CONFLICTOS
El Vendrell y Calafell toleran a los manteros como mal menor
El Vendrell y Calafell (Baix Penedès) han tomado un atajo en la lucha contra eltop mantay en vez de perseguir esta venta prohibida por sus propias ordenanzas han pactado con los manteros su ubicación en zonas francas alejadas del centro donde no serán perseguidos. Esta medida satisface a medias a los comerciantes locales, ya que se aleja esta competencia desleal pero no se erradica el fenómeno.
La solución la ideó El Vendrell tras constatar que los duros enfrentamientos policiales del verano pasado no servían de nada. El ayuntamiento estaba abrumado por la complejidad de tener que luchar con sus propios medios contra la «venta de falsificaciones a gran escala, mediante inmigrantes muchas veces sin papeles y explotados por las mafias», explica Raul Buïra (CiU), concejal de Seguridad Ciudadana.
PLAZA DE LA MITJA LLUNA / El espacio asignado en El Vendrell para esta actividad es la plaza de la Mitja Lluna, alejada del paseo marítimo. El pacto por el que los manteros obtienen inmunidad, sin embargo, no ha devuelto al paseo marítimo su impecable imagen turística. Otros vendedores han ocupado el lugar de los que se han ido. Lo han constatado tanto las paradas de artesanía, que pagan 800 euros por ocupar su espacio, como las tiendas. «No hay solución», se resigna la comerciante Núria Girona, mientras señala a un grupo de personas bajo unas palmeras. «Son paquistanís esperando a que refresque para vender. Se van unos y vienen otros, es imparable», insiste.
Calafell ha copiado la medida y ha otorgado a los manteros como zona franca un tramo remoto del paseo marítimo. La diferencia es que Benet Jané (CiU), alcalde de El Vendrell, admite que estudia cobrar una tasa y en Calafell el consistorio tiene claro que no «cobrará nada», según el alcalde, Jordi Sánchez (PSC).
Los comerciantes de ambas ciudades turísticas ven con buenos ojos la iniciativa. «Los manteros despistaban tanto a los clientes que ni nos veían, pasaban de largo», dice la dependienta de una zapatería. «Ellos venden más caro que yo», asegura el dueño de una tienda de bisutería. «Me daban ganas de poner también una manta», añade. El presidente del Centro de Iniciativas y Turismo, Juanjo Espina, resume: «Es la solución menos mala».
En Calafell, los comerciantes viven como un agravio la prohibición de poner expositores en la calle y en cambio «permitir esta venta ilegal». Para Maximiliano Revello, presidente de la patronal Fòrum Calafell, el problema «afecta a toda Catalunya». La permisividad y la vista gorda policial de este verano, según Revello, «es un parche provisional, pero siempre es mejor que tener a los manteros frente a las tiendas».
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