El acceso a la universidad

Trillizos de sobresaliente

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / Barcelona

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Ni bichos raros, ni empollones, ni resabidos. Los hermanos Surís, alumnos del instituto Jaume Almera de Vilassar de Dalt (Maresme), son unos chavales la mar de normales. Hacen deporte, disfrutan con la música y tocan algún que otro instrumento (ellos, la guitarra, y ella, la flauta travesera) y salen habitualmente con los amigos. Lo propio de unos chavales de 17 años. Todo eso no les impide ser alumnos destacados. Brillantes, de hecho. La particularidad es que Alba, Dídac y Martí son trillizos y pueden presumir de tener los mejores expedientes de bachillerato de su instituto. Dídac, con una nota media de 10, encabeza la terna, a la que le sigue, pisándole los talones, Alba, la chica, con un 9,8. Martí, el tercero en discordia, tampoco se queda rezagado. Su cuaderno de notas luce otra matrícula de honor, gracias al 9,7 que tiene de promedio. «Evidentemente es toda una satisfacción, no puedo negarlo», admite Blanca Coll-Vinent, madre de los muchachos, que también han brillado en la selectividad.

Los chicos -Alba se fue ayer a Londres, a pasar cuatro días con unas amigas, por lo que no pudo participar en la entrevista- son también conscientes de lo que se les viene por delante. «Está todo muy difícil», admiten ambos. Y pese a que en casa no habría problemas para costear las tres inscripciones universitarias, respiran tranquilos porque la matrícula de honor que han conseguido en el instituto les asegura el pago del primer curso. Gracias pues a susnotazas, la subida de tasas que hoy acabará de detallar la Generalitat será bastante más llevadera para los Surís Coll-Vinent.

«Si no, como somos familia numerosa especial, suponemos que al menos tendríamos algún descuento, comenta Dídac. Es él, aspirante a convertirse en ingeniero de telecomunicaciones por la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), el que actúa como portavoz. Martí, que confía en matricularse en Derecho en la Universitat Pompeu Fabra, (UPF) ejerce de anfitrión. Marina, la hermana pequeña, que el próximo curso empieza primaria, escucha con atención desde la distancia hasta que, perdida la vergüenza, se aproxima a la charla.

SIEMPRE EN LA PÚBLICA/ Siempre han sido alumnos de la escuela pública. «Primero, en Sant Joan Despí, donde vivíamos, y más tarde, cuando ya empezamos el instituto y nos trasladamos a Cabrils, fuimos al Jaume Almera», detalla Martí. «Nunca nos planteamos otra cosa. Han tenido, todos ellos, un buen rendimiento académico y siempre se les ha visto contentos», añade Blanca, la madre, médica como el padre. Su paso por el instituto ha sido, asegura la directora, Alba Oliveras, «todo un orgullo».

Que la elección fue correcta lo corroboran los resultados que los tres han sacado en selectividad. Un 9,05 para Dídac, un 8,55 para Alba y un meritorio 7,85 para Martí, al que traicionó el inglés. «Es que la comprensión oral era francamente complicada», alega Dídac, que también cree que su nota media ha bajado por culpa del malditolistening. No es fácil, hay que concedérselo, entender qué dice una grabación en una aula ocupada por medio centenar de personas. Afortunadamente, otras pruebas, como la de lengua castellana, han ayudado a maquillar elpinchazoen lengua extranjera. «Son exámenes, sobre todo los de lenguas, en que basta con aplicar el sentido común», agrega el chico. De hecho, con ellos también se ha cumplido la norma de que, salvo contadas excepciones, la nota de selectividad suele ser ligeramente inferior a la de bachillerato.

SENTIDO PRÁCTICO/ Quizás porque eso de ser tres de golpe (y luego cuatro) obliga a aprender a convivir con rapidez, los Surís han desarrollado un sentido práctico raro entre chicos de 17 años. Se les nota en el trato con la pequeña Marina, en el orden sin excesos de su habitación equipada con una litera y dos ordenadores... También, en los criterios que han aplicado a la hora de escoger carrera. Habla Martí, que con el 8,9 sobrado que le queda de nota de acceso a la universidad (un 40% de la selectividad y el 60% de la de bachillerato) podría meterse donde quisiera: «He elegido Derecho porque aunque no sé muy bien en qué me especializaré, son unos estudios que ofrecen muchas salidas profesionales». Su hermana Alba (9,3 de nota de acceso) quiere matricularse en el grado de Negocios Internacionales o International Business Economics (IBE).

Más vocacional parece la elección de Dídac (9,6), que confiesa que siempre ha tenido preferencia por la tecnología. «Quería hacer una ingeniería, pero ni la química ni las especialidades que se considerarían más manuales acababan de seducirme. Por eso harételecos», explica.