La situación de la Iglesia

El arzobispo de Tarragona llama a desobedecer la ley del aborto

Jaume Pujol pide acatar la ley de Dios antes que la de los hombres

Jaume Pujol Balcells.

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EL PERIÓDICO
TARRAGONA

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El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol Balcells, considera, en una carta dirigida a los fieles, que no siempre los ciudadanos han de cumplir las obligaciones que han contraído con las autoridades civiles. Eso sucede, por ejemplo, cuando las leyes se oponen a las «exigencias del orden moral». Y para ello recurre a un pasaje bíblico de los Hechos de los Apóstoles, donde se afirma que «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres». Ello es especialmente necesario, remata el prelado, «si las leyes van en contra de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural», una afirmación que le sirve para condenar el aborto y cualquier forma de eutanasia.

Pujol, vinculado al Opus Dei, inicia su disertación recordando que la palabra ministro (relativa a los que tienen algún poder público) procede del latín y significa servidor. Y que los ciudadanos son quienes «ponen y pagan a los ministros». Y que estos, en el ejercicio de su autoridad, «han de buscar el interés de la comunidad antes que el propio --aquello que se denomina el bien común-- y han de inspirar sus decisiones en la verdad sobre Dios, el hombre y el mundo».

El arzobispo de Tarragona admite que «los ciudadanos tienen unos deberes en relación con las autoridades civiles», a las que tienen que considerar «representantes de Dios», y han de ofrecerles «una colaboración leal para el buen funcionamiento de la vida pública y social». Ello se traduce en practicar «el amor y el servicio a la patria, el derecho y el

deber del voto, el pago de los impuestos, la defensa del país y el derecho a una crítica constructiva». Pero Pujol entiende que los ciudadanos tienen también «la obligación de no obedecer en conciencia» cuando las leyes de las autoridades civiles se contradicen con las exigencias sobrenaturales.

El alegato del titular de la diócesis de Tarragona concluye diciendo que esta doctrina no tiene que ver con el sistema democrático ni con el desarrollo de las libertades individuales, sino que «está ampliamente desarrollada en las cartas de san Pablo y san Pedro» e invita a los fieles a vivirla «responsablemente» .