Arte para el recuerdo
Perico Pastor interpreta para EL PERIÓDICO la última faena
Hay acontecimientos en la historia de los pueblos que merecen ser recordados de manera especial. La última corrida de toros en la plaza Monumental de Barcelona es, sin duda, uno de ellos. José Tomás hará esta tarde, en medio de una gran expectación, la última faena en el coso modernista del Eixample. El cotizado artista Perico Pastor ha interpretado para EL PERIÓDICO DE CATALUNYA esta última tarde en la Monumental con un obra de una fuerza abrumadora. El diario entregará mañana gratis la lámina del cartel conmemorativo.
La elección de Perico Pastor no es baladí. El artista sabe de toros, conoce el arte de la lidia, ha ido, aunque con interrupciones, a las plazas. Todo lo aprendió de su padre, un gran aficionado que vio en plena faena a los míticos Manolete y Joselito. Fue de la mano de su padre, y cuando tenía 9 años, que Perico Pastor se sentó por primera vez en un tendido. Precisamente, en la Monumental.
De ahí que recibiera con gran ilusión la propuesta de EL PERIÓDICO de hacer un cartel conmemorativo. «Es un honor haberlo hecho», afirma a este diario, no sin antes admitir que hay algo de «desafío torero» a Miquel Barceló, autor del cartel oficial de la última corrida, obra a la que dedica toda suerte de elogios. «Es un cartel precioso», subraya.
El suyo no es para menos. Los críticos ya se encargarán de juzgar el trabajo, pero está claro que el cartel lleva su prestigioso sello y transmite una gran fuerza. En primer plano, un toro tendido en el suelo, muerto. Cuatro banderillas clavadas en su espalda. Un pequeño matiz, casi imperceptible a primera vista: dos banderillas llevan la bandera española; las otras dos, lasenyera. De pie, junto al toro, un torero con gesto triunfal, brazos en alto. Pero Pastor advierte de que es también un gesto de despedida. Brinda la faena a un tendido vacío. Porque para el autor, los toros ya languidecían. «Quizá valía la pena acelerar el proceso, darles la puntilla», sentencia.
Adéu, como quiere llamar al cartel, lo dice todo. O casi todo, porque, según su autor, la obra también habla de la unión entre toro y torero. «Hay algo innegable: la relación entre ambos es de complicidad». Una complicidad que, reconoce, «es involuntaria» en el caso del astado. El torero, prosigue con su disertación, siente hacia el toro afecto y miedo. De ahí que los toros estén ligados a la emoción más universal que hay: el miedo. El torero, agrega, transforma su miedo, que lo tiene frente al toro, en baile, en estilo, en arte. En este sentido, recuerda que Juan Belmonte, torero sevillano con fama de ser temerario, decía que si los contratos se firmaran el día de la corrida, y no al principio de temporada, la fiesta ya se hubiera acabado.
Aunque aficionado a los toros, Pastor no se considera un «fan irredento» y dice comprender, más allá de la demagogia, algunos argumentos de los que se oponen a las corridas. El artista no irá a la plaza hoy (tiene un compromiso previo), pero afirma no estar disgustado por ello. Lo que le disgusta, añade, es el ambiente que está rodeando esta última tarde de toros. Una tarde que, augura, será fantástica sobre el albero.
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