COLECTIVOS
Defensa deja libres a las palomas mensajeras para el uso civil
Es difícil hallar un texto sobre las hazañas militares de las palomas mensajeras que no cite la historia del ejemplar 46.415, un animal tan bien considerado que fue disecado y condecorado y a la postre expuesto en un museo. La historia dice que era 1937 y que 200 guardias civiles se habían atrincherado en un santuario de Jaén, con un puñado de palomas como único medio para comunicarse con el exterior; gracias a ellas, y a la información que cruzaba las líneas, les podían enviar alimentos desde fuera. En este difícil contexto, la gesta de la 46.415 consistió en hacer llegar su mensaje incluso después de ser derribada de un disparo; las crónicas más entusiastas dicen que «llegó a su destino arrastrándose, entregó su mensaje y falleció».
Cualquiera que sepa algo de palomas españolas sabe que fue durante la guerra civil cuando desempeñaron por última vez un papel en un conflicto. Desde entonces, nada. Por eso tiene ese aroma anacrónico el real decreto publicado ayer en elBoletín Oficial del Estado (BOE),un texto en el que, palabras más, palabras menos, el Ejército deja de considerarlas instrumentos de guerra.
PALOMAR CLAUSURADO / En síntesis, el Ministerio de Defensa ha derogado el real decreto de 1983 que regulaba «la tenencia y utilización de la paloma mensajera», y que en la práctica mantenía controladas a todas las federaciones de colombofilia de España; por si estallaba una guerra y hacían falta animales. «No podías mover un dedo si no tenías la autorizacion del Ejército –explica José María Corona, presidente de la Federació Columbòfila Catalana de Co-
loms Missatgers–. Hasta los años 70, todos los presidentes de las federaciones fueron militares. Hasta ahora había que hacer todos los años una relación a nivel nacional de todas las palomas que había, y esta relación se tenía que enviar al Ministerio de Defensa. El control era muy riguroso».
El artículo tres del decreto derogado consideraba que «la utilización de las palomas mensajeras» tenía una «utilidad pública», además de «un interés especial para la Defensa Nacional», y el Ejército actuaba en consecuencia. «Estábamos semimilitarizados –recuerda Carlos Márquez Prats, expresidente de la Federación Colombófila Española–, pero lo cierto es que todo esto ha ido aflojando con los años. La derogación del decreto no es sino la consecuencia normal de lo que estaba ocurriendo en la práctica». Hace dos años se cerró el palomar militar de El Pardo, el último que quedaba en territorio español, pero el Ejército aún conservaba la potestad sobre las palomas de los clubs civiles. Podía llamarlas a filas. Podía, si fallaba todo, emplearlas para trasladar mensajes. Si las palomas querían gloria, y un panteón para ellas solas, el decreto de Defensa las deja con un palmo de narices.
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