ANÁLISIS
Un domingo histórico para el catolicismo catalán
La consagración de la basílica de la Sagrada Família fue una ceremonia muy especial, histórica en muchos sentidos. Cuando llegó a su fin y los cantores hicieron resonar su voz con elAleluyadeHaendel, el sentimiento profundo de los más de 6.000 invitados que tuvimos el privilegio de seguir desde el interior la celebración creo que fue extraordinario. El interior del monumental templo invita al recogimiento y al silencio. La armonía de sus dimensiones facilitó que los asistentes viviésemos de cerca una liturgia muy cuidada y meditada, en catalán, latín y castellano. El sueño deGaudíva tomando cuerpo un siglo más tarde. Su sueño, por ahora inacabado, vinculará desde ahora más que nunca al catolicismo catalán al conjunto de la Iglesia universal. La Sagrada Família ya no es solo el símbolo de una ciudad o de una Iglesia local. Desde ayer se ha convertido en uno de los iconos de referencia, desde Catalunya, del conjunto de la Iglesia católica.
Los gestos inequívocos de la curia romana, tejidos por el cardenalBertoney el cardenalMartínez Sistach, hacia el reconocimiento de la especificidad de una Iglesia local como la catalana encuentran en la gran basílica del siglo XXI su piedra angular, su pilar más sólido, su contribución más inequívoca. Una respuesta desde la fe a la modernidad, un ejemplo de que es posible establecer puentes de diálogo con la modernidad evitando enfrentamientos como los de que alertóBenedicto XVIen su conversación con los periodistas en el vuelo a Santiago de Compostela. Este viaje representa también el apoyo inequívoco de la Santa Sede aMartínez Sistachy, a través de su persona y de su Iglesia diocesana, a un catolicismo firme pero más dialogante, menos agresivo, distante de la rigidez de algunos prelados españoles. Cuando el Papa alertó sobre el auge del anticlericalismo en la sociedad española, entiendo que también lanzó un aviso a ciertas posiciones de la Iglesia española que han fomentado precisamente el anticlericalismo.
Por la tarde,Benedicto XVIvisitó la fundación del Nen Déu, donde conoció una de las muchas instituciones de la Iglesia catalana comprometidas con su país, al servicio de manera muy especial de sus sectores sociales más pobres y marginados. Una Iglesia menos conocida en los medios pero que hoy representa el grueso de su acción en la sociedad.
La visita papal ha sido breve pero intensa. E histórica por el reconocimiento romano de Catalunya y su Iglesia local, y también por querer contribuir a la paz y la cohesión social de nuestra sociedad.
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