni el estómago ni la cabeza se le han vuelto enemigos. Trabaja todo el día para el caso Reboredo desde su ordenador, recabando firmas en change.org y difundiendo una carta para Rajoy. De lejos, se siente arropado por muchos colegas ("hay muchos escritores domesticados por las subvenciones, pero por las corrientes subterráneas de la cultura se mueven cosas") y, de cerca, por los compañeros de la editorial que dirige Cristina Fallarás, periodista, ganadora del último Premio Hammett de novela por 'Las niñas perdidas' y voz que está narrando en primera persona la culpa, la desespereción y la intemperie que se sufre en un proceso de desahucio. En el local también trabaja el escritor Raúl Argemí, que estuvo en huelga de hambre en la cárcel durante la dictadura argentina. "Él me da consejos. Que beba, por ejemplo, agua con azúcar moreno. Y que dentro de 15 días, cuando ya esté debilitado y tras perder el apetito ya no tenga ganas ni de ingerir líquidos, tome sal marina gorda".

La de Uribe es la segunda huelga de hambre en Barcelona en menos de un mes. La anterior la protagonizaron cuatro trabajadores de Telefónica. "Estas protestas se relacionan con dictaduras, con países tercermundistas. No creo que a Rajoy le haga gracia que esto llegue a los diarios alemanes, porque demostraremos que vivimos en un país subdesarrollado políticamente".