El municipio preferido por Industria

Zarra se frota las manos con la esperanza de acoger el almacén

Detractores de la instalación del cementerio nuclear en Zarra, durante una manifestación en Valencia el pasado abril.

Detractores de la instalación del cementerio nuclear en Zarra, durante una manifestación en Valencia el pasado abril.

ÓSCAR TORAL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La esperanza y la satisfacción eran las sensaciones mayoritarias ayer en Zarra cuando la noticia de que el municipio valenciano encabeza la carrera por acoger el almacén de residuos nucleares llegó al pueblo. Los jóvenes llevan años emigrando por la falta de empleo, y la posibilidad de frenar esta hemorragia estaba en boca de todos los partidarios del silo. En cambio, los detractores -en minoría- destacaban que los beneficios de la instalación no están claros.

El alcalde, Juan José Rubio, declaró a la agencia Efe que si el almacén se instala en Zarra «dará vida a la comarca durante cien años» y permitirá a los vecinos dejar «un buen legado a sus nietos». Rubio lleva la vara de mando del municipio desde las primeras elecciones democráticas, en 1979. Fue alcalde por el PSOE hasta que el partido le expulsó en el 2006 a raíz de su imputación judicial por delitos urbanísticos relacionados con la empresa de su hijo. Entonces formó una agrupación independiente y ganó los comicios del 2007 por mayoría absoluta. Actualmente se encuentra en libertad bajo fianza a la espera de juicio.

Unas 500 personas están empadronadas en el municipio -ubicado a unos 15 kilómetros de la central atómica de Cofrentes-, pero solo cerca de 300 residen en él habitualmente. La pérdida de población joven es tal que el ayuntamiento lanzó una campaña para atraer familias a fin de evitar el cierre de la escuela, que hoy acoge a una veintena de niños.

MANÁ NUCLEAR / Ante esta situación, muchos ven en el maná nuclear una oportunidad de oro. «Nos ayudaría a retener a los jóvenes y a que regresen algunos de los que se fueron», afirma Ángel Perez, presidente de la asociación de vecinos. «Estamos muy contentos. Si trae trabajo y bienestar al pueblo, por mí podrían poner tres almacenes nucleares», añade Santiago Hernández, propietario de uno de los dos bares del municipio. El bando de los contrarios al silo anda más mustio. «No me gusta el proyecto, y además estoy harta de las formas autoritarias del alcalde», confiesa una persona reacia a identificarse: «Aquí hay muchas rencillas».

La nómina de detractores es más amplia en pueblos cercanos como Ayora, Jarafuel y Teresa de Cofrentes, con el argumento de que la instalación complicaría las posibilidades de desarrollo de la comarca, donde unas 4.000 personas se manifestaron contra el almacén en marzo. La Generalitat Valenciana también se ha declarado contraria al proyecto, al igual que la diputación.

Un factor que empaña la candidatura zarrina es la condición de imputado de su alcalde. El almacén supone no solo 500 empleos, sino también una inversión de 700 millones de euros. Además, el municipio que albergue el silo y las poblaciones aledañas recibirán seis millones anuales. Rubio, acusado de fraude y prevaricación, sería el encargado de gestionar parte del maná si Zarra fuera finalmente elegido y él ganara las próximas municipales como ha hecho en las ocho anteriores.