concentraciones en todo el mundo

Los indignados promueven la exportación de la protesta

RAFAEL TAPOUNET
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con el propósito de dar el salto de los titulares de la prensa extranjera a las calles de las principales capitales de todo el mundo, el movimiento de protesta que cristalizó en las ciudades españolas el pasado 15 de mayo ha empezado a exportar sus gritos y consignas. El efecto contagio se inició de la mano de grupos de españoles residentes en el extranjero que, organizados mediante las redes sociales, convocaron el miércoles las primeras concentraciones en ciudades como Londres, París y Lisboa. Fueron acciones reivindicativas más bien modestas, de carácter testimonial, animadas por la amplia cobertura informativa que los medios de comunicación de esos países están dedicando estos días a las protestas que se llevan a cabo en España.

Pero la bola crece. Buenos Aires, Florencia y Edimburgo se sumaron ayer a las muestras públicas de indignación canalizadas por el movimiento Democracia Real Ya. En París y Londres se repitieron las concentraciones, esta vez con más asistentes que el día anterior. Y para hoy hay convocadas protestas en Berlín, en Bruselas, en Birmingham, en México, en Bogotá y en otras seis ciudades italianas, incluida Roma.

El caso de Italia reviste especial interés, por cuanto puede ser el escenario del salto a la siguiente fase en la exportación de la protesta. Si en otros países las movilizaciones han convocado básicamente a ciudadanos españoles residentes en ellos, en las ciudades italianas -Florencia, Roma, Turín, Bolonia, Milán y Padua- el movimiento ha adquirido ya carta de naturaleza propia.

Las concentraciones han sido organizadas por una plataforma llamada Democrazia Reale Ora (traducción literal de Democracia Real Ya), que ha hecho público un manifiesto en el que hace referencia expresa a las protestas de Madrid y otras ciudades españolas, a las que cita como fuente de inspiración y a las que expresa toda su solidaridad. La plataforma se declara ajena a los partidos políticos y los sindicatos y propugna «una sociedad nueva que dé prioridad a la vida, por encima de los intereses económicos y políticos».

La indignación empieza a manifestarse en otras lenguas.