PERSONAJES TOCADOS POR EL DINERO

62 millones en cinco años

À. G.
BARCELONA

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El químico Pere Mir, de 89 años, de nacionalidad española y suiza, es el donante genuino. Tiene mucho dinero. No tiene hijos, y es el mayor mecenas privado, a gran distancia del resto, con que cuenta la investigación biomédica de Catalunya. En los últimos cinco años, Mir ha dado 62 millones de euros a biólogos, médicos o bioquímicos que han sabido entusiasmarlo con sus ideas. Nunca ha accedido a conceder entrevistas a los medios alusivas a sus mecenazgos, ni siquiera para estimular a otros individuos en situación económica similar a la suya. Cuentan quienes le conocen a fondo –es amigo personal de la Reina– que Mir acertó hace años en la elaboración de una fórmula magistral química vinculada al mundo de los fosfatos. Vendió la patente y tuvo suerte en la transacción. Invirtió en el mundo inmobiliario y siguió aumentando su fortuna. Hasta que, hace unos cinco años, tras hablarlo con su esposa, decidió compartir su indudable buena estrella económica con el resto de la humanidad. Quiso ser mecenas científico. Se suscribió a revistas especializadas, entre ellas el New England Journal of Medicine, y se puso al día en las líneas maestras que mueven la vida biomédica presente y futura del planeta. Antes de ayudar a un científico, Mir lo conoce a fondo, visita la instalación donde trabaja y estudia los proyectos que defiende. Rigor a cambio de rigor es su trato.

Cultura norteamericana

La filantropía científica forma parte de la estructura social de Estados Unidos. La red de centros de investigación de aquel país no sería posible sin la participación altruista de sus millonarios, y la sociedad norteamericana ha crecido entendiendo que así deben ser las cosas.

De ahí que los investigadores españoles que se formaron en EEUU y han regresado a España defiendan ese mismo concepto para instaurarlo aquí. Es el caso de Josep Baselga, Joan Massagué, Manuel Perucho, Juan Carlos Izpisúa o Joan Seoane, que investiga los tumores cerebrales en el Institut Oncològic Vall d'Hebron (VHIO). «El hospital donde yo me inicié y trabajé seis años, el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, de Nueva York, ocupa un edificio de ocho plantas que se construyó con una donación del banquero David Rockefeller», explica Seoane. «Eso allí es lo normal, y si queremos ser competitivos, debería serlo aquí», dice.